domingo, 26 de noviembre de 2017

No estamos haciendo lo suficiente

Con este lema la Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil (FAPMI) emitía un comunicado de prensa para alertar sobre la Violencia contra niños, niñas y adolescentes con motivo del Día Internacional de los Derechos de la Infancia.


Suscribo casi en su totalidad dicho comunicado (os pongo aquí el enlace), pues en él alertan principalmente de dos fenómenos que muchos profesionales estamos constatando desde hace tiempo: la elevada prevalencia del maltrato infantil (bajo diversas formas y escasamente visibilizada) y la incapacidad de la sociedad y de los sistemas de protección social para detectarla y ponerle freno.

Un par de días antes de la celebración de ese día tuve la oportunidad de presentar un Taller sobre Violencia FilioParental en las V Jornadas Aragonesas de Terapia Familiar. En dicho espacio reflexionábamos sobre algunos aspectos y nos hacíamos algunas preguntas que pueden explicar los fenómenos a los que estamos haciendo referencia:

  • ¿Cuáles son nuestras dificultades a la hora de descubrir y desvelar el maltrato infantil? ¿Influyen nuestros prejuicios socioculturales? ¿Cuáles son las claves para entender la actitud de la población en general en relación al maltrato infantil? 
  • ¿Por qué nuestra moral se sitúa habitualmente más cerca del lado de los adultos y no tanto del lado de los niños?
     
  • ¿Por qué nos cuesta entender como maltrato todos los juegos de alianzas, manipulaciones y triangulaciones de las que los niños son objeto?
  • ¿Por qué en nuestra sociedad “avanzada”, donde los niños parecen estar más protegidos que nunca, encontramos cada vez más niños “cosificados” e instrumentalizados, al servicio de las necesidades emocionales de los adultos que les deberían cuidar y que deberían hacerse cargo de las de estos niños?
     
  • ¿Por qué legitimamos los castigos físicos a los menores considerándolos, a lo sumo, una falta no intencionada cometida por los padres que abrigan las mejores intenciones, pero a los que tener que educar les desbordó?
     
  • ¿Por qué seguimos empeñados en adormecer el dolor infantil y nos ponemos tan rápidamente de acuerdo pensando que el fallo está en el niño, dentro de su cerebro o mente, o encapsulado en sus genes? ¿Por qué nos cuesta tanto pensar que, si en algún sitio están esos problemas es dentro del mundo en el que viven los niños - no dentro de su cabeza -, en relación con los adultos y sus propios problemas, circunstancias y formas de vida?

Pero si estoy muy de acuerdo con el comunicado, el título me parece de lo más acertado. Y lamentablemente, generalizable a otros tipos de violencia. Porque TAMPOCO ESTAMOS HACIENDO LO SUFICIENTE en otro tema al que en esta semana hemos dedicado otro día. Me refiero a la Violencia contra la Mujer.

Esta semana pasada hemos tenido que atender en el trabajo otro caso más de violencia en este tema. Una mujer, acompañada de una niña de tres años, que venía sufriendo un maltrato físico y psicológico brutal, del que os ahorro los detalles pero que sin duda podéis imaginar.

No sé de donde sacó fuerzas esta mujer para decidir intentar salir de la situación y pedirnos ayuda, pero en el proceso que hemos llevado con ella para protegerla hemos podido constatar una vez más la absoluta desprotección con el que el sistema trata a estas mujeres. Son puestas en cuestión, revictimizadas, juzgadas y presionadas bajo diversas formas.

El sistema en general no tiene interiorizado un sistema de protección de acogida y cuidado para estas mujeres. Afortunadamente en el sistema trabajan profesionales concretos que sí tienen esa sensibilidad y actitud.

Lo lamentable es que una mujer sea protegida o no en función de que el azar le haga encontrarse con estos profesionales (y de la suerte de que estos profesionales puedan tomar las decisiones correctas) y no con otros que, por acción u omisión, la van a dejar en la misma situación de maltrato de la que intenta salir. Consentidores sin los cuales la violencia no se produciría.

En este caso tuvimos suerte. Dentro de todas las dificultades topamos con profesionales comprensivos y protectores. Pero fue fruto del azar, y a lo largo del proceso la protección que estábamos construyendo estuvo en varias ocasiones a punto de irse al garete.

Y eso es algo que no podemos permitir. Ni los niños ni las mujeres que sufren violencia se merecen que su protección dependa de la suerte.

Rescato de nuevo (ya lo he hecho en alguna ocasión) estas palabras de Barudy en su libro "El dolor invisible de la infancia". Creo que define muy bien las dinámicas violentas:

     "En lo que se refiere a las dinámicas relacionales, pude confirmar que se requieren por lo menos tres grupos de personajes para producir estos fenómenos. (...) encontramos los mismos tres grupos de personas, presentes en las dinámicas humanas en donde la vida está amenazada y los derechos humanos pisoteados. En los dos casos existe un primer grupo compuesto por los represores, torturadores, acusadores, maltratadores, etc...; un segundo grupo, conformado por las víctimas: hombres, mujeres y niños perseguidos, encarcelados, torturados y exiliados; y un tercer grupo, constituido por los terceros, los otros, los instigadores, los ideólogos, los cómplices, pero también los pasivos, los indiferentes, los que no quieren saber o los que sabiendo no hacen nada para oponerse a estas situaciones y/o tratar de contribuir a crear las condiciones para un cambio."

Creo que es urgente que reflexionemos como profesionales y como sociedad que no basta trabajar con víctimas y agresores.

Mientras no lo hagamos también con esos "terceros" que de diversas formas consienten la violencia NO ESTAREMOS HACIENDO LO SUFICIENTE.

lunes, 20 de noviembre de 2017

La coleta de los Servicios Sociales

Hace unas semanas que no escribo. Por una parte, diversos asuntos han requerido de mi atención y no me ha quedado demasiado tiempo para reflexionar sobre los temas que toco en este blog. Por otra, en estos tiempos tan convulsos, atravieso una fase en la que me falta claridad en el diagnóstico.


Claridad no tanto en la situación ni en las causas del deterioro del sistema, sino sobre las estrategias a implementar para superarlo. Con respecto a las primeras, el mes pasado ya certifiqué la muerte del Sistema de Servicios Sociales y la desaparición del Trabajo Social dentro de él, así que tengo poco más que añadir.

En cuanto a lo que hay que hacer para revertir la situación y "resucitar" el Sistema (si vale el simil), estoy bastante confundido. Tengo la sensación de que la política social está dando respuestas a los grandes problemas sociales mediante estrategias y soluciones totalmente erradas e ineficaces, pero que en el Sistema de Servicios Sociales estamos dando por buenas.

Son soluciones como la que utilizó el Barón de Münchhausen en esa célebre aventura en la que se sacó a sí mismo y a su caballo de la ciénaga en la que habían caído, tirando de su propia coleta. Capacidad extraordinaria, sin duda, la del Barón. Pero yo no tengo tan claro que en Servicios Sociales podamos hacer lo mismo.

Porque de momento, tirar de nuestra coleta es lo único que se nos ocurre. Y cuando hablamos de innovación o de soluciones alternativas, nos dedicamos a intentar hacer más fuerte nuestro brazo o las piernas con las que sujetamos al caballo.

Creo que cruzar la ciénaga en la que los Servicios Sociales han caído va a requerir de algo más que una sólida cabellera, un brazo y piernas musculosas o los mensajes de ánimo con los que podamos alentarnos...