miércoles, 11 de enero de 2017

Frankenstein en la cristalería (o de las nuevas políticas sociales)

Esa es la sensación que tengo al ver cómo se están construyendo muchas de las políticas sociales que algunos gobiernos, a lo largo y ancho de nuestro país, están planteando para dar respuesta a algunos de los problemas de nuestra sociedad.


La sensación es esa. Cada política o medida que se plantea, se diseña como una especie de monstruo, grande y desgarbado, torpe y desorientado, lleno de retazos, y se le pone a caminar en un sitio muy frágil y delicado, esa "cristalería" que somos los servicios sociales (débiles, fragmentados, descoordinados e insuficientemente dotados).

Ya pasó con la Ley de Dependencia, un monstruo que a duras penas podemos controlar para que cumpla alguna de las funciones para los que se intentó diseñar, mientras va dando manotazos y tropezones a fuerza de recortes presupuestarios y cambios de orientación normativa, con los que se lleva por delante no pocas de las delicadas piezas que guardamos en nuestros estantes. 

Diseño que también observo, por ejemplo, en muchas de las últimas Leyes de Servicios Sociales, o en los planteamientos de las llamadas Rentas Mínimas (a estas alturas ya no sé si de Inserción, de Supervivencia, de ambas cosas o de ninguna de ellas), o en las medidas que se plantean para algunas de las consecuencias de la pobreza, por no hablar de algunas de la medidas contra las diversas formas de maltrato o violencia.

Tal vez estemos obligados a contruir esa especie de monstruos, pues la política social de la última década ha sido un auténtico erial, donde nuestro gobierno ha abdicado de la protección social cuando más necesaria era. Estas políticas eran un conjunto de "muertos vivientes", y han dejado el panorama tan desolado, que acaso estos "Frankensteins" sean lo mejor que podamos construir ahora. Al fin y al cabo es posible que Frankenstein sea mejor que un muerto viviente...

Y tal vez nos sigamos viendo obligados a meter todos estos monstruos en el Sistema de Servicios Sociales. La ausencia de un diseño y una redefinición global de nuestro sistema, junto al empeño en que nos convirtamos en el sistema residual y receptor de las deficiencias del resto de sistemas, hace que tengamos que asumirlos y lidiar con ellos intentando que no rompan más cosas...

En cualquier caso, es mejor que nos lo tomemos con humor, así que os dejo con una escena de la famosa película de Mel Brooks, "El Jovencito Frankenstein", que creo que resume a la perfección lo que nos pasa con estas políticas...



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