martes, 18 de mayo de 2021

Cuando rectificar no es suficiente

El Gobierno de Aragón ha rectificado y ha incluido a los profesionales del Sistema de Atención Primaria de Servicios Sociales en la lista de profesionales esenciales a vacunar.

Por lo que acabo con esta entrada mis reflexiones sobre este proceso de vacunación, a través del cual he tenido la oportunidad de analizar algunas de las más profundas deficiencias de nuestro Sistema.

En lo que a mí respecta, me he vacunado dentro de mi grupo de edad, (a los que sabemos quien son Los Chiripitifláuticos nos están admitiendo ahora) y no, como esperaba, por mi condición de profesional esencial. Creía, iluso de mí, que el Sistema de Servicios Sociales iba a ser considerado de otra manera.

Bueno, al menos, algunos compañeros y compañeras más jóvenes verán reconocida su condición de profesionales esenciales, aunque sea de la manera tan tardía y descreída como el Gobierno de Aragón lo está haciendo. A mí ni siquiera me ha llegado esa magra y simbólica reparación.

Porque si algo me ha quedado claro con la pandemia y en especial con este tema de la vacunación es la extrema debilidad de la posición que ocupamos en la sociedad en general y en la política social en particular el Sistema de Servicios Sociales.

Un Sistema desorganizado, sin liderazgo ni guía, muy desprestigiado, residual. En demasiadas ocasiones ninguneado e invisibilizado y en algunas, como en ésta, maltratado y agraviado.

Creo que ese es el principal reto del Sistema, pues desde estas posiciones poco se puede aportar a la política social más allá de mantenernos en los papeles que al resto de actores les interesa que ocupemos.

Tener un Sistema de Servicios Sociales respetado y prestigioso es el único camino para ser útiles. Y obtener ese prestigio no depende tanto de que se reconozca lo que hacemos (de sobras es conocido por cualquiera que se interese) o de cómo lo comuniquemos. Sin negar que hay cosas que podríamos hacer mejor y que sin duda las podríamos contar de mejor manera, creo que conseguir ese prestigio pasa por una actitud digamos más “combativa”.

Hasta ahora hemos sido demasiado condescendientes con las pérdidas de respeto que hemos sufrido. Traicionados en muchas ocasiones por la pragmática, hemos asumido encargos extemporáneos y posiciones residuales que no nos han hecho ningún bien.

Estoy persuadido de que hay que incorporar posiciones mucho más claras de denuncia y hay que decir con claridad que no a muchos encargos y propuestas. Sé que nuestra dispersión y debilidad hacen difícil este camino, pero me parece que es el único posible en estos momentos.

En este sentido, la rectificación del Gobierno de Aragón y la tardía incorporación como profesionales esenciales a los planes de vacunación no me parece suficiente. Incorporación que estoy convencido de que si no nos ponemos a protestar todavía estaríamos esperando.

Los hermanos Malasombra
El insulto sufrido con la exclusión de nuestro Sistema durante estos meses ha sido demasiado grave y ya estaba llegando a niveles insostenibles. Hay profesionales de los ámbitos privados con mucha menos intervención que nosotros que llevan meses vacunados. Se está comenzando a vacunar incluso a voluntarios de otros sectores. Seguir excluidos de los planes de vacunación era ya un agravio consciente y deliberado que no se podía consentir más. El siguiente paso era acudir a la Justicia.

Por ello no basta con la incorporación ahora. Hay que identificar quién se negaba a nuestra vacunación y qué argumentos utilizaba para ello. Del mismo modo que tenemos que saber que contraargumentos se han intentado y con qué intensidad.

Mi hipótesis es que se tomaron esas decisiones basadas en una mezcla de prejuicios, desconocimiento y prepotencia. Y que quien tuvo la oportunidad de influir en ellas se inhibió de una manera incalificable.

Poner en valor el sistema significa también pedir explicaciones al respecto. El silencio que hemos sufrido como respuesta a nuestras demandas hasta ahora (y la desconfirmación que significa) no puede continuar.

Incluirnos en los planes no repara el daño sufrido. Vernos relegados como profesionales ha sido sentir cómo lo que muchos hemos estado construyendo durante años (un sistema de atención social en Aragón) no era valorado y que la respuesta a los problemas que hemos dado durante la pandemia (en muchos lugares los únicos profesionales que hemos estado presencialmente atendiendo problemas hemos sido los de Servicios Sociales) no ha importado en absoluto. Eso es en verdad lo que hay que reparar.

La herida es profunda. Creo que una vacuna no va a curarla por completo, si no viene acompañada de otro tipo de tratamiento.

Que estaría bien que comenzara por algún tipo de disculpa…

* * * 

Aprovecho para agradecer los apoyos sentidos durante este proceso por parte de usuarios, profesionales y amigos y también de quien se ha comprometido con el tema para que al final se corrigiese.

sábado, 8 de mayo de 2021

El doble vínculo en Servicios Sociales (o de cómo volvernos locos)

“No cualquiera se vuelve loco; esas cosas hay que merecerlas.”

Julio Cortazar.

 

 La teoría del doble vínculo fue acuñada y desarrollada por el antropólogo Gregory Bateson y su equipo de investigación en Palo Alto, California (1956). Está enmarcada en la perspectiva sistémica y hace referencia a aquellas situaciones comunicativas en las que se reciben mensajes contradictorios.

Esta teoría se formuló para explicar el origen psicológico de la esquizofrenia, dejando a un lado las disfunciones cerebrales e hipótesis orgánicas.

Si la comunicación fundamental en una familia es habitualmente doblevincular sus miembros pueden verse gravemente afectados en su desempeño psicológico.

Os hablo de esta conocida teoría porque opino que en la familia de Servicios Sociales éste es un modo de comunicación excesivamente frecuente y que está a punto de hacerse hegemónico y por tanto con alto riesgo de “volvernos locos”.

En la comunicación doblevincular el receptor recibe dos mensajes contradictorios. Habitualmente uno es explícito y el otro permanece implícito en la relación. Por otro lado está prohibida o es imposible señalar dicha contradicción, estando el receptor envuelto en una relación muy significativa con el emisor del mensaje, quien ostenta una posición de poder.

 El Sistema de Servicios Sociales está plagado de comunicaciones de este tipo.

Pondré un ejemplo, con una de las últimas situaciones y que, por su gravedad, me parece especialmente representativa: la vacunación del personal de servicios sociales como personal esencial. Más bien su no vacunación.

Mensaje A.- “El personal de Servicios Sociales es personal esencial.” El 26 de marzo de 2020, a través de la Orden SND/295/2020 del Ministerio de Sanidad, los Servicios Sociales, todos sus centros y trabajadores, independientemente de su titularidad se declara como Servicios Esenciales. Declaración que se reitera en la Ley 3/2021, de 12 de abril, por la que se adoptan medidas complementarias, en el ámbito laboral, para paliar los efectos derivados del COVID-19.

Más explícito y claro no se puede hacer.

Mensaje B.- “El personal de Servicios Sociales no es personal esencial”. Esta vez no se hace explícito. Simplemente, no se incluye al personal de Servicios Sociales entre los profesionales a vacunar.

Contradicción: Somos esenciales y no somos esenciales. Es como la paradoja cuántica del gato de Schrödinger, que está al mismo tiempo vivo y muerto.

Imposibilidad de comunicar: A pesar de las múltiples quejas, requerimientos y argumentaciones desde múltiples foros los responsables del plan de vacunación no se dan por aludidos. Ni una respuesta, ni una explicación. Silencio.

El uso del poder: La desconfirmación. No contestar tiene un mensaje: no importáis nada. Sois esenciales pero no significáis nada para nosotros, que somos los que decidimos. Nos da igual el miedo o la protección con la que tengáis que trabajar.

Los efectos de la contradicción. ¿Nos comportamos como esenciales o no? ¿Seguimos atendiendo presencialmente las problemáticas que lo requieran o dejamos de hacerlo? ¿Cómo vamos a dejar de hacerlo? ¿Pero si no es esencial nuestro trabajo podríamos dejar de hacer muchas cosas, ¿no? ¿Somos esenciales y prescindibles a la vez?¿O somos irrelevantes y muy necesarios? Qué lío...

Podría poner múltiples ejemplos más de este tipo de comunicación dentro del Sistema.  A todos los niveles y relaciones. Entre administraciones, entre profesionales y usuarios, entre los mismos profesionales, en relación con otras entidades…

Pero no lo haré. Os invito a buscarlas a vosotros. Seguro que las encontráis con facilidad pues, como digo, están por todas partes.

Por mi parte, me quedo con el ejemplo que os he puesto y que, como digo, me parece suficientemente representativo.

Hasta otra. Si no nos hemos vuelto locos antes.