Todos conocemos la famosa frase de los hermanos Marx que aparece en la secuencia de la película “Los hermanos Marx en el Oeste”.
En ella, el
tren que indefectiblemente tienen que hacer funcionar los hermanos se queda sin
madera para el combustible y se les ocurre utilizar la madera que conforma la
estructura de los vagones para alimentar la locomotora. Al
final consiguen su objetivo aunque los vagones del tren llegan en un más que
lamentable estado.
Es una
deliciosa película y esa secuencia me sugiere una analogía con la situación
actual.
A estas
alturas, con el deterioro económico y social que estamos sufriendo como
consecuencia de la situación de crisis que estamos atravesando y más
particularmente por la política de recortes que se nos está aplicando, la
situación de nuestro país y nuestros gobernantes se me asemeja a ese tren de
los hermanos Marx. Un tren cuya locomotora están nuestros políticos dispuestos
a alimentar de cualquier modo y bajo cualquier forma, sin considerar el
destrozo que suponga a los vagones y sin importarles que, al final, la
locomotora llegue a su destino sin vagones y sin pasajeros. Al fin y al cabo,
ellos viajan en la locomotora.
Pero la
secuencia también tiene otra lectura. En ella los hermanos Marx encuentran una
solución imaginativa y creativa al problema de haberse quedado sin combustible,
y consiguen llegar a su objetivo de una forma que no habría creído nadie. Y en
esta lectura reconozco a la marea naranja que acaba de nacer en el Sistema de
Servicios Sociales.
Tras el
trabajo previo de unos cuantos compañer@s, la semana pasada tuvo lugar la
primera asamblea de la marea naranja y comienza a dar, como todos los recién
nacidos, sus primeros titubeantes y balbuceantes pasos. Del apoyo de tod@s
dependerá que esta ilusionante iniciativa tenga más o menos recorrido. Como en
la película de los hermanos Marx, es el momento de la creatividad, de la
solidaridad y de la imaginación.
Con ellas, hay que dotar de contenido y forma
a nuestras protestas y a nuestras propuestas y lanzar el mensaje de que es
posible llegar a la meta sin destrozar el tren. Así que… ¡más naranjas!, ¡es la
guerra!...