miércoles, 31 de octubre de 2012

Tontos, vagos y delincuentes

Los discursos configuran la realidad, y algunas noticias, si no se filtran y contrastan, pueden convertirse en peligrosas profecías autocumplidas al servicio de los intereses de los poderosos.

     Desde hace ya tiempo me pregunto cómo podemos vivir en este país, apático, sucio, con la peor juventud del mundo, la mas tonta de todo nuestro entorno,  la sociedad más indolente y menos productiva de los paises desarrollados.

     Si habéis caído en la cuenta, cada cierto tiempo nos asalta alguna noticia en que la sociedad española, o alguno de sus sectores, habitualmente la juventud, se encuentra en los últimos puestos de un supuesto ranking de virtudes y defectos entre paises.

    Por ejemplo, el informe PISA. Siempre que se hace público, se destaca que ocupamos los últimos lugares en cuanto a desempeño escolar y quedamos con la sensación de que tenemos los escolares más retrasados y los maestros más ineptos de toda nuestra vecina Europa. Naturalmente, esto sirve de coartada para que el gobierno de turno acometa reformas sobre el sistema educativo, amparados en que son necesarias ya que los datos demuestran la ineficacia del sistema. Este artículo que os enlazo reflexiona sobre ello.

     Yo siempre me he preguntado hasta qué punto son verdad estas noticias. Estos estudios, ¿quién los hace?, ¿cómo se hacen?, ¿desde qué criterios evalúan?, ¿a qué intereses sirven?. Si no los analizamos en profundidad, al final lo único que consiguen es minar nuestra autoestima y nos quedamos con la sensación de que los españoles somos los más tontos de Europa e incluso del mundo.  

      Por que, aunque diéramos veracidad al 100 % a los resultados del estudio, ¿a qué atribuimos el resultado? Y aquí nos encontramos ante una encrucijada clásica y bien conocida por los que nos dedicamos al mundo de lo social. Podemos atribuirla a los individuos (tenemos los alumnos y maestros más vagos y menos preparados de todo el entorno) o a la estructura (somos el país que menos recursos dedica a la educación). Personalmente pienso que las personas, por el hecho de nacer en un país o en otro, no somos esencialmente diferentes. Lo que nos hace diferentes son las  oportunidades que en un entorno u otro tenemos. Por ello, nuestro desempeño escolar ¿tendrá algo que ver con la inversión que hemos hecho en educación? ¿estará por casualidad relacionado con que tengamos el gasto social en educación, desde hace décadas, más bajo de la Unión Europea? (ver enlace) 


     Pues al Gobierno de nuestra nación no debe parecerle tan evidente la relación, afanado como está en seguir detrayendo recursos y recortando cada vez más los exiguos sistemas de protección que teníamos, entre ellos la educación.

      Pero si la utilización de informes como el de PISA les sirven a los talibanes del neoliberalismo para recortar la educación, para recortar derechos laborales utilizan una especie de palabra mágica: la productividad. De cuando en cuando, se nos recuerda que somos los trabajadores menos productivos de Europa. En comparación con los alemanes, ejemplo de sobriedad y honradez, los españoles venimos a ser algo así como una banda de vagos sin moral ni ética, sólo interesados en escaquearnos del trabajo y en vivir siempre de fiesta, como muy bien señala nuestro amigo Joaquín en esta entrada de su blog.

     De nuevo la carga de la culpa se sitúa en el individuo, en este caso el trabajador, tildado de vago y aprovechado y por tanto, queda legitimada la destrucción de sus derechos. Se obvia, naturalmente, la relación entre la productividad y la calidad del entorno laboral, tanto en condiciones como en recursos de las propias empresas. ¿No serán las empresas las que necesitan reformas, y no los trabajadores? Pues parece ser que no, a la vista de la política económica que nos aplican.


   Y tan grave como los anteriores es otro de los estigmas que frecuentemente aparecen en las noticias: los españoles lideramos habitualmente (en dura pugna con los ciudadanos de la Gran Bretaña) (ver enlace) el ranking en el consumo de cocaína. Aunque esta historia es algo más compleja que las anteriores y merecerá que le dediquemos en el futuro una reflexión más específica.

     Por mi parte, le he preguntado a Wang qué opina de nosotros, los españoles. Si piensa que nuestra sociedad está formada mayoritariamente por tontos, vagos y delincuentes. Críptico como siempre, me ha contestado que lo importante es lo que nosotros pensamos sobre nosotros mismos. Y después nos hemos ido juntos de copas.

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