Bueno, pues ya ha acabado la Navidad, esas fechas en las que parece que en la sociedad se movilizan los buenos deseos y cierta solidaridad con la gente que lo pasa mal.
"The Laundress" Honoré Daumier |
Somos una sociedad ciertamente atrasada en esto de la política social. Los cuarenta años de dictadura padecidos el siglo pasado y una transición democrática dominada por las fuerzas conservadoras se reflejan en el modelo que, en mútua interacción, políticos y ciudadanía reclaman e implementan para hacer frente a los grandes retos de nuestra sociedad, entre los cuales podríamos situar sin duda en los primeros lugares la pobreza y la desigualdad.
Como muestra de este retraso, el vergonzoso desarrollo del sistema público de servicios sociales, tanto en su vertiente cuantitativa como cualitativa. En este sentido os invito a leer el magnífico análisis que del sistema hace la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes en Servicios Sociales a través del Indice DEC y la denuncia que esta asociación hace de la deriva hacia "el asistencialismo y la limosna institucional" en que el sistema ha caído.
(Por cierto, merecido premio "Corazón de Piedra" el que esta Asociación ha otorgado a la actual Ministra de Servicios Sociales, más preocupada de arengar a la sociedad a que participe en actos benéficos que en solucionar las carencias del sistema.)
(Por cierto, merecido premio "Corazón de Piedra" el que esta Asociación ha otorgado a la actual Ministra de Servicios Sociales, más preocupada de arengar a la sociedad a que participe en actos benéficos que en solucionar las carencias del sistema.)
Tal y como dice Fernando Fantova en este artículo, "los servicios sociales consisten, en buena medida, en oficinas municipales que dan ayudas económicas a personas o familias pobres". Como él mismo señala es una definición a trazo grueso en la que no nos reconocemos, pero que hemos de convenir que responde al imaginario social que se tiene sobre el sistema y que, además, algo de verdad contiene.
Y es que, salvo honrosas excepciones en algunos ámbitos geográficos y/o funcionales del sistema, los servicios sociales se han convertido en eso: oficinas para dar ayudas. En términos médicos, el sistema está enfermo de "ayuditis". Se diseña y desarrolla una ayuda para cada problema y la finalidad del sistema consiste no en mejorar la situación de la persona, sino en garantizarle esa ayuda independientemente de que la misma sirva o no para esa mejora.
Por mi parte, suelo diferenciar entre "dar (o pedir) ayuda" y "dar (o pedir) ayudas" (atención al plural, que es lo que marca la diferencia). Lamentablemente nos hemos instalado en el asistencialismo de la segunda opción.
La paradoja: cada vez garantizamos más los derechos de las personas y al mismo tiempo ejercer esos derechos y obtener las ayudas correspondientes les sirven menos para superar sus dificultades.
Salir de este círculo requerirá de un nuevo modo de pensar y hacer en servicios sociales que todavía no se atisba.
Estoy de acuerdo con tus planteamientos y por supuesto con el índice DEC y demás análisis de la Asociación de Directoras y Gerentes, yo también vote a la ministra que nos debería representar, si bien, no estoy de acuerdo con tú conclusión final, el modo o modos de pensar y las propuestas de hacer diferentes existen, muchas y muchos profesionales las hacemos, otra cosa es que la política lo permita.
ResponderEliminarGracias Belén, por comentar. También estoy de acuerdo contigo en que hay muchos profesionales que piensan diferente y hacen propuestas de cambio, y que la política (y la ciudadanía a la que representa)no permiten un cambio de modelo. Pero ciñéndonos a nivel técnico únicamente, no veo en el horizonte que podamos consensuar ni concretar la dirección del cambio. Saludos.
EliminarGracias de corazón -no de piedra- Pedro, por hacerte eco de las actividades que realiza nuestra asociación y que necesita que nuestros colegas nos apoyen con difusión y aliento, somos una entidad que no recibe financiación y no cuenta con estructuras, sólo con el empeño de soñar con ínsulas de justicia y bienestar. Seguimos colega del alma José Manuel Ramírez.
ResponderEliminarGracias a vosotros por vuestra impagable labor. ¡Qué menos que difundirla! Un abrazo.
EliminarHola , Soy alumna de Trabajo social .
ResponderEliminarCreo que el modo de pensar si que sería conveniente cambiar aunque debe ser la actuación y los valores ,que queramos que sostenga nuestra sociedad lo que esté en constante cambio y es aquí donde surge el problema. Muchos de los cambios que se hacen en los servicios sociales estàn declinados a la adaptación del individuo a eso que marca la sociedad (costumbres,conductas,estilos de vida),y no a un cambio por y para el individuo y su mejora en la calidad de vida. Por lo tanto si intentamos la primera opción daríamos favoritismos a que persistiera esa hipócrita benevolencia capitalista ,que a su vez genera la aceptación de la pobreza y de ser un falso "ser solidario" que tal acto en esos días, ocupará el lugar de los remordimientos por el resto del año ,aumentando el conformismo ante la situación .
Pero algun dia se daran cuenta que una flor o dos no hacen primavera ni por supuesto se asemeja .
Hola Cristina. Creo que el Trabajo Social tiene un reto para las próximas décadas, que es cambiar ese modo de pensar benéfico-asistencial en el que se ha instalado nuestra sociedad (y nosotros con ella). Saludos.
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