Ayer se celebró el Día Mundial del Trabajo Social, que se conmemora todos los años el tercer martes del mes de marzo. Tuve la oportunidad de participar en la celebración que organizó el Colegio Profesional de Trabajadores Sociales de Aragón. El lema del día tenía una palabra clave: DIGNIDAD, y la verdad es que estuve durante todo el acto con el estómago removido. Os voy a contar por qué.
No, no tuvo nada que ver con la celebración. El
acto estuvo muy bien organizado por el Colegio, al que aprovecho para felicitar
desde aquí y en especial a su presidente, Javier, por todo el trabajo que están
realizando él y el resto de miembros de la Junta para dignificar y potenciar
nuestra profesión. Son tiempos oscuros para las organizaciones formales y creo
que hay que darle el valor que tiene el trabajo que realizan. Aquí dejo pues mi
reconocimiento.
Mi sensación de inquietud y
desasosiego tuvo su origen unas horas antes del acto, en el desempeño de mi
trabajo por la mañana. A
unas compañeras y a mí nos tocó asistir a un juicio donde estábamos citados
como peritos, al haber asistido durante meses a una víctima de violencia contra
la mujer.
Esta mujer, tras varios años
sometida a un maltrato psicológico que la había anulado como persona y afectado
gravemente a su salud, había conseguido deshacerse de esa nociva relación y,
con el apoyo de diversas instituciones y profesionales afrontarla de una manera
adecuada, entre ellas presentando una denuncia por las agresiones que sufría.
A partir de ese momento, como
ocurre con muchas de las víctimas de violencia, de cualquier tipo de violencia,
comenzó la particular carrera de obstáculos en la que nuestra sociedad ha
convertido la lucha de estas víctimas para recuperar su dignidad.
Carrera de obstáculos que
culminaba ayer en el juicio al que me refería. Un auténtico esperpento donde
más que defendida fue nuevamente agredida. Una re-victimización cruel que
presenciamos con una mezcla de asco, incredulidad e impotencia.
No es la primera vez que lo
presenciaba. Formalmente nuestra sociedad tiene mecanismos para proteger a las
víctimas y a los débiles. En la práctica, sus derechos son vulnerados
sistemáticamente. Los ricos y poderosos triunfan siempre. Los pobres y débiles
sólo pueden esperar caridad y unas migajas de justicia.
Hemos construido una sociedad
donde las victimas de violencia no son defendidas, donde los que carecen de
recursos se ven obligados a ejercer la mendicidad institucional en la que hemos
convertido el sistema de servicios sociales, donde las personas no valen nada y
se les puede arrebatar todo.
Os confieso que tras presenciar
cómo a la mujer que acompañábamos por la mañana le era pisoteada de esa manera
su dignidad, me costó mucho por la tarde reflexionar sobre ese concepto en el
acto del Colegio.
Jorge Barudy es uno de los
autores que plantean que las situaciones de violencia no se dan sólo entre
agresores y agredidos. Para que se produzcan es necesario un tercer actor: los
consentidores. Instigadores, ideólogos, cómplices… pero también los pasivos,
los indiferentes, los que no quieren saber o los que, sabiéndolo, no hacen nada
para oponerse a estas situaciones y/o tratar de contribuir a crear las
condiciones para un cambio.
Creo que es un concepto que puede
trasladarse de las situaciones de violencia a cualquier otra situación de
injusticia, desigualdad o aquellas donde los derechos humanos y sociales son vilipendiados.
Por eso me parecen más necesarias
que nunca iniciativas como el Espacio de Derechos Sociales, plataforma
constituida en Aragón para defender los derechos sociales en servicios sociales
y donde un grupo de personas y profesionales intentan no formar parte de ese
tercer actor al que me refiero. Vaya también mi reconocimiento para este
espacio y en especial para todos los trabajadores sociales que lo están
apoyando, entre los cuales voy a mencionar a Rosa, siempre en la brecha y en la
lucha.
Este Espacio de Derechos Sociales
terminó el acto organizado por el Colegio con la presentación y emisión del
documental “Derechos Sociales por la Dignidad”, que el Consejo General deTrabajo Social ha elaborado para denunciar la situación actual de vulneración
de los mismos.
Vulneración que no está sólo en
las grandes cifras. Se refleja en todas y cada una de las familias y de las
personas que están sufriendo la violación de sus derechos. Como las que
aparecen en el documental y que representan las miles y miles de situaciones en
las que los Trabajadores Sociales presenciamos como la dignidad de las personas
es agredida.
Como la que nos tocó a nosotros
presenciar ayer por la mañana y que consiguió, por un momento, quebrar nuestra
esperanza.
Si alguien con un concepto tan claro, al menos en la práctica, de lo que es la DIGNIDAD, como eres tú, Pedro, ve quebrada su esperanza, estamos acabados.
ResponderEliminarGracias por darme a conocer el "Espacio de Derechos Sociales", habrá que extender la idea y procurar no ser cómplices en el silencio.
Un abrazo.
Fue por un momento, Eladio, fue por un momento... Gracias.
Eliminar