Últimamente tengo a Wang un
poco taciturno y muy reflexivo. Llevo varios días hablando con él del Sistema
de Servicios Sociales y de mi sensación de que las contradicciones que vivimos
en él no hacen sino incrementarse.
Wang no me da ninguna pista útil
que me ayude a comprender qué está pasando, aunque sí me señala que la
situación que le describo le recuerda una metáfora que en ocasiones ya hemos
utilizado.
Se trata de la escena del tren en
la famosa película de “Los hermanos Marx en el Oeste”, en la que estos hermanos
se dedican, durante una persecución, a deshacer los vagones del tren para
alimentar la locomotora, llegando el tren a su meta totalmente destrozado, en
un estado lamentable.
Wang tiene razón. Es una metáfora
que describe con bastante precisión algunas dinámicas que observo en el Sistema
de Servicios Sociales.
La principal dinámica que me
preocupa últimamente es cómo hemos integrado, como hemos asumido en amplios
sectores profesionales, que la función del Sistema de Servicios Sociales es
básicamente la de prestar asistencia a los ciudadanos que no ven satisfechas
las necesidades que debieran cubrir el resto de Sistemas Públicos de Protección
Social.
He hablado en este blog de esta
posición residual y de su consecuente función asistencial de una manera
reiterada y bajo todos los ángulos que he ido descubriendo. Lo que subrayo
ahora principalmente es cómo ese modelo se ha integrado en la cultura de los
profesionales y de los servicios hasta hacerlo propio. En ocasiones por opción.
En otras por pragmatismo. En otras por pensar como imposible otro modelo. Y en
otras como opción estratégica para introducir cambios.
Sin juzgar esas razones, mi
sensación es que el modelo que se ha impuesto, y que no hace sino incrementarse
cada vez más, es el fruto de esa combinación de lo residual junto a lo
asistencial, constituidos como los dos pilares básicos de nuestro Sistema. Los
pilares del pilar, vaya.
Con la lógica de ese modelo,
enfrentar los problemas de la población (pobreza, pongo por caso) o los graves
problemas estructurales de nuestra protección social (la canallada por ejemplo
de denegar una renta mínima por falta de presupuesto), requiere de una única
solución, que es la que se reclama indefectiblemente: más recursos.
Y ahí andamos, pidiendo más
recursos para hacer más y mejor nuestra función asistencial y residual del
resto de sistemas. Igual que andaban los hermanos Marx destrozando los vagones
del tren para alimentar la locomotora.
Hace un tiempo, el ex-presidente de Uruguay, Pepe Múgica, en el Seminario de Democracia de América Latina
planteaba que "Nuestra lucha no es solo por la democracia, sino por otra civilización". Yo lo
suscribo y lo adapto con humildad a nuestro contexto de servicios sociales: nuestra lucha no es sólo por más servicios sociales, sino por otra política social.
Nueva civilización y nueva política social.
Igual van las dos cosas juntas,
me señala Wang. Ahí sí que me ha hecho pensar...
Lo tenemos claro que lo social lo engloba todo?: sistema sanitario, educativo, vivienda, empleo.... Los TS espero que si. Los gestores?
ResponderEliminarDonde està la marea naranja. Pedimos justícia social?...
pienso que los profesionales tenemos que replantearnos muchas cosas y creo que somos responsables de la precariedad del sistema.
El TS es una disciplina muy exigente, no todo el mundo vale.
És mi opinion