¡Buf! Vaya final de curso. Agobios por todos los lados. Nuestra profesión, vapuleada. Los servicios sociales, amenazados. Muchas personas llegando a situaciones insostenibles. ¿Pero cuándo vamos a ver un poco de luz?
Esta era la pregunta que le hice a Wang el otro día. Y esto es lo que me contestó:
«Los instructores de natación que enseñan a evitar ahogarse han aprendido que la gente se ahoga cuando teme el agua y pugna por mantenerse fuera de ella. Si se atreviera a sumergirse, descubriría que puede flotar sin peligro alguno, respirar cómodamente y relajarse por completo. El esfuerzo por impedir que el agua nos engulla es agotador y, en última instancia, fatal.» (*)
- Para no variar -le contesté- no te entiendo. ¿Estás sugiriendo que nos dejemos llevar?
- No exactamente -replicó-, tal vez lo entiendas mejor con una fábula.
- ¡Una fábula! Hace tiempo que no me castigabas con una historia de las tuyas.
- Si lo prefieres, me la guardo. - Me dijo frunciendo el ceño y a punto de enfadarse-
- No Wang, estaba bromeando. Disculpa. Adelante con esa fábula.
- De acuerdo, se llama la fábula del pollo, la zorra y la vaca.
El pollito, desesperado, se puso a correr de un lado a otro mientras la zorra iba detrás de él. En un momento que pareció que la dejaba atrás, el pollito se encontró con una vaca.
- Vaca por favor, ayúdame. Una zorra me persigue y me quiere comer.
- No te preocupes, pollito. Ponte detrás de mí y quédate quieto.
Y en ese momento le echó una gran plasta de mierda encima, quedando el pollito cubierto por completo.
A continuación llegó la zorra.
- ¿No habrás visto un pollito por aquí, verdad?
Como es habitual, la vaca no dijo ni mu, pero en ese instante el pollito, que no podía más con el olor, sacó la cabeza y con un gran PIO descubrió su escondite.
Naturalmente, la zorra se lo comió."
- ¿Y ya está? -le dije a Wang- ¿Pero qué mierda de fábula es ésta?
- Espera, faltan las moralejas. Porque esta historia tiene tres moralejas:
Segunda: No todo el que te saca de la mierda es tu amigo .
Y la más importante: cuando estés de mierda hasta el cuello no digas ni PÍO.
Y eso es lo que hice, no decir nada.
(*) Wang me ha confesado que ha tomado esta metáfora de uno de sus autores favoritos. Frank Pittman, de su libro "Mentiras Privadas". Editorial Amorrortu. (1994) Buenos Aires.