Páginas

martes, 9 de junio de 2020

Cosas de pobres

Por fin se ha aprobado el Ingreso Mínimo Vital. Una prestación del Estado para la supervivencia material de las personas o, como se define en su Decreto Ley, garantizar la cobertura de las necesidades básicas a quien se encuentre en situación de vulnerabilidad por carecer de recursos económicos suficientes.


Sin duda es un avance en la Política Social, pues al configurarse como derecho subjetivo camina en la dirección de no condicionar la subsistencia a la realización de procesos de inclusión social. Y digo camina porque no lo consigue del todo. A lo largo de todo su complejo articulado subyacen los viejos paradigmas que definen la pobreza como un problema individual y no estructural de los que tanto cuesta desprenderse.

Algunas de las razones para que haya sido así las encontraréis en las entradas sobre "Lo que IMV esconde", en el blog de nuestra compañera Belén Navarro.

En entradas anteriores ya hemos hablado suficientemente que para que una Política Social sea eficaz en la lucha contra la pobreza y la exclusión social, y contribuya por tanto a la reducción de la desigualdad, ha de ser necesariamente UNIVERSAL Y NO CONDICIONADA. Este subsidio está lejos de todo ello, pero sí que supone una transferencia de rentas hacia los sectores más desfavorecidos que hasta ahora no se había conocido, intentando revertir la paradoja de que las rentas más altas reciban más en prestaciones sociales que las rentas más bajas.

En la capacidad que tenga este subsidio para desarrollarse en las dos dimensiones que he citado estará la clave de que pueda convertirse en la piedra angular de un verdadero Sistema Público de Garantía de Rentas o se convierta en una Renta Mínima disfrazada que no haga sino disgregar y complicar aún más un conjunto de prestaciones ya suficientemente dispersadas e ineficaces.

El Reglamento que va a desarrollarlo y el complicado encaje con las Rentas Mínimas Autonómicas serán los otros dos aspectos que determinarán los primeros pasos de esta nueva medida.

Como también será fundamental la postura que el Sistema Público de Servicios Sociales tome ante el mismo. No será fácil que se posicione en modo alguno, pues no en vano en este mismo blog he certificado la muerte de este Sistema en varias ocasiones. Las últimas a principios de este año, por ejemplo en la entrada "Ministerios y crespones", o un poco más atrás en ésta: "Coplas a la muerte de un sistema".

Como bien denuncia la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, ello se ha puesto de manifiesto de nuevo en el reciente reparto de fondos sociales que va a realizar el Gobierno, donde a diferencia de Sanidad, Educación, o Rentas (IMV), el Sistema de Servicios Sociales no recibe fondo alguno. Enlace. Un sistema ninguneado y olvidado es un Sistema muerto.

Incapaz por tanto de reflexionar o tomar postura, los restos de este Sistema de Servicios Sociales asumen el riesgo de volver a situarse en esa posición residual (de la que algunos han hecho identidad) y lanzarse compulsivamente a informar y gestionar (o ayudar a gestionar, que para el caso es lo mismo), un IMV, que, como prestación de la Seguridad Social, debiera gestionarse fuera del Sistema.

El riesgo es importante porque, como digo, partes del sistema han generado cierta identidad en estas posiciones residuales en las que, si algún otro sistema no hace lo que debe, lo cubrimos nosotros. Y también porque hay quien piensa que las políticas de atención a la pobreza son responsabilidad exclusiva del Sistema de Servicios Sociales y no de la Política Social en su conjunto, considerando que gestionarlas en otras lugares descapitaliza el sistema, que queda sin una importante función sin la que algunos no lo entienden.

De este modo, si el Sistema de Seguridad Social no tiene músculo para gestionar este IMV, no hay duda de que se terminará haciendolo en el Sistema de Servicios Sociales, más o menos abiertamente, incluso si es necesario de contrabando. Oiremos profusamente aquello de que la administración local es la más cercana al ciudadano y los servicios sociales quien trabaja con el sector de población al que va dirigido el subsidio. Por tanto, qué más natural que se gestione en los Servicios Sociales Locales.

La paradoja está en que el Sistema de Seguridad Social sí tiene ese músculo. La gestión que hace de las prestaciones contributivas, por ejemplo una pensión de jubilación, es de probada rapidez y eficacia. ¿Porqué no ha de hacerse igual para el IMV, sin que los Servicios Sociales tengamos que intervenir?

Os lo diré.

Porque en el fondo, esto son cosas de pobres.


8 comentarios:

  1. Como siempre totalmente desacuerdo. Creo que no está siendo nada fácil desmontar la subsidiaridad de los servicios sociales, y habló también de creencias de las mismas profesionales.
    Estos meses he sufrido con las prestaciones de emergencia, poco presupuesto, necesidad de papeles y una justificación aún más bochornosa. Estoy cansada y afta.
    Muchas gracias, desde mi Levante feliz.
    Reme

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias a ti. Tienes razón, no salimos de la subsidiaridad ni de la residualidad; es más, como digo en la entrada, hemos adquirido identidad en ello. Si a eso unimos el burocrático asistencialismo al que nos vemos abocados, el desastre está servido. Un abrazo.

      Eliminar
  2. Enhorabuena Pedro. A la expectativa de esos convenios que nos van a colar en lo que podría ser una oportunidad de reencuentro con los servicios sociales

    ResponderEliminar
  3. Gracias Pedro por tu claridad y alzar la voz. En el Colegio de TS vivimos con mucha preocupación. Podríamos estar en un momento histórico para desoojarnos de lo que nunca debería haber sido objeto del sistema público de Ss. Hay que insistir y dejar clara la posición del Trabajo social. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me gustaría equivocarme, pero pinta muy mal. Como digo en la entrada, hemos generado identidad en la residualidad y no hemos sido capaces hasta ahora de generar un objeto propio más allá de la atención a la pobreza, al menos en la práctica. En breve veremos cómo una gran mayoría de sectores (incluyendo una parte importante de nuestra profesión) defiende que nos hagamos cargo de esa prestación y el debate (si se hace) se hará sólo sobre los medios necesarios para ello. Otro abrazo de vuelta.

      Eliminar
  4. Pedro, no puedo estar más de acuerdo. Y es preocupante que unos de los concejales del PSOE del Ayto de Madrid, mantenga en todas sus intervenciones en los medios de comunicación que los servicios sociales municipales tramiten el IMV.
    Cuanto desconocimiento por parte de la clase política del maltrecho sistema de servicios sociales....
    Muchas gracias por tus textos!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí. La ecuación IMV = POBRES = SERVICIOS SOCIALES está muy arraigada, no sólo en la clase política. También en la ciudadanía y en un número no despreciable de técnicos. Gracias a tí por comentar.

      Eliminar
  5. " Esto, como bien se afirma es cosa de pobres"....pero dada la situación a la que estamos abocados por esta crisis, esta vez motivada por la pandemia, el número de pobres está sobrepasando todas las expectativas. La solidaridad ya se ha manifestado con creces, ahora la responsabilidad política tendrá que dar un paso al frente.... Todos vamos en un mismo barco, los pobres, los que no éramos tan pobres y los que quizá jamás pensaron verse en esta situación. Necesitamos más que nunca unos Servicios Sociales a la altura de lo que acontece

    ResponderEliminar

Gracias por comentar.