miércoles, 30 de diciembre de 2020

¡Malditos finlandeses!

El pianista inglés James Rhodes cae bien. Es simpático, un virtuoso músico, confiesa una admiración importante por nuestro país y ha hecho de su infancia desgraciada una palanca para luchar contra el maltrato infantil.

Parece ser que por esas cosas le han concedido la nacionalidad española. Nacionalidad que espero que hubiera pedido porque si no… Pongo por caso que a mí, digamos los finlandeses me conceden la nacionalidad sin que la haya pedido y los mando a freír espárragos. Porque mira que a mí me gusta Finlandia, con su frio, su nieve y todo eso, pero con los finlandeses… ¡es que no puedo! ¡Qué se habrán creído! ¿Que pueden conceder su nacionalidad a quien quieran? Pues conmigo han pinchado en hueso. A otro perro con su prepotencia. 

¡Buf!, los finlandeses…

Pero mi hipotético caso con los finlandeses (¡qué inquina les he cogido en un rato, oye!) no tiene nada que ver con el del pianista que venimos hablando.

Seguro que él, enamorado de España como dice estar y viviendo desde hace tiempo en nuestro país tenía una solicitud de nacionalidad española, con su correspondiente expediente y demás, donde hay que aportar pruebas y documentos de que te corresponde la concesión.

Y el Gobierno, en atención a esos méritos que hemos nombrado, ha decidido saltarse el procedimiento ordinario y utilizar la concesión por “carta de naturaleza”, procedimiento tan legal como el anterior que consiste en valorar el posible merecimiento y concederlo sin más criterios que la voluntad política de hacerlo.

En mi pueblo hay un dicho que resume el procedimiento. Y disculpen mi exabrupto, pero de modo literal se dice: “por mis cojones, fulanico, alguacil”, expresando la supuesta potestad de cualquier alcalde para nombrar a quien él considere para ese puesto. Potestad que parece que tenían los alcaldes en tiempos pretéritos y que, visto lo visto, se mantiene todavía en muchas áreas, entre ellas, las de la concesión de la nacionalidad española a los amigos de turno.

Porque en el fondo, no son los méritos de este pianista quien le han llevado a conseguir la nacionalidad. Es la amistad con el gobernante oportuno.

Porque si fuese por méritos… ¡anda que no hay inmigrantes que se lo merecen tanto o más que el personaje del que hablamos! Y no hablo de los deportistas esos a los que les regularizan la situación en un plis-plas. Hablo, por ejemplo, de la mujer ecuatoriana que lleva años cuidando de mi vecino dependiente, o del padre argelino que se agarra a cualquier peonada en el campo para sacar adelante a sus hijos (sí, esos hijos cuya presencia ha permitido que no se cierre la escuela en mi pueblo).

Creo que así se pierden argumentos. Es complicado decir que defiendes la justicia o la igualdad cuando concedes privilegios. Por amistad, pero privilegios. Merecidos, pero privilegios.

Justo antes de la pandemia, ya escribí (enlace) que llamar ley Rhodes a la nueva ley de protección a la infancia propuesta por el Gobierno me parecía una desconsideración imperdonable hacia otros muchos colectivos profesionales y ciudadanos que se están dejando la piel en la defensa de los derechos de la infancia. Creo que esta concesión responde a los mismos criterios y errores.

Y no se me interprete mal. Que no tengo nada en contra del pianista James Rodhes. Como tampoco tengo nada en contra de los finlandeses. Pero desde que a uno le han dado a dedo la nacionalidad española y los otros se empeñan en hacerme finlandés, les estoy cogiendo una manía…

domingo, 27 de diciembre de 2020

¡Feliz año 1907!

 

 Finalizando este año que tanto dolor y desasosiego nos ha traído, aprovecho para dejaros todas las entradas del blog de este año en formato pdf, por si las queréis conservar o consultar en este formato.

 TRIBULACIONES AÑO IX (2020)

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Os recuerdo que los enlaces a los documentos correspondientes a años anteriores los ténéis en esta entrada

Actualización entradas blog pdf (2012-2019)

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También quiero aprovechar para recuperar la Comunicación que realicé para el Congreso de Trabajo Social de Aragón en 2017 

¿Cómo se perdió Alicia en el País de las Maravillas? Sobre la desaparición del Trabajo Social en el Sistema de Servicios Sociales

    que recientemente acabo de repasar y que me parece que sigue teniendo mucha vigencia y actualidad.

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Y por supuesto, desearos, de parte de Wang y mía, un feliz año nuevo, donde consigáis vuestros retos y se cumplan vuestros sueños.

Un fuerte abrazo, ahora que parece que vamos a ir recuperándolos poco a poco, para tod@s.


PD. Sí, ya sabemos que estamos felicitándoos un año del siglo pasado, pero es que Wang ha calculado que, dado el actual retroceso en la política social de nuestro país, con la multiplicación imparable de tómbolas benéficas, bancos de alimentos, recogidas de juguetes y demás acciones caritativo-asistenciales, es más o menos esa fecha en la que creen estar nuestros gobernantes.

jueves, 17 de diciembre de 2020

Los burros y las hormigas

 Con este título participé ayer en la Mesa Redonda que el Consejo General de Trabajo Social organizó para reflexionar sobre la propuesta de definir un Sistema Nacional de Cuidados.

 Junto a Belén Navarro y Mª José Aguilar tuve la oportunidad de desarrollar estas reflexiones desde la óptica de la Política Social y los Servicios Sociales.

 Como algun@s de vosotr@s me habéis solicitado la presentación power-point que utilicé y el texto completo de mi aportación, lo comparto a través de estos enlaces:

  PRESENTACION BURROS Y HORMIGAS

TEXTO INTEGRO BURROS Y HORMIGAS 

Como todo en este blog, ya sabéis. Uso libre y, aunque no es imprescindible, si citáis la procedencia, mejor.

Gracias por vuestro interés.

viernes, 4 de diciembre de 2020

Sopa boba en el siglo XXI

 

Sra. Meritxell Batet

Presidenta del Congreso de los Diputados

Estimada Presidenta:

Permítame presentarme. Soy un Trabajador Social que trabaja en la Atención Primaria del Sistema Público de Servicios Sociales. Más concretamente, en el medio rural de Aragón.

Le escribo la presente con una mezcla infinita de dolor, rabia, resignación, impotencia, asco y frustración, motivada por la noticia que acabo de leer en el periódico y que dice que el Congreso que preside abrirá en Nochebuena para repartir cenas a personas sin recursos y que usted personalmente se encargará de entregarlas. Noticia.

Tal vez se pregunte cómo tan loable iniciativa puede generarme esos sentimientos tan cercanos al vómito. Le explico.

Formo parte de un colectivo, los profesionales del Trabajo Social y los Servicios Sociales, que llevamos mucho tiempo en primera línea de batalla contra la pobreza y la exclusión social. Presenciando impotentes el desarrollo de políticas sociales que, lejos de proteger a la población vulnerable, incrementan su sufrimiento y malestar. Sin medios, invisibilizados y ninguneados, viendo como las intolerables y escandalosas cifras de pobreza y desigualdad parecen no importar a los gobernantes de nuestro país. Poniéndole cara, ojos y realidad a esas cifras, en contacto con la población más vulnerable que representan.

Desde esas trincheras, a través de nuestra historia y en el momento actual hemos intentado que la protección social en nuestro país superase prácticas propias de otros tiempos, como la caridad, el asistencialismo, la beneficencia o la filantropía y las sustituyese por otras basadas en el rigor metodológico y en el conocimiento científico, asentadas en unos derechos sociales para toda la población.

Tal vez no lo conozca, pero en siglos pasados una de las políticas de asistencia a los pobres más frecuentes era lo que se conocía como “Sopa boba”, una especie de guiso que se componía con las sobras de los conventos y que se repartía a los pobres que acudían a sus puertas.

Hace ya 7 años, el colectivo de Marea Naranja en Aragón realizó una recreación de esta iniciativa para denunciar la regresión que estaba experimentando la política social del Estado. Le invito a que consulte esta entrada “Sopa Boba” y los enlaces que contiene.

Desde entonces, hemos ido presenciando la deriva de la política social hacia prácticas cada vez más retrógradas, hasta el punto que la beneficencia y la caridad se han asumido como la respuesta preferida y dominante ante la pobreza y la exclusión.

Personalmente, creía que el Gobierno progresista que se encuentra representado en el Convento (digo en el Congreso) que preside daría un giro a estas políticas. La iniciativa que acaban de aceptar desarrollar indican lo contrario.

Pero le voy a ser sincero. No nos pilla de sorpresa. En el peor escenario desde hace décadas, con un incremento inusitado de la población vulnerable, fracasan ustedes con una medida como el Ingreso Mínimo Vital, llena de prejuicios en su diseño y de insuficiencias en su desarrollo, dejando claro que su modelo es otro. El de pocos derechos y mucha beneficencia.

Pero bueno, no nos queda otra que asumirlo.

Y en consecuencia, para que vea que le escribo de buena voluntad y que soy capaz de guardarme mi decepción para intentar ser útil, me atrevo a darle unos consejos para esa iniciativa que va a desarrollar. Llevo mucho tiempo estudiando el tipo de políticas que las impulsan, así que me considero capaz de darle una orientación experta que pongo, gratuitamente, a su disposición.

En primer lugar, no se vista ese día de manera muy alegre. Aunque sea Nochebuena, un vestido oscuro, negro si lo prefiere, con una falda debajo de la rodilla sería lo apropiado. ¿Recuerda las fotos de la Sra. Díaz Ayuso, la Presidenta de la Comunidad de Madrid, durante la primera fase de la pandemia? Ese es el look. Gesto lánguido, mirada triste y perdida, manos en el pecho… Intente imitarla, es una verdadera experta en esas ceremonias, simulacros de la compasión.

Maquíllese como ella. Más bien poco y con el maquillaje debajo de los ojos ligeramente difuminado. Como sugiriendo que ha llorado un poco y que la situación de los pobres a los que está entregando los alimentos le entristece y le conmueve profundamente. Las fotos pueden quedarle estupendas.

Bien pensado, incluso podría invitar a la Sra. Diaz Ayuso a repartir las cenas con usted. Seguro que aceptaría. Al fin y al cabo, comparten ustedes los mismos valores y actitud caritativa. Ya veo los titulares: “Meritxell Batet e Isabel Diaz Ayuso aparcan sus diferencias por un día y se entregan desinteresadamente a aliviar a los pobres en esta Navidad”. Glorioso.

En cuanto a los pobres que van a acudir… Tendrá que darles usted unas cuantas instrucciones antes. Un protocolo o algo así. Que vengan desarrapados, pero sin pasarse de harapos, sucios pero no malolientes. Nada de dientes mellados o tetrabriks de vino barato, que eso da muy mala imagen. Elíjalos con cuidado. Alguna mujer con gesto sufriente y unos cuantos niños estratégicamente distribuidos en la fila, que eso queda siempre bien y le permitirá a usted hablar luego de las políticas de protección a la mujer o a la infancia.

Con respecto a la cena, no se vayan a pasar. Yo le recomiendo volver a los orígenes de la iniciativa. Si lo hacen en el contenido, háganlo también en las formas. Coherencia, se llama. Así que ya sabe: un buen caldero de sopa humeante y un buen cazo para repartirlo. Otro diputado, alguien de Podemos, pongo por caso por eso del Gobierno de coalición, puede estar previamente repartiendo mendrugos de pan entre el gentío de pobres, conveniente agolpado ante el caldero de sopa (manteniendo la distancia COVID, claro, que aunque vaya a deslucir un poco el acto, es necesaria).

Pues nada, ya me despido. Lamento haberle expuesto mi contrariedad con la iniciativa que van a desarrollar, que preferiría que hubieran sustituido por un poco de autocrítica respecto a su política social, esa que consiente esos niveles de pobreza que hacen necesarios esos indignos bancos de alimentos, tómbolas caritativas y cenas benéficas. Y si en lugar de presumir de los mismos, se encargaran de desarrollar políticas para que no fueran necesarios, no le harían falta mis consejos.

Mientras, procure seguirlos. Le aseguro que el acto quedará mucho mejor.

Atentamente.