jueves, 12 de diciembre de 2013

Un cuento (chino) de Navidad

Busco de vez en cuando, por la red y los períodicos, alguna buena noticia que me alivie un poco el espíritu, que me traiga un poco de esperanza e ilusión entre tanta desgracia, recorte y malestar con el que trabajamos y que nos envuelve a diario.


Oriental puppet, www.flickr.com
Y en esas estaba el otro día, cuando Wang llama mi atención sobre una noticia de su país. Curiosamente, un ciudadano apellidado igual que él (me aclara que es un nombre muy común por allí), ha protagonizado una historia que, ciertamente, tiene algo de esperanzador, aunque también de lo contrario. Os explico.

Resulta que el homónimo de mi amigo, podéis leer la noticia aquí, un hombre de 53 años, ha pasado más de veinte viviendo en una alcantarilla y con todo tipo de privaciones para poder pagar la educación de sus tres hijos. Según cuenta la noticia, el hombre se había arruinado como consecuencia de las multas que tuvo que pagar al haber infringido la ley de hijo único con la que China intenta frenar su superpoblación desde los años 70.

La verdad es que no sé si esta historia que me ha señalado Wang es verdad o sólo es un "cuento chino", nunca mejor traído. En internet circulan habitualmente noticias bastante tergiversadas. En todo caso, cierta o no, es una noticia que me ha traído sensaciones contradictorias.

No cabe duda de que tiene tintes dramáticos. Una ley y una política que se aplica por encima de los ciudadanos y que les limita en algo tan íntimo y personal como la decisión de tener descendencia. Hasta el punto de que no duda en dejar en la indigencia a un hombre, y por tanto, a su familia. Desconozco la realidad de aquel país, (y eso que Wang lo intenta...) pero imagino a sus autoridades apelando al bien común y a la sostenibilidad de su población y su economía para aplicar la ley con tanta dureza.

No puedo evitar pensar en muchas analogías con la situación en nuestra sociedad. Unas políticas y unas leyes por encima de los ciudadanos. Unos gobernantes aplicando con dureza recortes y limitaciones de derechos apelando a la sostenibilidad y al bien común, aunque eso signifique condenar a la miseria y al sufrimiento a muchos ciudadanos. ¿Os suena, verdad?

Pero por encima de todo este dramatismo a mí la noticia me ha hecho reflexionar en la capacidad de superación del ser humano. Me imagino a este hombre, comprometido en sus recursos para sacar su familia adelante, desesperado... Me pregunto qué pensaría cada noche, cuando se acostase lejos de sus hijos, esperanzado en que su sacrificio sirviese para que ellos tuviesen un futuro mejor. Me imagino a estos niños sin entender nada, echando en falta a su padre, probablemente estigmatizados y viendo a su madre entristecida, insistiendoles en la importancia de los estudios.

Se me va la imaginación y le pongo cara a este hombre. La de otros padres y madres (muchos inmigrantes que he conocido estos años, por ejemplo) sacrificados hasta el límite para darles un futuro a sus hijos. Un futuro que a ellos se les negó.

Este cuento chino me habla de todo eso. De padres y madres comprometidos, de amor y sacrificio. Por eso me parece una buena historia. 

Por eso me parece un buen cuento (chino, naturalmente) para esta Navidad.

2 comentarios:

  1. Muy buen cuento "chino" y además dá que pensar.....
    Buena entrada

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  2. Gracias compañero, a mí me ha hecho darle vueltas a unas cuantas cosas... Saludos.

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Gracias por comentar.