Ha sido la
noticia “friki” de agosto. Una ancianita, con toda su buena voluntad, restaura
una pintura de Jesucristo en una pequeña iglesia de su pueblo y el resultado de
tal restauración es tan fallido que, una vez que se difunde, circula por
rapidez por todo el mundo a través de las redes sociales. Medios de
comunicación de los cinco continentes comentando el tema y una cantidad ingente
de personas compartiendo y analizando el hecho.
La noticia
tiene muchas lecturas. Por ejemplo, la potencia de las redes sociales para
difundir un hecho que, sólo unos pocos años antes, apenas hubiera tenido una
pequeña repercusión local. O el estado de nuestro patrimonio artístico y
cultural, su conservación y su vigilancia. Incluso las repercusiones en forma
de propaganda y publicidad para el pueblo donde han ocurrido los hechos. Por no
hablar del papel de estas noticias, entre el gracejo y la burla, dentro de la
situación actual de crisis del pais.
Todos estos
aspectos configuran lo poliédrico de esta noticia, y darían para escribir un
par de tratados y unos cuantos ensayos. Pero yo voy a comentar y referirme
especialmente a unos aspectos sociales y convivenciales que me parece que están
pasando desapercibidos, ocultados por el resto de aspectos y por el enfoque
dado a la noticia por los medios de comunicación.
Yo conozco a
Cecilia, la octogenaria responsable de la restauración. Sé
de su vida y de sus circunstancias familiares y personales, que no voy a
comentar aquí, por que además son comunes a las de muchas otras ancianas.
Sobrepasada por las repercusiones de su actuación Cecilia lo ha pasado mal, lo
que ha hecho que, principalmente en su pueblo, se haya generado una corriente
de simpatía, afecto y apoyo hacia ella. Lo que empezó como una ligera
reprobación hacia su restauración (nunca hacia su persona) se ha convertido
primero en una disculpa (lo hizo con buena voluntad) y luego en una franca
felicitación (es más importante la promoción obtenida para el pueblo que el
destrozo de una obra de dudoso interés cultural o artístico).
No seré yo
quien juzgue a esta Cecilia, pero como conozco a más “Cecilias”y en mi vida profesional
me he encontrado con muchas de ellas, voy a permitirme analizar algunas de sus
actuaciones. Cecilia ha actuado en el terreno artístico. Las “Cecilias” que yo
conozco actúan en el terreno social. Pero son parecidas.
En primer
lugar son buenas personas o al menos entre sus motivaciones no está el dañar a
nadie. Su sensibilidad (artística o social) hace que detecten un problema. La
protagonista de nuestra noticia fue una pintura que se estaba deteriorando. En
el caso de las “Cecilias” sociales detectan o se sensibilizan con alguna
persona o familia que está atravesando algún tipo de dificultad.
Y se lanzan a restaurar
y reparar el daño detectado. Sin preguntar, sin pedir permiso, obviando los
sistemas reglamentados para esas “restauraciones” y por supuesto, a los
restauradores profesionales. Legitimadas por su buena voluntad y porque su
afición a pintar (o a ayudar) les hace pensar que están capacitadas para ello.
Además, opinan que nadie se estaba ocupando del daño, así que, ¿qué mal hay en
que lo hagan ellas?.
Es la lógica
del individualismo. La comunidad tiene arbitrados unos mecanismos para la
solución de los problemas, pero pueden ser obviados cuando mi sensibilidad así
me lo indica.
Esta actitud
está legitimada, y en muchas ocasiones felicitada y premiada, por la sociedad
en general, independientemente del resultado de la restauración.
¡Cuántas veces
he presenciado este tipo de actuaciones! Personas bienintencionadas ocupándose,
sin ningún tipo de formación profesional, de los problemas de una persona o
familia. Y aplaudidas por la sociedad, aunque el resultado de su ayuda (y
perdón por la analogía, pero no me resisto) deje a la familia como un “ecce
homo”.
Episodios como
este hace que me plantee qué largo y difícil es el camino que lleva desde la
beneficencia al bienestar social.
Buf, bonito tema... Y espinoso, y comprometido, y controvertido, y... Y tantas cosas que nos toca lidiar como profesionales.
ResponderEliminarHabía un anuncio de Pirelli que decía "la potencia sin control no sirve de nada". Pues bien, en este caso se podría decir: La buena intención, sin formación, no sirve de nada (de "mucho malo"...)
Y Wang de vacaciones, con lo que habría gozado...