lunes, 21 de julio de 2014

¡Joder con las vanguardias!

Se acaba de celebrar el debate sobre el Estado de la Comunidad de Aragón. Y la presidenta del gobierno, sin despeinarse, va y define la política social que están ejecutando como "política social de vanguardia". Puestos a definir con tanta rotundidad, a mí se me ocurren otras cuantas definiciones. Ahí van:


Franz Marc-Tyrol (Tirol) (1914)
Política social "como pollo sin cabeza": Sin norte ni sentido. Sin objetivo alguno ni guía u orientación. Hoy pensamos una cosa y mañana otra. ¿Planificación? ¿Para qué? ¿Acaso la política social es importante? Sanidad, educación, servicios sociales..., no son cosas de las que debe ocuparse un Gobierno. Es también conocida como política "a salto de mata", pero sólo en ámbitos académicos.

Política social "el que pueda que se lo pague". Deteriorando los servicios públicos conseguiremos que la gente termine aborreciéndolos y tenga que acceder al mercado privado para acceder a los recursos. El ahorro es innegable. Y todavía nos queda la baza del copago.

Política social "tonto el último". Una política social no basada en derechos, sino en el amiguismo, en el clientelismo. De esta manera se garantiza que los escasos recursos son bien empleados, al menos se conocen de primera mano a los destinatarios.

Política social "a la defensiva". Los dependientes... esos seres peligrosos que pretenden que entre todos les paguemos las prestaciones y servicios que necesitan. Los excluidos, esos desarrapados que quieren percibir unos ingresos mínimos para sobrevivir... Hay que dificultar el acceso de todas estas hordas parásitas de nuestro Estado de Bienestar. Y para ello, nada mejor que normativas complejas, farragosas, con montones de trampas que disuadan y retrasen la percepción de servicios y prestaciones.

Política social "pobrecito pobre". Unas cuantas obras de caridad, unos miles de eurillos para algún programa asistencial, y así nos sentimos bien y nos reafirmamos en todas las políticas anteriores.

Sumen vds. todas las definiciones expuestas y obtendrán la descripción de lo que nuestra Presidenta entiende como política social de vanguardia.

¿Que no les parece tan vanguardista?  Wang, que de esto sabe un rato, dice que es porque las vanguardias siempre han sido unas incomprendidas. Pues será por eso, ¿verdad Presidenta?

lunes, 14 de julio de 2014

El Rey ha muerto, viva el Rey

La archiconocida alocución que da título a esta entrada se comenzó a utilizar en la Edad Media como expresión ritual en la sucesión de las monarquías. Mediante el automatismo en la sucesión al que así se aludía se intentaba evitar el peligroso vacío de poder que podía producirse en el periodo entre los dos reyes.


Plantas "republicanas" en mi terraza
En España, como no podía ser de otra manera y a pesar de haberlo considerado necesario, no teníamos ningún instrumento para garantizar el automatismo en la sucesión en el caso de que, como ha sucedido, el Rey abdicara. No creo demasiado en las virtudes o defectos de las naciones, pero sin duda la improvisación está entre las características más propias de los españoles. De este modo, nuestros prebostes se han lanzado apresuradamente a aprobar las normas y leyes necesarias para que dicho cambio de rey se produjese sin grandes incidentes.

La cuestión es que, gracias a esta inveterada costumbre española de la improvisación, se ha abierto el melón de la conveniencia o no de mantener el régimen monárquico que describe nuestra Constitución. Monárquicos y republicanos se han lanzado a un debate intenso, los unos defendiendo el desempeño y utilidad del régimen monárquico y los otros cuestionando que  la Jefatura del Estado se rija por leyes dinásticas y no democráticas.

Por mi parte me parece un debate estéril, y aunque estaría más cerca de la posturas republicanas (como las flores que han salido en mi jardín este año -ver foto-), la dialéctica que se ha producido en torno a estas posturas me ha hecho reflexionar en general sobre algunos aspectos relativos a los cambios. Intentaré explicarme.

Un cambio de rey es un cambio. Y un cambio de la monarquía a la república, pues no deja de ser otro. Ahora bien ¿son del mismo tipo? En mi trabajo diario enfrento numerosos tipos de cambio: estamos permanentemente intentando que las personas y/o sus contextos más significativos cambien para conseguir un mejor ajuste entre ambos que incremente el bienestar de las primeras. Cambio y Trabajo Social van indisolublemente unidos, como podemos comprobar por ejemplo en las definiciones sobre nuestra profesión que realiza la FITS.

En las teorías sobre los cambios, una de las más conocidas es la de Watzlawick et al. (1989) , que diferenciaban entre cambios de primer orden, o Cambios 1 y cambios de segundo orden, o Cambios 2. Básicamente la diferencia estriba en que en el Cambio 1 se producen variaciones en parámetros individuales, pero que dejan intacta la estructura del sistema. Los Cambios 2, sin embargo, alteran el conjunto de reglas que rigen la estructura y el orden interno del sistema. Sería algo así como el cambio del cambio.

Es una teoría análoga a la que plantea Wagensberg en sus teorías sobre la complejidad del mundo cuando se refiere a los procesos de cambio que denomina como Adaptación e Innovación. Mientras que los primeros llevarán al sistema a un estado estacionario, los segundos crearán algo nuevo. Tanto los Cambios 2 como los procesos de innovación nos llevan a una nueva realidad.

Esto sería un verdadero cambio...
A la luz de estas teorías no es difícil adscribir al cambio de rey producido tras la abdicación como un cambio de tipo 1 o de adaptación. El cambio de la monarquía por la república sería un cambio de tipo 2 o de innovación, ¿no?. Sólo en apariencia.

A mi juicio lo que en apariencia es un cambio de sistema puede no serlo en realidad. El riesgo con este cambio es que todo quede igual, sólo que la Jefatura del Estado pasaría de un Rey, al que no elegimos, a un Presidente de la República, que sí sería objeto de elección pública periodicamente. Es decir, una cuestión meramente estética. Importante, sí, pero estética.

Si esa República no viniese acompañada de profundos cambios, por ejemplo, en el funcionamiento de los partidos políticos, o en el modo de legislar y gobernar en nuestras administraciones, o en las prioridades respecto a la política económica y el gasto público, no dejaría de ser un mero cambio de tipo 1.

Un buen ejemplo de Cambio 2 sería revertir la reforma del Artículo 135 de nuestra Constitución, mediante el cual se supedita toda política presupuestaria a la prioridad del pago de la deuda pública. Una reforma que sólo pretende salvaguardar la riqueza de los poderosos e impedir una nueva política económica mucho más redistributiva e igualitaria.

Por eso creo que mucho más allá de las apariencias debemos buscar y promover los cambios que, de verdad, cambien las reglas del sistema y permitan unas políticas más justas, donde los desfavorecidos queden protegidos y el bienestar social sea una realidad para todos, y no para unos pocos.

Nunca como ahora han sido necesarios los cambios. Pero cuidado con los cambios que, en realidad, sirven para que nada cambie.

lunes, 7 de julio de 2014

La rebelión de las amas de casa

¡Al fin! Hemos encontrado a las verdaderas culpables de la crisis, del crecimiento de la deuda pública y del déficit estructural a consecuencia del cual estamos sufriendo los amargos recortes en nuestro Estado de Bienestar. Nos lo ha descubierto ese gran benefactor de la humanidad y profundo pensador que se llama Juan Rosell, el presidente de los empresarios del Reino de España.


No os dejéis engañar por su cara angelical...
Naturalmente, ¿cómo no habíamos caido antes?. Son las amas de casa (bueno, igual también hay algún "amo de casa", según el análisis de nuestro amigo, pero como creo que serán los menos utilizaré sólo el femenino). Efectivamente, las amas de casa, organizadas en un contubernio contra el orden establecido, se han apuntado en masa al desempleo para cobrar un subsidio y así, hacer quebrar al sistema.

A mí me dan escalofríos saber que el ser humano (si es que estas amas de casa merecen que las llamemos así) pueda albergar tanta maldad. 

Es de agradecer que el presidente nos haya descubierto esta maquiavélica actitud de las amas de casa. Yo, en mi ignorancia, me había dejado embaucar y me había creído que el único fin de que las amas de casa quisieran trabajar (o en su defecto percibir un subsidio), era aportar algo de dinero para vivir o para subsistir a sus familias. ¡No sé cómo he sido tan tonto!

Menos mal que tenemos a pensadores como Rosell, (del que podéis consultar otras de sus preclaras propuestas en esta otra entrada) que descubren las aviesas intenciones de esas hordas de amas de casa. O a la fundación FAES, siempre dispuesta a elaborar propuestas para eliminar los derechos a toda esta gente que no los merece: la prestación por desempleo no puede seguir siendo un derecho de los trabajadores.

Porque las familias de estas amas de casa seguramente están llenas de vagos y degenerados que, si tienen dificultades, es como consecuencia de sus nefastas actitudes. La vida está llena de oportunidades, buenos empleos y condiciones que estas personas no aprovechan por su dejadez y su falta de esfuerzo. 

Y si no, pongamos como ejemplo a los empresarios. Ellos crean y mantienen sus empresas con su esfuerzo, abnegación y sacrificio. Gracias a ellos y a los puestos de trabajo que tienen la generosidad de crear nuestro país avanza. Y su esfuerzo no es en vano:  frecuentemente el éxito de sus empresas es también su éxito personal, y así ocupan los lugares más destacados de nuestra sociedad.

Toda la vida ha sido así. El que se esfuerza, prospera y el que no trabaja de manera abnegada sólo merece una vida llena de penurias y calamidades.

Hace falta ser muy malvadas y desagradecidas para querer subvertir este orden natural de las cosas.

Wang está asustado. Desde que supo el plan de las amas de casa, lleva unos días durmiendo con la luz encendida, no vaya a ser que una de ellas le sorprenda por la noche y, con alevosía y premeditación, le robe los pocos ahorros que aún conserva. O tal vez le haga algo peor y le robe los certificados de su plan chino de pensiones...

¡No quiero ni pensarlo!