miércoles, 27 de octubre de 2021

Postureo

Dícese del "comportamiento poco natural de una persona que se esfuerza por dar una imagen pública para conseguir la aprobación de otras personas".

Esto del postureo se ha puesto muy de moda en los últimos años, sobre todo con la eclosión de las redes sociales, donde encuentra un contexto muy favorable. Se trata de un comportamiento donde la imagen tiene más importancia que la realidad y las apariencias imperan sobre las verdaderas motivaciones.

A mi juicio, es un fenómeno que transciende el mero exhibicionismo público que una persona o entidad puede hacer ante su potencial público o, las más de las veces, simplemente ante su cohorte de seguidores.

Creo que es un comportamiento, una actitud, que ha invadido todas las esferas, incluidas las respuestas políticas a los grandes problemas sociales que hoy nos atraviesan.

En el fondo se trata de parecer que se hace algo. En ese sentido es una especie de pseudo-intervención donde se trata de aparentar que se hace lo correcto, sin que los resultados finales importen demasiado. Los protocolos tienen más importancia que las soluciones y la implementación de medidas mucho más que su impacto real.

Dichas medidas serán además más numerosas y más agrandadas, no en función de la gravedad del problema, sino en cuanto la percepción pública del mismo o la estrategia de algún grupo implicado así lo determinen.  

Las evaluaciones son siempre de procesos, rara vez de resultados, y la crítica es imposible o está prohibida: se está haciendo lo correcto.

Detecto que en política social el virus del postureo campa a sus anchas, convirtiendo todos los programas a los que infecta en un “como si”, esto es, abordar la problemática como si nos estuviéramos ocupando realmente de ella cuando todos sabemos que los intereses en juego son otros.

Lo más grave es que, a diferencia del coronavirus, este otro cuenta con mayoría de negacionistas. Aunque la realidad, tozuda, nos devuelva una y otra vez que los problemas no se solucionan y que cada vez más personas son expulsadas del camino en forma de exclusión social, de sufrimiento o de pérdida de oportunidades.

Y el verdadero drama es que tenemos vacunas, pero no queremos utilizarlas.


viernes, 1 de octubre de 2021

EL volcán

Dolor y miedo. No se me ocurren mejores palabras para definir lo que imagino deben sentir los habitantes de la isla de La Palma ante la cólera con que el volcán está arrasando sus propiedades y sus medios de vida.

No puedo ni pensar qué debe suponer perder la casa en la que has pasado tu vida, o ver arrasados irremediablemente tus cultivos, o vivir con la incertidumbre de qué futuro te espera a ti y a los tuyos mientras las explosiones y el ruido atronador de la lava expulsada por el volcán amenaza con llevarse todo por delante.

Aunque desde un lugar seguro como el que escribo es difícil imaginarse ahí, es fácil empatizar con quien está sufriendo semejante desventura. Por eso entiendo la explosión de solidaridad que a lo largo de todo el Estado se está produciendo.

Galas solidarias, actos benéficos, donaciones… iniciativas de entidades públicas, privadas o particulares, todas destinadas a recaudar fondos para que los afectados puedan hacer frente a las necesidades de subsistencia, alojamiento, medios de vida...

Diversos Ayuntamientos de la zona, el Cabildo insular, incluso Cruz Roja, han habilitado números de cuenta y bizum para vehiculizar esta expresión solidaria.

No juzgo estas iniciativas, ni mucho menos en momentos de tanto dolor e incertidumbre, pero sí me surgen algunas preguntas:

  •  En un Estado Social y de Derecho ¿es la solidaridad ciudadana la que debe garantizar la atención a las necesidades de los afectados por una desgracia como esta?
  • ¿Carece el Estado de la capacidad o los medios necesarios para proteger a los afectados y por ello son necesarias estas ayudas solidarias?
  •   ¿Son complementarias estas ayudas solidarias y las ayudas públicas? ¿Cómo se articula esta complementariedad?
  •  ¿Estado o Sociedad Civil?. ¿Impuestos o donaciones? ¿Cómo se entiende la protección social ante una desgracia como la que nos ocupa?
Son preguntas que me planteo al reflexionar sobre estas noticias y que sólo quería compartir con vosotros mientras deseo a los ciudadanos de La Palma que se acabe esta pesadilla cuanto antes.