Mucho se está hablando estos días sobre una medida de protección social para garantizar la subsistencia material de las personas, medida que si bien se venía planteando desde hace mucho tiempo y en especial desde la crisis de 2008, ahora con esta nueva crisis ha adquirido una especial urgencia y protagonismo.
En el terreno de este tipo de medidas, la nomenclatura varía de manera infinita. Hasta la fecha han sido las Comunidades Autónomas las que las han desarrollado, en unos territorios más que en otros, denominándolas de variadas maneras: Rentas de Inserción, Rentas de Garantía de Ingresos, Ingreso Mínimo de Inserción, Renta Social...
Como digo las variaciones son ilimitadas, contribuyendo a una desigualdad y sobre todo confusión importantes, y donde además de las diferencias territoriales, las diferencias ideológicas juegan un papel predominante. No incidiré más en este punto, ya que todo esto lo explica magistralmente nuestra compañera Belén Navarro en esta entrada que os recomiendo (y que forma parte de una trilogía sobre la Renta Básica dentro de su blog que no os podéis perder).
La cuestión es que ahora el Gobierno ha puesto sobre la mesa su propia medida al respecto, con una nueva denominación: Ingreso Mínimo Vital y con su propia ideología respecto a las principales características que debe tener.
Todo este tipo de medidas encuentran sus diferencias principalmente en dos ejes: la UNIVERSALIDAD y la CONDICIONALIDAD.
Con respecto a la UNIVERSALIDAD el asunto es si es una renta para todos, sólo para algunos colectivos o sólo para unos determinados umbrales de renta.
Y en la cuestión de la CONDICIONALIDAD el tema es qué se ha de hacer cumplir a los beneficiarios para acceder a la renta, si deben hacer planes de inserción laboral o de otro tipo o si han de cumplir otro tipo de condiciones.
La experiencia de toda esta panoplia de rentas mínimas en nuestro Estado ha demostrado que cuanto menos universales y más condicionales son en sus diseños, menos eficaces son en lo que pretenden conseguir.
El principal problema es que, hasta ahora, han sido diseñadas para dar respuesta a dos objetivos: la SUBSISTENCIA y la INCLUSIÓN. Muchos pensamos que no pueden mezclarse ambos conceptos en la misma prestación, pues responden a órdenes distintos. La subsistencia debería ser un derecho fundamental que habría que garantizar "de oficio", mientras que la inclusión requiere de la participación activa de la persona.
El empecinamiento en diseñar modelos para dar respuesta a ambos conceptos a la vez introduce una serie de disfunciones tan importantes que sólo se resuelven renunciando, de un modo más explícito o de un modo más encubierto, a uno de ellos. Y entonces se introduce también en la prestación una variable que no debería formar parte de ella: la ideología de los técnicos que gestionan la misma.
En contra por tanto de toda evidencia y seguramente guiado por una concepción ideológica determinada (en el fondo, su manera de entender la pobreza), el Gobierno está preparando una prestación que sigue mezclando subsistencia e inclusión y que, además de ir dirigida sólo a un grupo determinado de población, va a exigir para su concesión el cumplimiento de varias condiciones, como planes de inserción laboral u otros.
El fracaso está garantizado, y más allá de los primeros impactos de la medida, veremos en unos años cómo no sirvió para nada y no consiguió revertir la pobreza ni la desigualdad.
Por estos y otros motivos, las primeras noticias sobre la medida han supuesto las críticas de diversos colectivos.
Destaco especialmente el del Foro de SERVICIOS SOCIALES de Madrid, que ha elaborado una carta para los principales responsables políticos de esta medida donde exponen su desacuerdo con la misma. Creo que merece la máxima difusión. La tenéis en este enlace: "Las palabras crean mundos"
Por lo demás, Wang y yo, fieles a nuestro compromiso como servidores públicos, nos ofrecemos para ponerle nombre a la medida. Si les gusta la que da título a esta entrada, pueden cogerlo y si les parece poco complejo, podemos darle una vuelta; todos sabemos que una medida como esta no es nada sin un buen grado de complejidad y confusión... hasta en el título.
Cómo siempre, Pedro, tu pluma es clara y concreta. Contribuyes así a hacer reflexionar a la comunidad del Trabajo Social lo que en la práctica diaria no se puede hacer, debido a la burocratización.
ResponderEliminarGracias Teresa, me halaga que pienses que mi contribución sirve para reflexionar.
Eliminarque necesaria tu reflexion,señala elementos clave para continuarla . Que importante es superar la logica benefica y avanzar hacia una sociedad de derechos . Muchas gracias !
ResponderEliminarPedro, una entrada para enmarcar, clara y concisa. Como siempre, te robo ideas, ya sabes que soy Marnie la Ladrona, jjajajajajajaj. Un abrazo.
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