sábado, 7 de marzo de 2020

El pianista

"El pianista" da título a una famosa película de Roman Polansky sobre las memorias del músico polaco de origen judío Wladyslaw Szpilman, en las cuales narra su lucha por la supervivencia en el gueto de Varsovia durante la Segunda Guerra Mundial.


Pero hoy quiero hablar de otro pianista. Este es de origen inglés, y en esta ocasión su nombre, James Rhodes, es con el que se está conociendo y divulgando la nueva Ley de Protección de la infancia frente a la violencia que parece que está elaborando el actual Gobierno.

Bienvenida sea cualquier iniciativa que permita avanzar en el sitema de protección a la infancia. El maltrato infantil es una problemática en nuestro país que nunca se ha considerado suficientemente en cuanto a su extensión ni en cuanto a su gravedad. A mi juicio, uno de los grandes debes de nuestra política social.

Por ello, si este Gobierno se pone a ello creo que debemos felicitarnos.

Lo poco hasta ahora que se está conociendo de esta Ley parece que habla de reformar los plazos legales de prescripción en el abuso sexual y regular la obligación de denunciar cualquier indicio de maltrato que pudiera cometerse hacia un menor. Supongo que en las próximas fechas iremos conociendo el resto de aspectos de esta necesaria Ley, pero de los aspectos que han trascendido, ya me ha sorprendido el segundo que he relatado.

Yo pensaba que la obligación de denunciar ya estaba suficientemente claro en la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor, en la que en su Artículo 13 establece la obligatoriedad de todos los ciudadanos de comunicar una situación posible malos tratos a una persona menor de edad: 

“Toda persona o autoridad, y especialmente aquellos que por su profesión o función, detecten una situación de riesgo o posible desamparo de un menor, lo comunicarán a la autoridad o sus agentes más próximos, sin perjuicio de prestarle el auxilio inmediato que precise". (sigue)

Pero bueno, como yo no soy jurista, tal vez alguien haya pensado en la necesidad de dejar más claro este aspecto, así que daremos un voto de confianza a la espera de ver cómo se concreta.

Lo que sí me parece más grave es que el Gobierno esté atribuyendo a este pianista inglés un papel decisivo en el impulso y la elaboración de esta Ley, hasta el punto de nombrarla con su apellido.

Sín ánimo de quitar ni un mérito al trabajo que este pianista inglés haya hecho para defender en nuestro país los derechos de los menores ni a la instrumentalización que haya hecho de sus dotes musicales para visibilizar una problemática de la que él fue también víctima, esta atribución del Gobierno me parece una pérdida de respeto hacia el trabajo de una ingente cantidad de profesionales, personas, entidades y asociaciones que llevan denunciando e intentado visibilizar el problema desde hace muchos años.

Por ejemplo, la Federación de Asociaciones para la prevención del maltrato infantil (FAPMI), que lleva décadas denunciando la problemática y aportando contenidos para la lucha contra la misma, como por ejemplo la campaña Uno de cada cinco, para el abordaje del abuso sexual infantil.

Espero que, además de en el pianista inglés, a la hora de concretar la Ley el Gobierno se asesore por estas entidades, o sin ir más lejos, por los profesionales de toda la red de servicios sociales (sí, esa que han decidido ningunear), cuyo compromiso con la problemática (más allá de todas las informaciones y noticias interesadas sobre su ineficacia o dejadez), no deja lugar a dudas.

Y es que puestos a elegir un nombre para la Ley, personalmente yo no elegiría a un hombre (por mucho que sepa de música o por mucho que haya sido víctima de abuso o maltrato en Inglaterra). Las mujeres, (las niñas) en esto como en otras muchas cosas también tienen un sesgo, y son en mucho mayor porcentaje agredidas y maltratadas, especialmente en el terreno del abuso sexual.

Si es cuestión de elegir un nombre propongo "Ley María del Carmen García" (*). Mª del Carmen es una niña. No sabe tocar el piano y aunque nadie la escucha, lleva sufriendo abusos sexuales desde hace varios años. Forma parte de ese 90% de casos que no se detectan y que nunca llegarán a los tribunales.

Me parece que, si el objetivo de esta Ley es entre otros poder ayudar a  niñas como Mª del Carmen, ponerle su nombre sería un primer paso. Porque denominarla con el nombre de un pianista, inglés y hombre, me parece comenzar desafinando.

Y este es un asunto suficientemente importante como para que la melodía no desafine. Es algo que, aunque no seamos pianistas, sabemos bien.

*****

(*) Mª del Carmen García es un nombre ficticio, compuesto con el nombre
 y el apellido más común en España, según los datos del INE

3 comentarios:

  1. Muy elegante, Pedro. A mí me saldrían sapos y culebras.

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  2. Qué cierto y verdad es. Ya podemos trabajar que si no viene alguien de fuera y lo señala no se nos dará la razón.
    Con todo le agradezco que difunda y participe en llamar al orden a políticos y juristas, en poner el acento en la denuncia social y no solo en la música... Pero que se hagan mirar por qué escuchan al pianista y no a los profesionales... Será que desafinamos, que no somos moda, será que esta profesión mayoritariamente feminizada no tiene suficientes escalas para salir bien en la foto.
    Hacer "postureo" de este drama tan real como anterior de "la llegada del pianista a la península" me parece como poco de sinvergüenzas desmemoriados.

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