martes, 28 de enero de 2014

Pequeñas identidades

Soy funcionario público, Trabajador Social en Servicios Sociales y vivo en el medio rural. Entre otras muchas dimensiones, éstas son tres realidades que configuran mi persona. Y las tres tienen algo en común: son realidades poco reconocidas, con escaso prestigio social y sobre las que gravitan montones de prejucios que las estigmatizan.


Cada una de estas realidades daría para varias entradas y reflexiones en este blog. 

Con respecto a mi profesión, en el imaginario popular somos principalmente una especie de "conseguidores de recursos" (especialmente dinero) para "gente con necesidades" ("pobres", en una palabra). Es una especie de reduccionismo que a veces compartimos con otras profesiones: por ejemplo todos saben que los psicólogos son la profesión encargada de tratar a los locos o que los enfermeros son los que ponen las inyecciones que les manda el médico correspondiente.

Siempre me he preguntado porqué esta especie de caricaturas profesionales están tan arraigadas en la población general y entre grupos de profesionales. ¿Desconocimiento? ¿Intereses corporativos? ¿Estrategias de desprestigio? ¿Errores profesionales? Seguro que un poco de todo.

En cualquier caso, si ser Trabajador Social ya es algo que tiene escaso reconocimiento social, ser Trabajador Social en Servicios Sociales es absolutamente esquizofrénico. No, no es una metáfora. Y os lo explico.

Paul Watzlawick, en su clásico libro "Pragmática de la comunicación humana"  nos explica que, ante la autodefinición que de sí mismo puede realizar una persona, los demás tenemos tres opciones: confirmar esa definición, rechazarla o desconfirmarla.

Pues bien, yo sostengo que como profesionales, estamos  sometidos a una contínua e intensa desconfirmación por parte del poder político. Como muy bien dice Watzlawick en su libro, "la desconfirmación ya no se refiere a la verdad o falsedad (...) de la definición que alguien da de sí mismo, sino más bien niega la realidad de ese alguien como fuente de tal definición. En otras palabras, mientras el rechazo equivale al mensaje: "estás equivocado", la desconfirmación afirma de hecho: "tu no existes". (pg.87)

Y la indiferencia, el no importas, no existes... es lo peor que puede hacerse con una persona o profesional. Como bien se expresa en el libro que os cito: "No podría idearse un castigo más monstruoso, aun cuando ello fuera físicamente posible, que soltar a un indivíduo en una sociedad y hacer que pasara totalmente desapercibido para sus miembros".

Es algo  que, lamentablemente, están experimentando de una forma muy intensa l@s compañer@s de Castilla-La Mancha. Ninguneados por el poder político, están viendo como se destruyen sus puestos de trabajo y con ellos, el Sistema Público de Servicios Sociales en el que trabajan. Os enlazo aquí la página de la plataforma que han creado para la defensa del mismo. ¡Ánimo, compañer@s!

Una muestra más del talante de los gobernantes actuales hacia los servicios sociales: no importáis, sois prescindibles, no pasa nada si existís o no.

Sometidos a semejantes desconfirmaciones no es de extrañar que los Trabajadores Sociales ocupemos un puesto bastante bajo en cuanto a felicidad laboral. Podéis consultarlo en este enlace a la encuesta que Adecco realizó sobre el tema.


Pero sigamos con las realidades que os nombraba al principio. En cuanto a la última que citaba, la del medio rural... La gente de los pueblos también llevamos lo nuestro. La cantidad de estigmas que caen sobre nosotros es inmensa. Principalmente de dos tipos. A veces se habla del medio rural como un lugar bucólico, inmaculado y romántico, donde la solidaridad, la ayuda mútua y la tranquilidad están conservadas, ajenas al individualismo y al estres de la gran ciudad. En otras ocasiones se habla de nosotros como personas empobrecidas, con falta de recursos (personales y de los otros), carentes de las oportunidades formativas, laborares, relacionales y de ocio que tienen también en las ciudades. Pues ni una cosa ni otra, sino todo lo contrario.

Y llego para terminar, a la primera cuestión. A veces, cuando digo que soy funcionario me siento como en una reunión de alcohólicos anónimos. "Me llamo Pedro y soy funcionario..." Como si tuviera un defecto, una enfermedad o algo de lo que arrepentirme. Por momentos, la ideología neoliberal ha calado fuerte en la población y ésta se ha lanzado a estigmatizar a los funcionarios y a culparlos del excesivo gasto público, convirtíendose así en cómplice inconsciente del desmantelamiento de lo público. Ahora que lo público, lo de todos, está en riesgo y lo privado se está quitando la careta y mostrando a las claras a quién sirve, espero que los vientos cambien.

Pero aunque de momento los vientos vengan en contra, yo me siento orgulloso de mis pequeñas identidades: de ser de pueblo, de ser Trabajador Social y de trabajar en lo público. Entre otras cosas.

miércoles, 15 de enero de 2014

Crueldad intolerable

El partido político que mantiene y da cobertura a este gobierno tan insensible a los temas sociales que padecemos acaba de sacar una lista con lo que, a su juicio, son los 40 principales éxitos de su gestión. Es tan burda la mentira y tan torpe la propaganda que contiene la lista, que no merecería mayor comentario. Pero el listado contiene una aseveración que me ha llamado poderosamente la atención...



Se trata de la frase con la que evalúan sus medidas sobre la Ley de Dependencia. Os pongo aquí el enlace al listado. Contiene la siguiente afirmación: "Las prestaciones por dependencia por fín llegan a quien más lo necesita."

No se a vosotros, pero a mí la frasecita me ha provocado. Lo ha hecho porque creo que es de una crueldad, como digo en el título, absolutamente intolerable.


Con todas sus carencias, tanto en el diseño como en su desarrollo normativo, de las que ya hemos hablado en este blog, la Ley de Dependencia ha constituido uno de los grandes hitos en materia de protección social en este país. Por primera vez se reconocían una serie de derechos sociales para la protección y autonomía de personas especialmente vulnerables, como son las afectadas por una situación de dependencia. Un avance en el Estado de Bienestar comparable a la universalización de la Sanidad, la Educación o las Pensiones.

Pero a este Gobierno que sufrimos esto de los avances en Bienestar Social le da como urticaria, y desde su acceso al poder se ha dedicado con fruición al desmontaje de la Ley. Recortando prestaciones, retrasando el reconocimiento de derechos, eliminando cotizaciones a los cuidadores, ampliando los tiempos de espera, aumentando el copago, disminuyendo inmisericordemente la aportación estatal...

Los recortes han sido tan brutales que, en la práctica, han supuesto la eliminación de la Ley. Os pongo un enlace aquí al  Observatorio de la Dependencia de la Asociación estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales, cuyos dictámenes contienen un excelente relato de esta derogación encubierta.

Cualquiera además que conozca a nivel familiar o profesional el sistema de dependencia sabrá de los sufrimientos y el malestar que estos recortes han causado a muchas personas y en muchas situaciones.

Y es que además de ser mentira (las ayudas a la dependencia no es que lleguen a quien más lo necesita... es que han dejado de llegar, o lo hacen tarde, mal y de forma insuficiente en numerosas ocasiones) la frasecita contiene un "por fin" que señala el sentido de la frase. Con este "por fin" se alude a la gestión anterior, en la cual, según el ideario que nos están queriendo imponer, todo era despilfarro y se daban ayudas indiscriminadamente a quienes no lo necesitaban. Con este "por fin" se autoproclaman como aladides de la justicia, que han venido a poner coto a tantos desmanes. Con este "por fin" justifican el haber dejado las ayudas a la dependencia en algo meramente residual.

Son argumentos propios de esta ideología conservadora que nos gobierna, en la que se atribuye al gasto social el haber desestabilizado la economía y se justifican los recortes en política social en aras de una supuesta sostenibilidad del sistema. Para ello no se duda en estigmatizar a los pobres, a los dependientes, a los parados, a los perceptores de prestaciones sociales varias... Se deja caer la idea de que muchos de ellos son unos aprovechados, unos pseudo-defraudadores que perciben estas prestaciones sin necesitarlo o sin merecerlo, y que ello es la causa de que el sistema esté en riesgo y haya que recortarlo. (Es curioso por otra parte como en esta ideología se pasa tan rápidamente de la conmiseración hacia los pobres y necesitados al ataque y acusación hacia los mismos como unos vagos y aprovechados...)

En realidad todo ello esconde un pensamiento estratégico neoliberal en el cual la protección social no es tarea del Estado.

Es lamentable esta consideración del gasto social, (aprovecharemos para volver a señalar que en España siempre hemos estado muy por debajo de la media europea), que no tiene en cuenta ni la capacidad de estímulo de la economía del mismo, ni el importante ahorro futuro que supone implementar políticas de prevención.

Dos cuestiones que estaban muy presentes en la Ley de Dependencia y que apenas habían comenzado a desarrollarse cuando se han visto cruelmente desmontadas.

Wang me ha recordado un viejo proverbio, en este caso árabe: "La crueldad es la fuerza de los cobardes". No podría definirlo mejor.

viernes, 10 de enero de 2014

Francotiradores y paracaidistas

Hoy esta entrada es una de esas en las que no sé si voy a ser capaz de transmitir lo que llevo en la cabeza. Al menos, sin liarme demasiado. Lo cierto es que unos sucesos recientes, que no vienen al caso, me han hecho reflexionar sobre algunos aspectos de las relaciones de ayuda.

 

Creo que el título que le he dado a la entrada os sugerirá por donde van estas reflexiones que os comento. Van en torno a las relaciones de ayuda, a las cuales definiremos, simplificando mucho, como las relaciones que se establecen entre seres humanos, en cuanto a seres sociales, para satisfacer sus necesidades. 

Como artificio para mi análisis, voy a dividir las relaciones de ayuda en tres tipos. La relación de ayuda profesionalizada, la relación de ayuda espontánea y la relación de ayuda que he llamado "híbrida".

  • La relación de ayuda profesionalizada en un instrumento para la intervención social. Como intervención profesional está sujeta a unas reglas, unos marcos teóricos y unos límites institucionales, que la contienen y en virtud de los cuales adquiere sentido. 
  • La relación de ayuda espontánea nace de la  condición social del ser humano. En ella, unas personas proveen a otros de los recursos o ayuda que les es necesaria ante diversas necesidades o adversidades. Constituyen las muestras de solidaridad y de ayuda mútua que se han dado siempre en todas las sociedades.
Con ambas relaciones de ayuda las cosas están bastante claras. Al fin y al cabo podríamos decir que la primera es la forma pública de la segunda, que se desarrolla en el ámbito privado y se organiza socialmente en aras de una mayor eficacia, bien ante la complejidad del problema o bien como consecuencia de su extensión. La historia del Trabajo Social y sus antecedentes está llena de ejemplos de este tipo.

Las que me preocupan especialmente son las relaciones de ayuda que denomino híbridas, que tanto veo proliferar ultimamente. En ellas se sale del ámbito privado y se utiliza una relación de poder, de prestigio o económica para desarrollar una relación de ayuda pública pero fuera de los marcos y reglas profesionales.

El análisis, la hipotetización, el diagnóstico, la evaluación, la planificación, el trabajo en equipo, la intervención en red, el proceso... son todos elementos de la intervención social en los que se basa la relación de ayuda profesionalizada.

Son los elementos que se obvian en esas relaciones híbridas que por ejemplo encontramos con mucha frecuencia en la política o en la iglesia. Ya he hablado en otras entradas de las variadas motivaciones que llevan a las personas en estas instituciones a realizar este tipo de actuaciones: desde la buena voluntad hasta graves carencias narcisísticas. Es lo de menos. Lo importante es el resultado de esas intervenciones públicas, desarrolladas al margen de las estructuras que la sociedad ha creado para realizarlas.

http://www.flickr.com/photos/jmube/5256610207/
En esta sociedad posmoderna y neoliberal, donde lo individual está consagrado por encima de lo colectivo y lo público es desprestigiado en beneficio de lo privado, estas actuaciones están convirtiéndose no ya en excepciones, sino en el modelo propuesto.

Es una forma más del desmontaje del Estado de Bienestar que estamos sufriendo. Y es triste que a veces los profesionales colaboramos con ello: cada vez que no somos lo suficientemente rigurosos y respetuosos en nuestra intervención, cada vez que preferimos refugiarnos en nuestra individualidad y no construir la intervención en un proceso compartido y consolidando las estructuras existentes. Cada vez que no denunciamos ni nos oponemos a esas formas de ayuda híbridas que estamos viendo crecer a nuestro lado.

Entonces, sin advertirlo, nos estamos convirtiendo en unos más de esos francotiradores y paracaidistas de la ofensiva contra el Estado del Bienestar.

miércoles, 1 de enero de 2014

Aborto local

Comenzamos el año comentando las referencias a los Servicios Sociales que al parecer, se encuentran en el Anteproyecto de Ley sobre el Aborto que el ínclito Gallardón acaba de parir (nunca mejor el símil). Y con el poco caso que estos talibanes suelen hacernos, es evidente para qué se nos quiere utilizar esta vez.



Sobre el contenido de esta polémica Ley se está escribiendo mucho estos días. Recomiendo por ejemplo este artículo de Javier Gallego ¿Por qué la nueva Ley del Aborto es inaceptable? que resume gran parte del pensar y del sentir de muchas personas ante este nuevo Proyecto de Ley.


A mi, como no podía ser de otra manera, me han llamado la atención especialmente las referencias que parece ser que contiene sobre los Servicios Sociales. Si nos atenemos a las noticias sobre el contenido de esta Ley, la embarazada, dentro de la carrera de obstáculos que tendrá que sortear si pretende abortar, debera pedir cita a los trabajadores de los Servicios Sociales de su localidad para que le informen personalmente sobre ayudas públicas a la maternidad, alternativas al aborto (adopción, acogimiento...) y los riesgos de la propia intervención. Tras ello deberá reflexionar siete días (en búsqueda del propósito de enmienda, supongo) antes de proseguir en su decisión.

Si no fueran tan dramáticas muchas de estas situaciones en las que no se desea el embarazo (lo sé porque me ha tocado vivir unas cuantas), nos íbamos a partir de risa con lo surrealista de los diálogos que pueden producirse si al final tal medida se contempla en la Ley cuando se apruebe.

¿Qué esperan? ¿Que les informemos de que la realidad es que las ayudas públicas a la maternidad son prácticamente inexistentes? Seguro que no. Querrán que les mintamos.

Que no les digamos que las prestaciones sociales con las que podríamos ayudarla están más que recortadas, que van a tardar meses en concedérselas, y en el caso de que lo hagan, que son tan miserables que a duras penas le va a llegar para subsistir a ella y su hijo. Que además pueden denegárselas por innumerables cuestiones, por ejemplo que le falte un papel, tal vez el certificado de penales del padre de la criatura.

O tal vez espera el legislador (bonita palabra con la que puede perpetrarse cualquier felonía) que nos callemos el futuro que le espera. Que si no tiene recursos ni familia que le apoye tendrá que vivir de la caridad, de los bancos de alimentos y de la beneficencia.

Y sobre la opción de entregar en acogimiento o adopción... Nos darán un manual para que les digamos que es una opción perfecta para ella y su bebé, ya lo veo venir. Donde pintarán de rosa (bueno, de azul si es niño) la familia que va a acoger al bebé y que el proceso y los profesionales que la van a realizar la protegerán de cualquier malestar o problema psicológico que pueda sufrir antes, durante y despues del mismo.

Tal vez quieran que la disuadamos de su malvado y criminal deseo hablándole de las bondades y maravillas de las casas de acogida regentadas por la asociación pro-vida o congregación religiosa de turno, donde encontrará amor y comprensión ante su difícil situación y donde podrá vivir y ver crecer a su hijo sano y feliz mientras ella realiza un increible curso de inserción laboral con el que solucionará todas sus penurias futuras.

Pues conmigo que no cuenten. Que pongan todas sus mentiras en un folleto y que los buzoneen.

Porque yo no pienso mentir. No voy a tratar a las mujeres en esta situación como una especie de tontas inútiles para decidir, incapaces de saber  qué  quieren por el mero  hecho  de no desear su embarazo.
mutuaspalabras.blogspot.com

Por mi parte me parece una ley que sólo va a añadir más sufrimiento a una situaciones de por sí bastante complicadas. Pero este Gobierno ya nos ha demostrado que el sufrimiento de los ciudadanos le importa bastante poco. Sólo así podemos entender que vayan a aprobar esta ley y sólo así podemos entender que su principal mentor, el ministro Gallardón, venga a decir en una entrevista que defiende la bondad de su ley por encima de que sus resultados sean el incremento o no del número de abortos.

Es ideología. Sucia y rastrera ideología donde las ideas están por encima de las personas y a la que no le importa lo más mínimo causar sufrimiento.

Nunca pensé que lo iba a decir, pero por una vez no me alegro que en una Ley aparezcan los Servicios Sociales. Ya me empiezo a cansar de la imagen y de las funciones que estos gobernantes y el partido político que les ampara tienen de los Servicios Sociales y del Trabajo Social. Sólo les interesa la función de control social que podemos realizar. Por lo demás, el ninguneo y el desprecio es absoluto.

Aunque bien pensado... tampoco  vamos a tener mucho problema. Para cuando nos empiecen a llegar mujeres en esta situación a los Servicios Sociales Locales, éstos ya habrán desaparecido. La Reforma Local los habrá abortado.

¡Y eso que dicen que están contra el aborto!...