jueves, 26 de febrero de 2015

Virguerías sociales


Un nuevo concepto viene a iluminar el proceloso mundo de la política social en España. Se trata de la “virguería social”, concepto acuñado por la vicepresidenta del Gobierno de la nación para presumir de la eficiencia de sus políticas de gasto social. 


Otra vez los andaluces… Además de no saber pescar (ver mi anterior entrada), ahora van y se gastan injustificadamente dos millones de euros, que son los que va a costar el servicio postal para las elecciones autonómicas andaluzas. (Enlace) Si es que van despilfarrando el dinero. ¡Con la de cosas que se podrían hacer con dos millones de euros!

Y como en otras ocasiones, ahora viene mi duda. Analizo el comentario de la vicepresidenta con seriedad, como sin duda merece, o me lo tomo a chufla.

Bueno, por una vez y sin que sirva de precedente, me lo tomaré en serio e intentaré analizar lo que hay detrás de este concepto de la neo-lengua peperiana, así como las políticas sociales que lo inspiran.

En primer lugar diré que a la vicepresidenta no le falta razón. Con dos millones se podrían hacer muchas cosas en política social. Voy a darle unas cuantas ideas, en línea con las medidas que llevan ejecutando desde que gobiernan y con sus resultados. 

  • Con dos millones de euros se podría repartir a cada inmigrante en situación irregular (los que quedaron excluidos del sistema sanitario español normalizado por el Decreto Ley del 24 de abril del 2012, estimados en más de 800.000 personas según Amnistía Internacional), una caja de aspirinas con 40 comprimidos. Ya que no pueden acceder a la asistencia sanitaria, que no digan que en España carecemos de humanidad ante el dolor y el sufrimiento.

  • Con dos millones de euros se podría dar a cada niño en situación de pobreza (2.306.000 niños, según el último informe de UNICEF) una bolsa de “chuches” (Rajoy dixit) por valor de casi 1 €. Así, mientras ellos y sus familias esperan la inminente recuperación económica que tanto esfuerzo le ha costado al Gobierno, sabrán que el Estado no se olvida de ellos. 

  • Con dos millones de euros se podría enviar un ramo de flores de unos 20 € a los familiares de los dependientes fallecidos sin percibir ninguna atención tras serles reconocida la Ley de Dependencia (más de 100.000 dependientes, según nos recuerda la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales). Sería un bonito detalle con el que el Gobierno demostraría el profundo respeto que tiene por los dependientes fallecidos. (Con los vivos, ya si eso, ya veremos….)

  • Con dos millones de euros se podría repartir una asignación económica de 3 € a cada hogar que existe en nuestro país y que carece de cualquier tipo de ingreso (casi 700.000 hogares, según el último informe FOESSA). Parece poco, pero con eso el Gobierno demostraría su sensibilidad con los que no tienen nada y se solucionaría el problema de un plumazo: todos los hogares contarían con algún tipo de ingreso.

  • Con dos millones de euros podría regalarse un juego de postales (con sellos y todo) a cada una de las más de medio millón de personas que han abandonado nuestro país como consecuencia de la crisis. (225.000 personas según cifras oficiales y 700.000 según algunas estimaciones). Mantener el contacto familiar es importante para los emigrantes y el escribir postales es una tradición que se está perdiendo y que el Gobierno haría bien en recuperar.

  • Con dos millones de euros se podrían encargar unas pegatinas identificativas con las que señalar a las 637.573 personas que, según datos del Gobierno, están percibiendo las Rentas Mínimas de Inserción en nuestro país. Estarían obligadas a llevarlas en la solapa y su rápida visualización permitiría que los empresarios les ofrecieran trabajo o al menos, la gente de bien pudiera darles limosna. Una medida que englobaría tradición, control y modernidad, valores de los que hace gala este Gobierno.

  • Con dos millones de euros podría comprarse una tablet de última generación por valor de unos 3.000 € a cada senador o congresista español para que se entretuvieran en las largas sesiones parlamentarias con algún juego… ¡Perdón!, esto eran propuestas de política social, no institucional. 

Bueno, ahí le dejo a la vicepresidenta estas ideas. Seguro que le son de utilidad. Pero también le diré que se ha equivocado. La palabra virguería hace referencia a un adorno, un añadido, y por extensión se aplica a los asuntos de poca importancia. Sólo de modo coloquial (impropio de una gobernante seria) se utiliza para referirse a hacer una cosa de manera excelente o extraordinaria, que es como ella la quería utilizar.

Aunque Wang me dice que tal vez no sea un error. Los asuntos sociales, para este Gobierno, sin duda son cosas de poca importancia.

En cuanto a virguerías, verdaderas virguerías, las que hacen algunas familias para sobrevivir actualmente y las que hacemos los profesionales que nos dedicamos a ayudarlas entre tanta dejadez e incompetencia de nuestros gobernantes.



viernes, 20 de febrero de 2015

Retrato en sepia.

Wang y el miedo.
Wang me cuenta esta curiosidad sobre las sepias, que es bien conocida en su país.
Las sepias pueden esconder sus brazos y tentáculos sobre la boca, y al encogerse, esconder ésta bajo su cuerpo. Para protegerse más contra el peligro sueltan un líquido, negro como la tinta, que sirve para ocultarlas.
Pero los pescadores, al ver ponerse negra el agua tiran sus redes... y las sepias son pescadas.

Pescar en Andalucía.
Buena la ha armado el Presidente del partido Ciudadanos, Albert Rivera, diciendo que cuando gobiernen en Andalucía (sic) van a cambiar la filosofía de la Junta y que "no van a repartir pescado, sino a enseñar a la gente a pescar o a dejar que la gente tenga su caña de pescar". 
Wang me pregunta por qué los andaluces no saben pescar sepias...
Por sus metáforas les conoceréis. Otro político (y van...) que se propugna para gobernante y viene a salvar al pueblo llano de su propia incompetencia.
Mensaje para navegantes: la culpa de que no tengas peces para comer es tuya.
Corolario: el que quiera peces... que se moje... ¡pues eso!

Lo que nos viene desde la pérfida Albión.
Ya he comentado en otras entradas lo humillante y peligrosa que me parece esa metáfora de "enseñar a pescar". Básicamente por que construye un relato en el que el pobre, el parado, el enfermo... lo es por su propia responsabilidad. En el mejor de los casos es un ignorante que no sabe. En otras lecturas es un degenerado que abusa de las prestaciones sociales.
Y así se generan los debates como el que se está dando en el Reino Unido. Los obesos, los alcohólicos y los drogadictos no deben recibir prestaciones sociales. Es lo que propone el Partido Conservador británico.
No tardaremos en ver propuestas de este tipo por nuestro país. Ya se han dado algunas y cada vez van a tener más fuerza. 
También con ésto vamos a ir de culo.

La cultura del pescado.
Son las consecuencias de la cultura benéfica y asistencial tan arraigada en España. Nos apiadamos de los pobres... hasta que los castigamos culpándoles de su propia situación. Nos hemos instalado en el reparto del pescado, sin acometer reformas estructurales ni políticas universales de lucha contra la pobreza. Las consecuencias de ello las sufriremos durante muchos años.

Cada vez me desanimo más cuando surgen las propuestas sobre política social y aparecen como medidas-estrella unas timoratas Rentas mínimas de inserción que no son sino subsidios condicionados absolutamente ineficaces. Os dejo un artículo al respecto, por si queréis consultarlo. Aquí. Os lo recomiendo.

 

Final.
Os dejo. Tal vez otro día profundicemos en algunos de los temas que he comentado. Hoy me voy de tapas con Wang.
Se ha empeñado en invitarme a sepia a la plancha...


Entre tanto os dejo con el Pescao y su: "Buscando el sol"









domingo, 8 de febrero de 2015

Dos historias y un relato

Hoy traigo al blog la historia de dos personas que he atendido en el trabajo. La historia y cada uno de sus detalles son ciertas. En cuanto al relato, es una ficción. O tal vez no...

 
Javier es un padre de familia de 47 años. Actualmente está casado y tiene una hija de 3 años. Estuvo casado anteriormente y tiene otra hija de 15 años a la que ve algunos fines de semana. 
     Con algún periodo de desempleo, Javier había trabajado siempre de operario de producción en diferentes fábricas en los alrededores.Siempre, hasta que hace unos años esas fábricas comenzaron a despedir personal.
      Al principio no se preocupó. Ya le había pasado otras veces y no solía tardar mucho en encontrar otro puesto de trabajo en alguna fábrica cercana. Pero esta vez fue diferente. Apenas se realizaban nuevas contrataciones, había mucha gente en su situación y su baja cualificación tampoco ayudaba.
     Cuando llegó a Servicios Sociales estaba apesadumbrado. Había agotado todas sus prestaciones y la familia subsistía de pequeños trabajos esporádicos de limpieza que la mujer realizaba.
     Solicitó la Renta Mínima de Inserción. Cuando le fue concedida estaba a punto de terminar unos estudios de técnico de mantenimiento industrial en los que, cuando se quedó en desempleo, decidió matricularse. Le costó mucho... ¡llevaba tanto tiempo sin estudiar!
     Percibió la RMI durante cinco meses, puesto que al terminar los estudios fue contratado por la empresa donde había hecho las prácticas de los mismos.
     Actualmente, tras varios meses de contrato temporal, tiene contrato indefinido en esa empresa.

     Manuel también es un padre de familia. Un poco más joven, tiene 40 años. También está casado y tiene dos hijos, de 10 y 8 años. Convive con su mujer y un hijo de 14 años, de una relación anterior de ella.
     Manuel siempre trabajó en la construcción, desde los 14 años, cuando abandonó los estudios. Trabajó en diferentes empresas y atravesó diferentes periodos de desempleo.Cuando cerró la última empresa en la que había sido contratado, decidió establecerse como autónomo, pero la falta de trabajo hizo que tuviera que abandonar a los pocos meses.
     Hace ya varios años que se encuentra en desempleo. Es la tercera vez que solicita la Renta Mínima de Inserción. Está desesperado porque no encuentra empleo, dice que nadie le ayuda y se queja con amargura de la falta de trabajo. Ante la ansiedad que la situación le produce su médico de cabecera le ha tratado con medicación.
    Actualmente está bebiendo demasiado y el ambiente familiar es cada vez peor, con frecuentes discusiones con su esposa.
    
* * *

     Javier y Manuel son diferentes. Pero también tienen muchas cosas en común. Tantas, que un día se me ocurrió juntarlos. Tal vez Javier podría servir de impulso a Manuel, y estaba convencido de que al primero también le podría venir bien conocer la historia de éste.

     Así que les propuse a ambos compartir su historia y concretamos una serie de entrevistas. Poco a poco Manuel fue exponiendo su doloroso recorrido. Era el menor de cuatro hermanos, siendo él el único varón. Apenas recuerda nada de su infancia, salvo los episodios de violencia que su padre, alcohólico, ejercía con frecuencia. Dice que pegaba con frecuencia a su madre y a él mismo. Los insultos y menosprecios eran habituales y, entre lágrimas, relata como un día su padre le gritó que "no servía para nada" y que "nunca iba a llegar a nada en la vida".
      
    El relato de Manuel continuaba con sus sensaciones de cómo toda su vida había quedado marcada por aquellos episodios, la culpa, la rabia y la depresión que ello le había causado, el refugio que a veces la droga y el alcohol le habían supuesto... Y lo que había sido su principal motivación para salir adelante: que sus hijos no pasasen por lo que él había pasado. Lloraba amargamente cuando nos confesaba lo derrotado que se sentía cuando veía que no lo estaba consiguiendo.

     Su padre tenía razón. Jamás llegaría a nada en la vida...

     Impresionado por el relato de su compañero, Javier guardaba un respetuoso silencio.Cuando Manuel terminó de hablar y a duras penas se repuso, Javier se le acercó y le dió un profundo abrazo.

      Y yo sentí que aquel abrazo iba a ayudar más a Manuel que cualquier subsidio o prestación a la que pudiera acceder.


lunes, 2 de febrero de 2015

Un gracioso Presidente



Acabo de ver los últimos vídeos promocionales del Partido Popular en los que, sin pudor ninguno, se dedican a glosar lo magnífico de su gestión. ¡Todavía no salgo de mi asombro!


https://www.flickr.com/photos/rahul3/
En las formas, los vídeos no hay por dónde cogerlos: rancios, cutres, con actores y protagonistas insoportablemente engolados…  Supongo que todo se deberá a alguna estrategia publicitaria, no puede haber tanta necedad. Yo no soy experto en la materia pero, personalmente, me causan arcadas. Y a Wang también, sólo que las suyas están ocultas por las carcajadas. Aún se está riendo, mi amigo…

Mucho más allá de estas formas, en cuanto al contenido, la verdad es que estos vídeos se descalifican por sí mismos. Es tal la autocomplacencia, la falta de autocrítica y las mentiras que los componen que no resisten ningún análisis. Pura y dura propaganda. No hay más. Sólo la liturgia preelectoral y la crueldad que proporciona el haber gobernado tanto tiempo para los poderosos, puede explicar una campaña así.

Pero de entre todos estos vídeos, uno me ha parecido especialmente paradigmático. Es el del Presidente del Gobierno dando las gracias a diversos ciudadanos, incluso visitándoles en sus viviendas o negocios. No voy a negarle valor al Presidente. Hay que tener mucho cuajo para protagonizar un anuncio así, después de la trayectoria que ha llevado durante su Gobierno.

Os resumo, desde mi punto de vista esta trayectoria:
            Primero, LA MENTIRA: “no se recortará ni en sanidad, ni en educación ni en pensiones públicas”. Entre otras muchas mentiras, ésta puede servirnos de ejemplo de su actitud.

            Segundo, LOS RECORTES: De manera cruel y despiadada, sin poner la mirada ni un momento en los ciudadanos de a pie (los mismos que a los que ahora da las gracias), ni en los sufrimientos que les estaba causando, ejecutó su política de destrucción de derechos sociales con la precisión de un neurocirujano. La casi destrucción  de la Ley de Dependencia, el incremento de las tasas de pobreza o el vertiginoso aumento de la desigualdad son muestras de todo ello.

            Tercero, EL PERDÓN: De modo tangencial, obligado por los daños colaterales que el descubrimiento de la corrupción en su Gobierno y en su partido le estaban haciendo, realiza unas peticiones de perdón tan falsas que sólo producen más dolor. Ya comenté estas peticiones en las entradas de este blog: “El perdón y la nada” y “Me he equivocado…”, y lo que escondían estas peticiones de perdón.

            Cuarto, EL AGRADECIMIENTO: Dar las gracias a los ciudadanos por aguantar los padecimientos que su propia política les ha causado sólo tiene una palabra: cinismo.

            Quinto EL MENSAJE: “La crisis ya ha pasado”. “Yo os he sacado de ella de la única forma que podía hacerse”. “Votadme de nuevo o ateneos a las consecuencias”.

Torpemente, pero en este blog intentamos con frecuencia deconstruir los hechos, las palabras y los mensajes con que la ideología neoliberal nos bombardea. Y estos vídeos condensan la mayoría de las esencias de esa ideología, así que no podíamos dejarlos pasar.

Porque, a pesar de lo que nos cuentan, la lucha contra la crisis se pudo hacer de muchas formas.  Y este gobierno apostó por una muy concreta, la que es propia de su ideología. Se trata de crear las condiciones y potenciar las estructuras que permiten que los ricos y poderosos aumenten su riqueza (véase la reforma laboral, la disminución de las prestaciones sociales o el incremento de las privatizaciones, entre otros ejemplos). Según ellos, este aumento en la riqueza proporcionará, en una especie de ósmosis social y principalmente a través del empleo, el aumento del nivel de vida de toda la población.

El problema es que no funciona. La acumulación de riqueza en cada vez menos manos sólo se traduce en una pobreza cada vez mayor para el resto, y así el crecimiento exponencial de la desigualdad. De ahí que las cifras macroeconómicas puedan mejorar sin que la población en general vea a su vez significativamente mejorada su situación.

Por eso el Presidente nos da las gracias. El principal de sus objetivos se ha cumplido. El esfuerzo y sufrimiento de la mayoría de la población ha conseguido enriquecer más a los poderosos. Ahora el resto, dicen, vendrá sólo.

Y con ese agradecimiento nos quedaremos mientras esperamos. ¡Qué gracioso, el Presidente!

De nada, hombre, de nada…