sábado, 7 de diciembre de 2013

Lo difícil de lo fácil

Si alguna entrada me ha costado publicar es ésta que voy a compartir con vosotros ahora. Os cuento mis reflexiones sobre la lamentable noticia que ha conmocionado a mi pueblo, en el que el cura de la parroquia se ha visto envuelto en unos oscuros asuntos y ha sido acusado de varios delitos.


El juicio final (1570) de Marten de Vos (1532-1603)
Es una noticia de la que me duele hasta reflexionar. Me enfada, me da rabia, me entristece, me apena, me desconcierta y me llena de desesperanza. Casi me avergüenza escribir sobre ella. Pero no puedo evitar el comentarla, hay algo que hace que me sienta comprometido a ello. Además, creo que lo que voy a decir puede resultar incómodo para algunas personas y temo que se malinterpreten mis palabras y/o generar algún desagrado. Pero siento que debo hacerlo.

La noticia, que seguramente habréis conocido, se resume más o menos en que este párroco ha sido acusado de apropiarse indebidamente de unos fondos de la parroquia para dárselos a unas familias que él consideraba que los necesitaban y con las que además parece que estaba envuelto en una serie de amenazas y extorsiones en torno a unos supuestos acosos o favores sexuales.

Con todas las reservas que el desarrollo de la información en estas noticias tiene, llenas de claroscuros, quiero señalar algunos aspectos que me han golpeado especialmente.

Primero me referiré al tratamiento mediático de la noticia. Como era de esperar, los medios de comunicación han hecho un acercamiento morboso y espectacular al tema. Lamentablemente, mi pueblo se hizo famoso (también lo recordaréis) hace más de un año como consecuencia de la chapucera "restauración" de una pintura de un "ecce-homo". Os enlazo la entrada que elaboré al respecto entonces y donde hacía una serie de reflexiones que, al hilo de lo sucedido ahora, me parecen más oportunas que nunca.

Esa fama y popularidad ha jugado negativamente para que la noticia todavía haya llamado más la atención. El "cura del ecce-homo" encarcelado por robo y acoso sexual. Casi nada. Me cuesta comprender que en este contexto a alguien le haya sorprendido cómo los periódicos y televisiones han dado difusión al tema. Es una factura que la popularidad así conseguida nos hace pagar ahora.

Otro asunto, mucho más importante, es la polarización que se ha producido en torno al hecho. Enseguida han circulado dos versiones, dos opiniones sobre lo sucedido. 

Una primera versión dice que el cura es un santo. Un hombre comprometido con los pobres, abnegado y sacrificado en su tarea y al que, por causa de su bondad e ingenuidad, ha sido engañado por un clan de delincuentes que primero se acercaron a él pidiéndole ayuda para sus necesidades y terminaron exigiéndole dicha ayuda mediante amenazas y extorsiones.

Otra versión se alinea con la identificación de los curas y la Iglesia como una entidad oscura, llena de asuntos turbios, envueltos en asuntos económicos y sexuales que se encargan de tapar enseguida. En esta versión este cura es uno más de los tantos que han utilizado su posición de poder para obtener favores sexuales (o al menos ha sucumbido a las "tentaciones carnales") y al descubrirse, ha intentado comprar el silencio mediante dádivas y utilizando el dinero de la parroquia.

Personalmente, ambas versiones me parecen, y así las defino, como "fáciles". Ambas dividen el mundo en dos: héroes o villanos, santos o depravados. No hay grises. Ambas obvian la complejidad del ser humano, llena de contradictorios matices y de aristas poliédricas. 

Y ambas versiones, sobre todo, juzgan. Buenos y malos. 

Por mi parte, no me identifico nunca con las versiones "fáciles" y huyo como de la peste de la posición de juzgar (en la que lamentablemente me encuentro a veces, quiero pensar que cada vez menos).

Tengo la suerte de poder ejercer el Trabajo Social, y ello me ha puesto en contacto con muchas situaciones difíciles, complejas, conflictivas y contradictorias, que me han descubierto lo mejor y lo peor del ser humano. Situaciones de sufrimiento en las que las cosas no son nunca como parecen. Donde los "malos" a veces son los que más actitudes positivas tienen y donde con los "buenos" no puedes construir nada útil. Situaciones donde los "débiles y pobrecitos" ocupan la posición de poder y control y los "fuertes" ven relegadas sus oportunidades. 

Y he aprendido que sólo desde una posición de neutralidad profesional puedes arriesgarte a comprender lo que sucede en esas situaciones para que tu intervención pueda servir para cambiarlas. Remarco lo de profesional, pues es un concepto bastante alejado de lo comunmente conocido como neutralidad, que tiene más que ver con no tomar partido y no comprometerse.

Por eso quiero huir de juzgar a este sacerdote. Veremos si al final ha cometido o no los delitos de los que se le acusa y si tiene o no que pagar por ellos. Como tampoco quiero juzgar a la familia que supuestamente le extorsionaba, y a los que parece ser que se les sitúa como reconocidos delincuentes. Ni siquiera quisiera juzgar a los medios de comunicación, ni el tratamiento que han hecho de la noticia.

Me entristece especialmente los juicios rápidos que oigo en relación al hecho. Que si "todos los curas son iguales", o que "esto pasa por ayudar a quien no se lo merece". Juicios preñados de (valga la redundancia) prejuicios, actitudes racistas y en general, bastante irreflexión.

Yo no quiero buscar culpables. Ya se ocupará la justicia de ello. Yo prefiero hablar de responsabilidades, y aquí todos tenemos una parte y en especial, los actores de este drama.

Y es mi parte de responsabilidad la que me lleva a señalar un aspecto que a mi me parece crucial en este caso y que entre otras cosas me ha llevado a elaborar y publicar este difícil escrito. Para mí el problema surge debido a la posición que ocupaba el cura, relacionándose con diversas familias para valorar sus necesidades, y desde su criterio, repartirles dinero para "ayudarlas". Según los medios de comunicación, realizaba una "encomiable labor" ayudando a los numerosos pobres que acudían a su casa y a los que repartía el dinero de la parroquia.

Esta posición, que no es exclusiva de este cura, es una arcaica forma de acción social que algunos creímos que podría erradicarse y que vemos con desesperanza cómo no termina de desaparecer, cuando no es manifiestamente potenciada.

En muchas ocasiones están movidos por la buena voluntad, pero no es menos cierto que en otras están impelidos por otro tipo de motivaciones que les llevan a confundir la satisfacción de su necesidad de sentirse buenos y útiles con la cobertura de las necesidades de los demás. En otras ocasiones, también es cierto, hay otros oscuros y egoistas intereses (obtención de favores, recogida de votos...). Como os digo, no se cuáles han sido las motivaciones concretas en este caso. Espero y deseo que hayan sido únicamente las primeras, pero no me corresponde a mí juzgarlas.

Lo que sí me interesa es señalar que, independientemente de las motivaciones, este tipo de actitudes son muy frecuentes y gozan lamentablemente de un gran prestigio social. Por ejemplo en la iglesia católica, o en la política. Curas y alcaldes que obvian cualquier proceso de reflexión compartida con otros, que ningunean cualquier valoración profesional y, desde su individualidad, deciden sobre el bien y el mal y se dedican al noble arte de "hacer el bien a sus conciudadanos". Naturalmente, lo que ellos entienden por hacer el bien. Que con demasiada frecuencia se convierte en daño, el cual dificilmente identificarán y que se revelará de formas insospechadas para ellos.

Tengo muchas heridas fruto de las peleas que he librado en muchas ocasiones contra este modelo.

Por eso me gustaría que de toda esta noticia saliese algo positivo. Tal vez aprendamos que ayudar a los demás no es "dar dinero a los pobres". Que cualquier ayuda a los demás ha de ser fruto de un proceso, de una valoración en la que se tengan en cuenta el montón de variables exógenas y endógenas que forman parte de una situación problemática. Aprovecho para señalar que hablo de procesos de ayuda, no de formas variadas de solidaridad o ayuda mútua.

Estos procesos de ayuda es una irresponsabilidad pretender construirlos desde la individualidad, al margen de las organizaciones o de los procesos formales que la sociedad y las instituciones han creado para desarrollarlos. En el caso de la política existen los servicios sociales públicos y en el caso de la iglesia católica hay incluso una institución específica creada para dicho fin: Cáritas. ¿Porqué a pesar de existir estos canales hay personas que prescinden de ellos y se lanzan individualmente a la tarea de intentar ayudar a los demás?

Pienso que estas personas creen que ayudar a los demás no es algo que tenga una especial dificultad. Total, consiste en escuchar los problemas y penurias de la gente (en el fondo es halagador que recurran a tí para ello), apiadarse de sus situaciones (cómo no conmoverse ante distintos dramas humanos, si además están presentados convenientemente) y desde la conmoción y conmiseración sentidas, proporcionar esa ayuda económica que el demandante te ha presentado como la solución a sus problemas y dramas.

Desde mi humilde opinión, creo que todo ésto ha sido un factor importante para que se haya dado este lamentable suceso. Tal vez si dejamos de una vez las formas caritativas e individuales de la acción social y las sustituimos por procesos de ayuda organizados basados en derechos y en justicia y no en la graciabilidad o en la pena, evitaremos que sucedan cosas como ésta y si este suceso nos hace reflexionar sobre ésto habrá servido para algo.

Porque erigirse en el salvador individual de algo o de alguien tiene muchos riesgos. Y para evitarlos, nada mejor que de algunos problemas se ocupe la tribu entera, y no un indivíduo suelto.

No se si lo conseguiremos. Mientras tanto, me atrevo a pedir a los que me habéis acompañado hasta aquí en este escrito, que no emitáis juicios sobre este asunto. Porque ayudar a los demás es fácil. Juzgar también. Sólo que a veces las cosas se complican y descubrimos que lo aparentemente fácil era muy difícil.

Es lo difícil de lo fácil.

6 comentarios:

  1. Menuda reflexión. Me ha gustado mucho.
    Sirve de lección y metáfora para ayudar a distinguir lo que significa ayudar y hacerlo de la forma en que se hace desde el Trabajo Social.
    Efectivamente, te doy la razón, en cuanto a la ayuda supuestamente desinteresada de alcaldes/as y otras organizados a las que estoy viendo florecer en los pueblos donde trabajo y que se dedican a dispensar ayuda porque suponen que los demás la necesitan. Lo de hacen de manera más o menos acertada, pero a mí también me ha servido para darme cuenta de que cuando alguna situación se complica por necesitar un abordaje más amplio (trastornos mentales, por ejemplo) o gente que exige la ayuda por comparaciones con los demás, etc... entonces, no saben muy bien qué respuestas dar y finalmente, acaban cediendo para expulsar a esas personas a los Servicios Sociales municipales. Porque como tú dices al final: "las cosas se complican y descubrimos que lo aparentemente fácil era muy difícil".

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    1. Me alegro de que te haya gustado, Alicia. Como muy bien dices desde tu experiencia, es un tema muy frecuente y bastante complejo. Saludos.

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  2. Una entrada muy difícil de publicar, Pedro, no me extraña que hayas tenido todos esos sentimientos encontrados. Se entiende la necesidad que has tenido y el objetivo de hacerlo. Gracias por tu valentía y sobre todo por demostrar cada día con cada una de tus entradas, tu valor como profesional. Un abrazo.

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    1. Gracias a tí, Eladio, por tu generosa valoración y apoyo. Efectivamente, me sentía comprometido a hablar de este suceso, por difícil que me resultara.
      Saludos.

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  3. Ay Pedro, como me identifico con esta entrada...En El Ejido, en el año 2000 sufrimos un brote xenófobo porque hubo tres asesinatos por parte de inmigrantes a población autóctona y lo recuerdo con espanto...Me parece una entrada sensata y valiente, porque en esta España aceitosa y cateta es mucho más cómodo situarse en el extremo. Esto de ver los grises es algo para lo que no nos han educado, podría poner muchos ejemplos que afectan a la misma profesión nuestra. En fin, lo dicho, valiente entrada que suscribo y por supuesto difundo...

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    1. Gracias Belén. Todos tenemos suficientes contradicciones como para abstenernos de juzgar a los demás, pero lamentablemente lo hacemos y enseguida formamos bandos para enfrentarnos. Como bien dices, es un espanto.

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Gracias por comentar.