miércoles, 22 de agosto de 2018

Retazos de una infancia cualquiera



A veces mi papá vuelve a casa y nos trae regalos. En cuanto entra por la puerta mi mamá le grita, pero yo creo que como también le trae regalos a ella enseguida se le pasa el enfado. Entonces mamá nos dice que cuidemos de nuestra hermana pequeña y se meten abrazados en la habitación, mientras nosotros nos quedamos viendo la televisión.

Cuando salen es divertido, porque nos vamos todos juntos a cenar hamburguesas. En casa no comemos nunca hamburguesas, sólo leche con galletas y macarrones. Bueno, a veces mi mamá hace garbanzos, pero a mí no me gustan porque llevan un chorizo que pica.

 Luego Cata y yo nos echamos a dormir en el sofá mientras papá y mamá duermen con el bebé. Cata es mi hermana mayor. Tiene doce años y siempre está discutiendo con mamá. Cuando mi mamá se pasa todo el día en la cama, es ella quien nos cuida y nos hace la comida. A mí no me gustan esos días porque no vamos al cole y Cata es muy mandona.

Por la mañana papá y mamá se levantan y yo ya sé lo que va a pasar. Siempre es lo mismo. Papá y mamá gritan y se empujan y el bebé llora mucho. Cata y yo nos escondemos detrás del sofá y nos tapamos los oídos. Entonces mi papá se marcha de casa insultando a mamá y dando gritos y portazos.

Una vez, cuando mi papá se fue vinieron unos policías a casa. Nos llevaron a un sitio donde nos hicieron muchas preguntas y no vimos a papá en mucho tiempo.

Mamá está siempre triste y enfadada. Creo que está triste porque dice que papá no nos quiere, aunque también dice lo mismo de los abuelos. Dice que no nos ayudan porque no nos dan dinero y no podemos encender la estufa porque gasta mucha luz.

Para poder encender la estufa tenemos que ir a unas oficinas donde hay una señora muy simpática. Siempre me da caramelos. A veces mi mama sale contenta después de estar con ella y otras veces enfadada, porque dice que ella tampoco nos ayuda a encender la estufa. A mí me gustaría que papá, los abuelos y esa señora se pusieran de acuerdo y nos pagaran la luz. Así estaríamos calientes y mamá no estaría siempre enfadada y gritándonos.

Esa señora de la oficina es la misma que vino con los policías el día que mi papá se fue mucho tiempo. Viene algunos días a casa. Yo sé cuando va a venir porque mi mamá lava los platos de la cocina y hace las camas. Mamá y ella hablan un rato. Yo no les escucho, pero creo que hablan mucho de Cata y de que se porta mal en el colegio. Yo no me porto mal en el colegio, así que supongo que no hablarán de mí, pero a mí no me importa.

Algunos días de esos en que mi mamá no se levanta de la cama viene a casa otra señora. Dice que es amiga de mi mamá, pero a mí no me gusta porque huele a vino y a tabaco. Entonces viene a casa su hijo, que es muy mayor y se queda con nosotros mientras mamá y su amiga se marchan de casa. Se llama Marco y dicen que se queda para cuidarnos, pero sólo fuma y ve la televisión. A Cata no le gusta que Marco venga a casa. Yo creo que teme que le haga algo a ella o al bebé porque mientras está en casa Cata tiene en brazos a mi hermanita todo el rato.

Cuando mamá y su amiga vuelven por la noche no se les entiende lo que hablan y tropiezan con todo. Esas noches también dormimos en el sofá, porque es Marco quien abraza a mi mamá y se mete con ella en la habitación. Cuando Marco y su madre se van por la mañana, mi mamá tarda mucho tiempo en levantarse y está todo el día llorando.

Para no llorar tanto mi mamá toma unas pastillas que le da un médico al que vamos algunas veces. Un día ese médico me hizo también a mí un montón de preguntas y luego mi mamá esa noche también me dio una pastilla. Me dijo que era porque así me portaría bien. Pero yo creo que ya me porto bien, porque mi mamá ya no me las da. O a lo mejor se le ha olvidado.

Un día Cata me dijo que quería irse de casa. Cogió una bolsa con ropa, la muñeca que tanto le gusta y se fue a la calle, pidiéndome que no le dijera nada a mamá. Pero el bebé lloraba mucho y tuve que despertarla y decírselo. Mi mamá llamó a la policía y luego trajeron a Cata a casa. Mamá y Cata lloraban y se abrazaban mucho.

Al día siguiente fuimos a la oficina de la señora que a veces nos paga la luz. Había otras personas que no había visto nunca, pero también eran simpáticos. Me preguntaron muchas cosas otra vez. No sé por qué lo hacen, yo siempre les cuento lo mismo. Me parece que a Cata le preguntaron si quería irse con ellos. Debió decir que no, porque volvimos todos a casa. A lo mejor quiso quedarse porque tenía que cuidar del bebé.

Ahora viene a casa algunos días otra señora que habla con Cata y mi mamá. También ha venido al colegio y ha hablado conmigo y con mi profesora.  Debe ser porque a veces me pongo nervioso y les pego a mis compañeros, pero es porque se meten conmigo. No me importa porque mi profesora siempre me defiende. Una vez discutió con la mamá de otro chico porque dijo que yo era un niño malo.

Pero yo no soy malo. Y Cata tampoco.

¡Ah!, se me olvidaba... yo me llamo Miguel y a veces mi papá vuelve a casa y nos trae regalos.

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