martes, 10 de junio de 2014

La epidemia de la caridad

Las formas benefico-asistenciales de la acción social están tomando un auge inusitado. Era de esperar. Lo que antes eran iniciativas esporádicas se han generalizado y ahora se impone apelar a la solidaridad de tus semejantes para resolver tus necesidades. Es la nueva y moderna mendicidad.


 Las formas han cambiado, pero el contenido es el mismo. Desde la Campaña del régimen franquista en los años 50 "Siente un pobre a su mesa" hasta la proliferación actual de iniciativas solidarias que pueblan nuestro territorio y se difunden y reflejan por las redes sociales, no hay más diferencias que las meramente estéticas. En cuanto a la ética que subyace, sigue siendo la misma: es en la compasión y en la caridad donde se debe sostener la protección social de los débiles. 

Naturalmente, es el modelo apropiado al sistema económico que hemos desarrollado. El ejercicio de dichas formas caritativas sirve para lavar las conciencias y legitimar las desigualdades. El otro camino es incrementar los derechos sociales y la protección del Estado, pero eso es incompatible con la acumulación de riqueza por parte de los poderosos.

Ello explica esta epidemia de caridad a la que estamos asistiendo. Es el modelo que nos han impuesto. La mayor prueba de ello es que desde la televisión pública se promueva el bochornoso espectáculo de la caridad que supone el programa "Entre todos", al que de manera ciertamente adecuada define nuestro compañero J. Manuel Navarro como "Telemendicidad"

Una vez institucionalizado, sólo queda ver cómo lo desarrolla la sociedad. Y, como digo, asistimos a una verdadera explosión de actividades solidarias. Las más se refugian en un argumento pragmático: "si no lo hacemos así, la necesidad X (póngase aquí desde la silla de ruedas de un niño discapacitado hasta las necesidades de alimentación de las familias desfavorecidas de un barrio) quedaría sin cubrir". Otras lo plantean como elección: "El Estado no puede cubrir todas las necesidades de la gente, por eso es importante la solidaridad ciudadana". Y algunas, pocas, compatibilizan sus actuaciones con un ejercicio de denuncia: "Tenemos que hacerlo nosotros porque el Estado, que debería ocuparse, no lo hace".

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Cuidado, no se me malinterprete. Yo creo que la solidaridad ciudadana es importante para resolver los problemas sociales y que tampoco el Estado debe cubrir todos y cada uno de los aspectos de la convivencia social. Pero sólo con otras reglas del juego, donde el Estado garantice unos derechos y asuma su responsabilidad básica en mantenerlos y donde esa solidaridad ciudadana pueda complementar (y nunca sustituir) la acción del primero.

En lo que no creo, y me resultan cada vez más difíciles de sobrellevar, son estas iniciativas donde una familia golpeada por un problema apela a la solidaridad de sus vecinos para solucionarlo.  Veo con preocupación como cada vez más aparecen "campañas solidarias" en las que la familia de un niño con una enfermedad o discapacidad se lanza a recaudar fondos para poder pagar los tratamientos, terapias o ayudas que ese niño necesita.

Algo funciona mal cuando a una familia dolorida por un problema la condenamos además  al escarnio público de tener que mendigar para sacar ese problema adelante. 

Ya no es el pobre con harapos que no tiene que comer; es el niño discapacitado que necesita tratamiento. Ya no es la mesa de Navidad a la que le invitamos; es en las redes sociales donde lo exponemos. Y ya no es comida lo que le damos (o sí); son las terapias y tratamientos que el sistema de protección social le ha negado.

Pero si no es lo mismo, se parecen demasiado.

8 comentarios:

  1. Me encanta, y desde la iniciativa privada no puedo estar más de acuerdo contigo.
    Pero sabes que tenemos un "problema" etimológico. Donde se ve caridad, yo veo beneficencia. Donde veis solidaridad, yo veo Caridad...
    Pero es el único "pero" (sin ganas de crear problemas, que discusión seguro que surgirá, je je je)

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    1. Caridad, beneficencia, solidaridad, filantropía... Palabras llenas de matices a las que atribuimos un significado u otro en función de nuestra experiencia, de nuestros valores o desde nuestra manera de entender el mundo. Pero a pesar de las palabras, y gracias a ellas, conseguimos entendernos ¿no? Gracias por comentar.

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  2. El problema es que es muy difícil transmitir a las personas lo pernicioso de este tipo de acciones; la gravedad de sustituir la responsabilidad del Estado por la caridad. Están consiguiendo que la ciudadanía asuma que la respuesta ha de venir desde lo privado y la vecindad, desde las gentes de buena voluntad, y no, desde el Sistema que tan sólo unos poco años atrás teníamos. Resulta muy preocupante.

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  3. Si Elena. Es muy preocupante cómo han calado tan hondo en la población estas formas caritativas. Y tengo la sensación de que a veces como profesionales no nos hemos sabido situar de manera correcta frente a las mismas. Te envío un saludo.

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  4. Jose Antonio Belda Lorenzo12 de junio de 2014, 2:20

    Los ciudadanos tienen derechos y eso exige unas obligaciones,deberes por parte de la administración y quizá ahí es donde nos deberiamos plantar . El auge de la caridad ....... es propio del partido en el gobierno ,que esperabais de alguien que hace negocio con la necesidad de las personas ... en fin .felicidades por la entrada en el blog

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    1. Gracias José Antonio. Efectivamente, el partido en el Gobierno tiene a la caridad y la beneficencia como modelo de política social. Y en cuanto a lo del negocio... pronto van a privatizar hasta el aire que respiramos. Saludos.

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  5. Ese es un programa que a mi personalmente me desagrada.Utilizan las dificultades de la gente para copar audiencia. El mensaje en cubierto es el victimismo y el chantaje emocional por un lado y por otro el de salvadores del otro.Parto de que es la sociedad y sus ciudadanos los que verdaderamente saben cuales son sus problemas y que a ellos, a todos nos corresponde buscar los recursos adecuados para solventarlos y desechar aquello o aquellos que no responde/n para solventarlo.Tenemos unos derechos y tb responsabilidades para hacer sociedades más justas e igualitarias.

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    1. Efectivamente, Nati. Ahí está el dilema: derechos y justicia social o beneficencia y graciabilidad. Saludos.

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