miércoles, 13 de junio de 2018

El barco

Me da igual si es un gesto aislado o el inicio de una nueva política, pero la postura del nuevo  Gobierno ante la crisis del barco "Aquarius", resolviendo la situación del más de medio millar de personas migrantes abandonadas a su suerte, es una buena noticia.


Si hay algo de lo que debemos avergonzarnos profundamente como sociedad "civilizada", en este caso los europeos, es del tratamiento que hemos hecho de los flujos migratorios provenientes de las situaciones de guerra y pobreza que se viven en muchos países de Africa y Oriente Medio.

En lugar de convertirnos en una sociedad acogedora, nos hemos limitado a cerrar y endurecer las fronteras, convirtiendo al mar Mediterráneo en un auténtico cementerio, mientras "defendemos" con uñas y dientes el pedazo de bienestar en el que hemos tenido la suerte de nacer y que no estamos dispuestos a compartir.

Por todo ello, decisiones como las de acoger en nuestras ciudades a los migrantes de ese barco al que, en contra de cualquier instinto humanitario, se le negaba el atraque en los paises cercanos, es algo esperanzador. Ojalá sea el inicio de un replanteamiento de la política europea sobre las migraciones y sobre la cooperación con los paises desfavorecidos, aunque no lo creo.

De todos modos, no es de la decisión de lo que quería hablaros. Más bien quiero hacerlo de las reacciones que esa decisión ha causado entre algunos sectores de la sociedad.

Con una mezcla entre asombro y preocupación, asisto a la gran cantidad de mensajes en contra de la acogida de estas personas, tanto en las redes sociales como en muchas conversaciones analógicas. La guinda ha sido el lanzamiento en las redes de diversas encuestas para que la gente se pronuncie a raíz o en contra. Consecuencia de esos mensajes trufados de desconocimiento, de miedo a lo diferente, de prejuicios infundados y en muchas ocasiones de actitudes clasistas y marcadamente xenófobas.

No reiteraré aquí esos mensajes para no darles más pábulo, pero son el indicador para mí de un grave problema como sociedad. Un virus que nos enferma , que nos deteriora como comunidad y que atenta nuestra cultura.

Me preocupa especialmente cómo esos mensajes han calado entre mucha gente. Gente buena, incapaz de hacer daño a nadie, defendiendo con fruición que el barco debía haberse hundido en el mar y sus pasajeros morir ahogados en el mismo... hasta que pueden reflexionar un poco y se dan cuenta de la barbaridad que defienden.

Porque creo que esa es una de las principales claves. Muchos de los argumentos que se utilizan en contra de estas medidas son irracionales. Cuando se consigue información, cuando se favorece la reflexión, cuando somos capaces de ponernos en el lugar "del otro", la perspectiva cambia y esos argumentos no se sostienen.

Por ello, paralelamente a las decisiones sobre política migratoria y cooperación al desarrollo, hay que hacer una labor importante de pedagogía sobre la ciudadanía. Y creo que los Servicios Sociales deberíamos asumir el papel protagonista en la construcción de esa pedagogía. Al fin y al cabo, estamos hablando de convivencia. Acoger para convivir con el otro, con el extranjero, con el que tiene otra cultura, con el que viene huyendo de la guerra o del hambre...

Y ese es nuestro objeto, la convivencia en sus más variados niveles. Además, nuestra mirada compleja y relacional nos sitúa de manera privilegiada ante este fenómeno y ello nos hace especialmente responsables para liderar esa pedagogía.

Pero lamentablemente, andamos demasiados ocupados en otras cuestiones que no debieran ser de nuestra competencia...



2 comentarios:

  1. Totalmente Pedro. Hoy atendiendo un caso de urgencia que dos voluntarias de Cáritas apoyaban, una de ellas,mujer comprometida y que ayuda a todo el que puede se me acerca en un momento dado y me dice :¿ y usted, que piensa de lo del barco? Sabe usted que van a hacer con los refugiados que vienen? Dónde van a ir a vivir? Le van a dar casas? Ante mi mirada de incredulidad,me dice : no, yo no soy xenofoba, pero claro, con la cantidad de personas desesperadas en España que estamos atendiendo...que ahora los recursos se los den a los refugiados....
    Calmadamente le dije, no van a tener más recursos porque se mire para otro lado. Es gente que viene huyendo de guerras y de morir, acogerlos es lo mínimo que podemos hacer y luego reclamar a nuestros gobiernos para que financien adecuadamente los servicios sociales.
    - A quien?
    Cada uno en su ámbito. Usted a Cáritas para que reclamé al ayuntamiento, a la Comunidad y al Ministerio, porque todos ellos le quitan presupuesto adecuado para poder atender las necesidades. Y,añadiría , no solo de servicios sociales, sino de salud, educación, vivienda eyc. Un abrazo conpañero( a ver si nos dejan hacer pedagogía, entre la burocracia, los cada vez más papeles y software que rellensr, cada vez hay menos tiempo para la intervención social propiamente dicha)

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  2. Gracias Karina, por compartir esa experiencia. Me sigue cuestionando cómo buena gente como la que describes tiene esos prejuicios... Es un indicador de la tremenda tarea de sensibilización y de información que deberíamos hacer y que no podemos abordar con la intensidad necesaria. Un abrazo.

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Gracias por comentar.