lunes, 10 de abril de 2017

El ejército de Pancho Villa



Wang define muchas veces al Sistema de Servicios Sociales como “el ejército de Pancho Villa”, metáfora con la que intenta describir nuestra crónica descoordinación y nuestra querencia a hacer la guerra cada uno por nuestra cuenta.


Aunque peyorativa, la metáfora sin duda es acertada pues define con precisión nuestro modo de actuar. La fragmentación, descoordinación, confusión de objetivos y fines, reactividad… se han convertido, por así decirlo, casi en marcas permanentes de nuestro contexto.

Pero más allá de las metáforas y sensaciones, las impresiones que resume esa metáfora me llevan a analizar un poco qué puede estar detrás de la misma.

Aunque no he realizado una investigación ni un análisis concienzudo del tema, me parece que el problema se encuentra en que los servicios sociales están cada vez más alejados de las agendas políticas. Lo explicaré.

Raramente los políticos hablan del sistema de servicios sociales. En el mejor de los casos se refieren a problemas concretos de los ciudadanos (dependencia, desahucios, pobreza energética…) y se habla de una especie de derechos sociales, que en genérico empieza a sustituir algunos ámbitos antes reservados a los servicios sociales.

De lo que no se habla casi nunca es de la estructura del propio sistema. A diferencia del sistema sanitario o el educativo, en los cuales la resolución de los problemas se canaliza siempre a través de los centros, estructuras, equipamientos y profesionales, en nuestro sistema parece que los problemas se resuelven de otra manera.

En una entrada anterior “Las leyes de Newton y la atención a la pobreza” hablé de cómo el sistema aborda la resolución de los problemas de pobreza y exclusión social de un modo tan simplificado como ineficaz. Generalizando al resto de problemas sociales que podemos encontrar (violencia, dependencia, protección…) la mayoría de abordajes propuestos coinciden en esta simplificación. Es como si en las ecuaciones propuestas faltasen partes importantes.

En una situación lógica, resolver un problema que afecte a los ciudadanos seguiría este esquema simplificado:
            1.-PROBLEMA
2.-DERECHO RECONOCIDO
3.-ESTRUCTURAS ENCARGADAS
4.-MEDIOS NECESARIOS
5.-ACTUACIONES PARA LA RESOLUCIÓN
 
Esquema que, en el caso del sistema de servicios sociales, atraviesa algunas dificultades.

Sobre el problema y los derechos reconocidos:
En servicios sociales suele hablarse como digo de derechos sociales, y se hace de una forma tan genérica que, en realidad, no se definen con claridad.
Por un lado, se atribuye al sistema la inabarcable misión de garantizar los derechos humanos más amplios, como si fuera exclusiva del mismo.
Y por otro, se definen en negativo: el sistema de servicios sociales se ocupa de… lo que no se ocupan los demás sistemas, o de los derechos que dejan de garantizar éstos.
Esta indefinición conceptual trae como consecuencia básica la confusión, tanto para los ciudadanos como para los profesionales. Y detrás de la confusión, la dispersión y disgregación: cada uno interpreta, acude y ejecuta en el sistema lo que considera subjetivamente.

 Sobre las estructuras encargadas:
Coherentemente con la indefinición, confusión y disgregación anterior, no se sabe con claridad qué estructuras ni equipamientos son los encargados de abordar el problema.
Al fin y al cabo, la cuestión es tan genérica que todo el mundo puede y debe hacerlo. Múltiples niveles administrativos comienzan a intervenir descoordinadamente. La iniciativa pública, la social y la privada se postulan o no, en función de sus presupuestos e intereses, para resolver el problema.
Y, en la creencia siempre de que son problemas nuevos, no se analiza qué se está haciendo o qué se ha hecho previamente. 

De los medios necesarios:
Al no saber con claridad quién tiene que encargarse de qué, es difícil adscribir medios para ello (lo cual en el fondo viene muy bien a algunos, no nos engañemos).
Así, la mayoría de medios adscritos no pasarán de un mero maquillaje: tal vez una línea de subvenciones o una oficina de intervención que se publicitarán como el dardo en la diana que va a resolver con eficacia el problema.
Casi sin excepción el asunto terminará en la creación de algún chiringuito temporal que morirá de inanición y desapercibidamente.

Y las actuaciones para la resolución:
Lo diré con una palabra: ineficaces. Tanto, que mejor no perdemos el tiempo en evaluarlas.
 
Por todo ello, el esquema de resolución de problemas en el sistema de servicios sociales vendría a ser el siguiente:
1.-PROBLEMA
2.-ACTUACIONES PARA LA RESOLUCION  

En el cual el problema es tan indefinido y el diagnóstico tan inexistente que las actuaciones no pueden ser otras que del tipo “como pollo sin cabeza”.

Mientras nuestros políticos sigan pensando (y algunos técnicos también) que los problemas se resuelven así, sin crear, potenciar y dotar establemente estructuras claras que los aborden, seguiremos sin encontrar soluciones a muchas de las situaciones que enfrentamos.

Eso sí, como dice Wang, nadie podrá negar que parece que se está haciendo algo con las mismas.

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