Hoy siento que la batalla se ha perdido. El Sistema de Servicios Sociales, ese que nos atrevimos a soñar y que por un fugaz instante casi pudimos sentir, se ha evaporado. Como se evaporan los sueños cuando te das de bruces con la cruda realidad.
Soñabamos con un sistema que acogiera, que redujese las desigualdades, que garantizara derechos... capaz de aliviar el sufrimiento de la gente, de contribuir eficazmente a generar condiciones de vida digna. Una sociedad para vivir y para convivir.
Unos servicios sociales para todos y todas. Independientemente de sus circunstancias. Donde las personas fuesen más importantes que las necesarias normas y reglamentos. Un sistema para todos.
Pero ellos, los poderosos, lo han destrozado. Les maldigo. Maldigo sus recortes, su ostentación, sus obscenos argumentos, sus mentiras, sus manipulaciones y su poderosa propaganda. Han conseguido imponer la ley del más fuerte, el "sálvese quien pueda", el "no te lo mereces".
Los derechos sociales han sido sustituidos por la limosna, televisada y expuesta. Las prestaciones sociales son dádivas graciables y los procesos... los poderosos no creen en los procesos. Ellos ayudan para sentirse bien y por que queda feo que los pobres mueran a sus puertas. Pero no creen en ellos. No les importan. No les importamos. "Tanto tienes, tanto vales". No valemos.
Son tiempos duros. En los que la esperanza apenas se sostiene. Nos queda poca capacidad de lucha, de aguante. Nos han derrotado.
Quisiera no sentirme así. Tal vez haya sido la semana, dura y llena de malas noticias que acabamos de atravesar. Tal vez la semana que viene recupere la esperanza que hoy no tengo. Tal vez vuelvan los sueños. Esos que teníamos y que nos están arrebatando.
¡Malditos!...
Estoy de acuerdo contigo excepto en una cosa: la derrota no es una opción.
ResponderEliminarReblar no es una opción aceptable, pues somo la última frontera entre la dignidad y la beneficencia, entre la construcción de la persona y la degeneración del ser humano.
Como decía Nacho Celaya en el blog de Joaquín, es el tiempo de las trincheras, donde resistir, estemos donde estemos, ante tanta embestida brutal contra nuestra profesión.
Da igual Servicios Sociales o Cáritas, nuestra obligación es la de impedir que destruyan nuestros sueños.
No, Pedro, siempre nos quedarán nuestros sueños!
Anímate, al final nuestra profesión es como el camino de un salmón: siempre contra corriente, a la espera de que un gran oso nos eche de un zarpazo... pero aquí seguimos, en el centro del río, contra corriente día a día...
Me ha encantado y me identifico con Pedro, Y creo que no es lo mismo Servicios Sociales qué Cáritas.
ResponderEliminarDerechos, no beneficencia. Ahí estoy.
Tiene razón David. Aunque nos derroten, no hay que quedarse parados, que al menos sepan que estamos ahí.
ResponderEliminarUn saludo
Entiendo perfectamente tu sentimiento, Pedro. Malditos, malditos y mil veces malditos, pero no puedes sentirte derrotado. Sé que dentro de nosotros algo se rompe, algo que quizá nunca se repare del todo, porque la certeza de convivir en la misma tierra con gente sin alma, sin sentimiento, sin un poquito de corazón, gente que mira al que sufre a su lado y no lo ve... es una certeza dura de asumir y sobrellevar. Pero no nos han derrotado, nunca ha sido así. Seguimos en las trincheras, y yo necesito a gente como tú para seguir teniendo esperanza. Un abrazo compañero!!
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios, compañer@s. En estos tiempos difíciles es bueno saber que estamos luchando juntos.
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