jueves, 30 de octubre de 2014

El perdón y la nada

En un nuevo ejercicio de cinismo sin precedentes, la clase política gobernante en España se ha lanzado a pedir perdón y nos han trasladado sus disculpas por algunas de sus actuaciones y decisiones. La manera en que lo han hecho me parece, por encima de cualquier otra cosa, una nueva y desalmada agresión.



Ya hablé de este tema en este blog hace más de un año, en la entrada "Me he equivocado...", a raíz de otra pseudopetición de perdón que realizó nuestro presidente del gobierno. Pero como, al parecer, Rajoy no se lee mis entradas, y dudo que nuestros gobernantes conozcan mi blog, me veo obligado a reiterar algunas de las reflexiones y recordar algunos de los planteamientos que allí hacía.

Analizaba entonces que la petición de perdón del presidente adolecía de algunos elementos, en especial el genuino reconocimiento, la exoneración y la reparación. Y que sin ellos, las peticiones de perdón no son sino nuevas agresiones, que no producen sino una nueva revictimización de los destinatarios.

Pues bien, al no leer mi blog, los últimos episodios en que nuestros gobernantes han pedido perdón han vuelto a caer en los mismos errores que entonces. Llamativas en este sentido han sido las peticiones de perdón de Esperanza Aguirre y de Mariano Rajoy ante la multitud de escándalos de corrupción que les han salpicado, cometidos por sus otrora amigos, fieles escuderos y servidores.

Un reconocimiento parcial, teñido de uno de los niveles de negación que describen Trepper y Barret (1989) en su conceptualización de los mismos: la negación de la conciencia. Pido perdón... pero... "yo no sabía nada, por tanto no soy responsable de nada, y no hay nada más que entender". Y ya está. Ni un  triste amago de compensación o intento de reparación del daño causado. El perdón y la nada.

Como perdón, y nada más después, han esgrimido por ejemplo, el consejero de sanidad de Madrid, por sus declaraciones sobre la auxiliar infectada por el virus del Ébola; o la asidua de este blog, la presidenta del Círculo de Empresarios, con sus declaraciones sobre la contratación de mujeres embarazadas; o el alcalde de Toledo, por sus machistas manifestaciones sobre mujeres y ascensores.

Y si llamativo es el contenido de las peticiones de perdón, qué decir del lenguaje no verbal de sus protagonistas. Observadlo. No se puede trasmitir más falsedad: diversos tics, lectura textual y apresurada, memorización, mirada ausente, desgana y nerviosismo...

Yo, de verdad, prefiero que no pidan perdón. Y mucho menos, por los escándalos de corrupción que les envuelven. Preferiría que lo hiciesen por sus inhumanas y crueles políticas, cargando sobre los débiles y desprotegidos las consecuencias de la crisis y permitiendo el enriquecimiento, tan legal como inmoral, de los poderosos. Y que lo reparasen.

Pero eso es otra historia. De momento nos quedamos con el perdón y la nada. Un amargo perdón y una insufrible nada.

Y como hablan del perdón, os dejo con unos maestros, estos sí, Les Luthiers y su "Perdónala"


jueves, 23 de octubre de 2014

Círculos viciosos

A veces pienso que podría escribir un blog comentando sólo las manifestaciones y propuestas de las organizaciones empresariales en nuestro país. Su última ocurrencia para salvar al país de la crisis: que a los funcionarios públicos se les pueda despedir con las mismas reglas que en el sector privado.



Parece ser que la propuesta está contenida entre las que el Círculo de empresarios hace para que el Gobierno las incluya en los presupuestos de 2015. Si hay algún despistado todavía, este misterioso círculo es una especie de lobby empresarial presidido por la inefable Mónica Oriol, generadora de otras propuestas estrella para la recuperación económica y empresarial de nuestro país como la de que hay que rebajar el Salario Mínimo para los jóvenes que no tienen cualificación, puesto que no producen y no sirven para nada; o la de que es preferible contratar a mujeres menores de 25 o mayores de 45 años, porque no se quedan embarazadas.

Desconozco cómo la propuesta de favorecer el despido libre de funcionarios puede mejorar la economía. Mi limitado intelecto (merecedor sin duda de la rebaja de salario que como funcionario he sufrido los últimos años) me hace incapaz de comprender las sólidas teorías económicas y datos empíricos en que sostienen la propuesta.

Mis limitaciones me hacen pensar más bien que este tipo de propuestas no están basadas más que en el fundamentalismo neoliberal al que estos empresarios se adscriben, cuya doctrina les hace abogar por la desaparición del Estado en pro de un libre y omnipotente mercado y por tanto anatemizar cualquier servicio público. Y amparadas además en el más rancio populismo, aprovechando el desprestigio interesado de lo que llaman "casta funcionarial". 

Pero seguro que son prejuicios míos, como digo basados en mi ignorancia...

Y llegado hasta aquí, os confieso que tengo una duda: seguir con la entrada en serio, intentando contraponer datos y evidencias que pongan de manifiesto la incoherencia de esta propuesta neoliberal; o bien tomárnoslos un poco a chufla, como decimos por tierras aragonesas.

Así que he llamado a Wang y hemos tirado una moneda al aire. Y ya lo siento, pero ha salido en serio. Así que hemos decidido complementar las propuestas que los empresarios hacen al Gobierno con otras de nuestra cosecha, para que el Gobierno las incluya también en los presupuestos de 2015.

Lo primero ha sido documentarnos. Inspirados en el Código de Comercio de la Dinastía Han (206 – 220 d.C), que Wang conoce muy bien, hemos conseguido concretar las siguientes propuestas:

  • Todo empresario que al finalizar un ejercicio anual, presente en el balance de su empresa números negativos (pérdidas, vaya), recibirá un número de azotes en el culo proporcional al tamaño de su empresa. Por torpe. 
  •  Como la austeridad es algo importantísimo para un empresario, ha de procurarse que estos vivan de la manera más austera posible. Para ello el Ministerio de Hacienda creará un cuerpo especial de inspectores que velarán porque los empresarios permanezcan encerrados en sus casas si no están en sus empresas. Les estará vetada cualquier forma de diversión y por supuesto cualquier gasto supérfluo. De esta manera se garantizará que su dinero no se dilapida en tonterías.
  • Del mismo modo, al ser conveniente que los empresarios sean un ejemplo para la sociedad, las mujeres empresarias no podrán quedarse embarazadas hasta pasados los 65 años. En caso contrario, les será nacionalizada la empresa. 
  • Todo vástago empresarial que pretenda gestionar la empresa de sus padres, deberá pasar un examen de aptitud. El tribunal encargado de tales pruebas estará compuesto por un concejal que no haya sido nunca imputado, un cura párroco de algún municipio que no sea el de residencia del aspirante (para garantizar la neutralidad) y un árbitro de fútbol de regional preferente.
  • Quedan eximidas de estas medidas las pequeñas empresas familiares, las fábricas de rabos de boina y las factorías de botijos, dado que por su valor estratégico para el futuro de nuestra emergente economía, merecen un tratamiento excepcional.
Pasmadicos os habéis quedado con la eficacia de estas medidas ¿a que sí?  Sin duda, son de tanta utilidad como las que propone el Círculo de empresarios.

Pues nada, Wang y yo, siempre dispuestos para asesorar a este Gobierno. De nada, hombre, de nada...

Os dejo con Sabina y sus "Círculos viciosos":




lunes, 20 de octubre de 2014

Pobre semana...

Acaba de terminar la Semana contra la Pobreza, que ha pasado sin demasiada repercusión entre los medios. Una pobre semana...

 

A pesar de ello, se han vuelto a difundir datos que ya sabíamos, pero que ni a fuerza de repetirlos pareciera que nos hacemos conscientes de su magnitud: 805 millones de personas siguen pasando hambre en el mundo, por ejemplo. Las 85 personas más ricas del planeta tiene la misma riqueza que la que se reparte entre la mitad más pobre de la población mundial, 3.500 millones de personas. Más de 1.000 millones de personas no tienen acceso a agua potable. Cada día 30.000 niños mueren de enfermedades perfectamente evitables, por la simple razón de que no pueden acceder a los tratamientos necesarios. Inconcebible.

¿Y en España?. Pues hemos constatado cómo estos cuatro años de gobierno neoliberal y ultraconservador de Rajoy y sus huestes han traído básicamente dos consecuencias: la extensión brutal de la pobreza (más del 20 % de la población por debajo del umbral de la pobreza y el segundo país de Europa en pobreza infantil) y un incremento inusitado de la desigualdad (el número de millonarios en España ha crecido en el último año un 24 %, mientras la renta de la población más pobre sigue cayendo en picado). En cierto sentido, reconoceremos que este gobierno es muy eficaz en sus políticas, pues han conseguido una especie de cuadratura del círculo: más pobres y más ricos.

Pero al margen de todos estos dolorosos datos, ha habido algunas cosas durante esta semana que han llamado mi atención. En especial las medidas que se proponen desde ciertos ámbitos para luchar contra la pobreza en España. En esta semana no han faltado voces que han reclamado la creación o el incremento de lo que se vienen a llamar rentas de inserción para luchar contra el problema de la pobreza. Me parece correcto, pero creo necesarias algunas precisiones, cuando menos terminológicas.

Porque cada vez me preocupa más el confuso debate que se está creando en torno a las medidas para la lucha contra la pobreza, y el papel que a los Servicios Sociales se nos asigna (o nos asignamos, que ya no estoy seguro...) en este tema. 

Lo cierto es que nadie preveía la situación actual, con semejante incremento de la desigualdad y con la apabullante extensión de la pobreza que estamos presenciando. Pero creo que a los técnicos del Sistema de Servicios Sociales, esta situación nos ha pillado con el paso cambiado y todavía no hemos sido capaces de transmitir a la sociedad un mensaje y unas medidas unificadas ante el problema.

Algo que me parece urgente aclarar a la sociedad es que pobreza y exclusión social son dos realidades distintas. Dos entidades nosográficas (si pudiéramos hablar en estos términos para las cuestiones sociales), ciertamente diferentes.

Creo que los profesionales y técnicos del sector lo tenemos claro, pero como os digo ni los responsables políticos ni los medios de comunicación transmiten claridad alguna, por lo cual la sociedad está muy confundida.

Naturalmente, la exclusión social y la pobreza están interrelacionadas. Es obvio que lo están, del mismo modo que la hipertensión puede estar relacionada con el infarto de miocardio o la diabetes con la ceguera. Pero son cosas distintas.

Estoy dispuesto a admitir que en el caso de la pobreza y la exclusión podamos hablar incluso de una especie de patología dual, como solemos hablar (y eso que me gustan poco estos términos) en el caso de la toxicomanía y la enfermedad mental.

La pobreza es un factor de riesgo importante para la exclusión social, del mismo modo que la exclusión social tiene como consecuencia en muchas ocasiones la pobreza. Pero no es lo mismo la situación de pobreza en una familia que historicamente ha tenido una serie de deprivaciones culturales y sociales, con problemas de variado tipo, que en otra cuyo único problema haya sido la salvaje disminución de rentas e ingresos como consecuencia de la situación económica social derivada de un neoliberalismo inmisericorde.

A nadie se le escapa que en el primer caso, para ayudar a esa familia habrá que diseñar medidas complejas y trabajar en muy diversas áreas. Seré generoso al decir que las rentas de inserción que hemos tenido en España era ésto lo que pretendían. 

Pero en el segundo caso, lo que necesita principalmente esa familia es dinero. Dinero y empleo. Punto. Gran parte de la pobreza en España hoy tiene un carácter unicamente estructural. Estas familias y personas no necesitan inserción y si la necesitan, la simple mejora de su situación económica la va a procurar.

Por eso pienso a veces que erramos cuando nos adscribimos sin matices a pedir el incremento de estas medidas de inserción. Claro que está bien reclamarlas, tanto como denunciar su ineficiente diseño (de lo cual por otra parte no oigo tantas voces como serían necesarias), pero no para la lucha contra la pobreza.

Propongo mensajes contundentes: las rentas de inserción no son instrumentos adecuados para la lucha contra la pobreza; como su nombre indica el objetivo de estas medidas es la exclusión social, no la pobreza. Si lo que nos preocupa es la pobreza, y no me cabe ninguna duda de que así es, a la luz de los datos a los que estamos asistiendo y de las situaciones de las que somos testigos, no podemos centrar nuestras reivindicaciones en reclamar estas prestaciones.

Ya he dicho en otras ocasiones que la lucha contra la pobreza no debe configurar el objeto del Sistema de Servicios Sociales. Este problema debe ser un objetivo compartido por todos los Sistemas Públicos de Protección Social y su solución pasa por políticas universales y redistributivas de rentas e ingresos.

Si no aclaramos estas confusiones corremos riesgos importantes. Por ejemplo, convertirnos en el Sistema de atención a los pobres, renunciando inadvertidamente a la universalización por la que tanto hemos luchado. También el alinearnos sin darnos cuenta con el mensaje culpabilizador del catecismo neoliberal, que viene a decir que la gente se encuentra en situación de pobreza por su exclusiva e individual responsabilidad.

¿Y eso del 0,7 %, qué es? -me pregunta Wang.

- Otro día, Wang, ya te lo cuento otro día...



jueves, 16 de octubre de 2014

Más virus (2ª parte) "Nadie hablará de nosotros cuanto hayamos muerto."


En la anterior entrada comenzaba a exponer los virus que, a mi juicio, han infectado al Sistema de Servicios Sociales hasta llevarlo al borde de su desaparición. Hoy continúo con algunos de ellos.


  •  La iniciativa privada es más ágil y más eficaz en la prestación de los servicios sociales.


Combinado con el que os contaba en la pasada entrada, este virus tiene consecuencias absolutamente letales. Cuanto más deteriorado está el Sistema, más oportunidades existen de que quede parasitado por entidades privadas.

Poco a poco, la complementariedad o subsidiariedad en las actuaciones se convierte en sustitución. Lo que antes se hacía desde la administración pública pasa a hacerse por medio de entidades sociales o mercantiles.

Otro día os daré una receta para convertir servicios públicos en privados. La he visto realizar en muchas ocasiones y me parece infalible. Para otra entrada.

Como muestra de la virulencia de este virus (valga la redundancia), os pondré un ejemplo. Actualmente en Aragón se ha comenzado el proceso para la elaboración de una Ley que regulará las entidades, centros y servicios sociales de titularidad privada. En principio es una buena noticia, pues responde a un mandato (durante años incumplido) de la Ley de Servicios Sociales de Aragón. El problema es que se prioriza este proyecto por encima de otros a los que la Ley también obliga; por ejemplo la regulación de las prestaciones económicas y de la renta básica en Aragón, o la reglamentación de los Servicios Sociales Generales.

Esta priorización deja a mi juicio muy claro por donde va el tema. Qué es lo importante y qué es prescindible para este gobierno. Regular (veremos que para dar más cancha) a los servicios sociales privados mientras se dejan morir de inanición a los servicios sociales públicos.

Si con el anterior virus el tratamiento era difícil, con éste me parece imposible. Está demasiado extendido como para que podamos ya controlarlo.

Estos son, a mi juicio, los dos virus más letales. Hay unos cuantos más, creo que menos peligrosos pero que pueden producir también graves complicaciones. Por ejemplo el que plantea que 



  • Todas las situaciones de sufrimiento humano son enfermedades que tienen un origen genético o biológico y su único tratamiento el médico y farmacológico.

Ello excluye cualquier abordaje de una situación de malestar desde el ámbito psicológico, y mucho menos desde el relacional o social. Por ejemplo, un niño con problemas de comportamiento será diagnosticado de Déficit de Atención y, con mucha probabilidad, medicado. Difícilmente se estudiará su entorno social o familiar, ni se considerará éste como objeto de intervención. A un adolescente con problemas de absentismo tal vez le será colocada la etiqueta de fobia social y si se mete frecuentemente en líos trastorno límite de la personalidad.

En cualquier caso se producirá una psiquiatrización de la problemática y se obviarán las intervenciones que podrían (deberían) hacerse desde el sistema de servicios sociales.


http://prezi.com/ycnbfeqiew1z/?utm_campaign=share&utm_medium=copy&rc=ex0shareDe las causas y consecuencias de este virus hablé en las últimas Jornadas de la Asociación Aragonesa de Terapia Familiar, donde me invitaron a desarrollar un taller sobre el tema. Por cierto, allí compartí espacio con otro compañero de la Blogotsfera, Sergio Siurana, que presentó una comunicación sobre psicoeducación sistémica bien interesante. Enlace.

Para quien esté interesado, os adjunto el prezi que hice para el taller. Lo titulé ¿Cómo hacer un diagnósticorelacional y no morir en el intento?


En fin, como os digo, aún hay más virus. Por ejemplo, el que dice que el dinero o el empleo, por sí sólos, son suficientes para conseguir la inserción social de las personas., o ese otro que plantea que los Servicios Sociales deben solucionar lo que los demás sistemas públicos de protección social no pueden hacer. No voy a desarrollarlos aquí para no cansaros con tanto virus. Además, seguro que vosotros también habréis descubierto unos cuantos.

 Os invito a que los compartáis en los comentarios.

lunes, 13 de octubre de 2014

Más virus (1ª parte) "El día después de mañana"



Creo que el Sistema de Servicios Sociales se encuentra enfermo. Enfermo de gravedad. Y creo que la razón son los virus. Nuestro sistema se encuentra infectado por unos cuantos virus mortales que ponen en grave riesgo su supervivencia.



Si en el caso de los organismos biológicos los virus son agentes microscópicos que invaden sus células, en el caso de una organización social los virus son ideas, creencias o valores que poco a poco van determinando la manera en la que ésta desarrolla su función.


En ambos casos se trata de entidades no excesivamente complejas. Si la estructura de un virus es bastante simple, compuesta de dos o tres partes, la estructura de las ideas infecciosas tampoco es muy elaborada. Suele ser un mensaje claro y que no requiere mucho análisis para su comprensión.


Del mismo modo tanto los virus como las ideas tienen sus propias vías de transmisión y en muchas ocasiones es difícil identificarlas. Si no se está muy atento, uno puede infectarse con mucha facilidad.

Y la más importante coincidencia. En las dos situaciones el objetivo es colonizar el organismo por entero, lo cual frecuentemente acaba produciendo la muerte del mismo.

Os cuento los que creo que son más peligrosos.

  • La principal función de los Servicios Sociales es garantizar la supervivencia y erradicar la pobreza.

En este caso la vía principal de transmisión, aunque no la única, ha sido la crisis económica. Y en cuanto a los efectos, absolutamente devastadores. Hoy muchos servicios se encuentran desbordados atendiendo demandas cuyo contenido es exclusivamente económico, sin poder acometer otras tareas y funciones.

Este virus, en forma de mandato social y político, nos ha llegado y no hemos sabido hacerle frente. Y así se ha ido construyendo nuestra principal función en estos momentos: proveer de dinero a la gente que lo necesita. Insatisfactoria, ingente e ineficaz tarea.

Como digo, el virus tuvo un mandato político. Ya he recordado en otras ocasiones cómo varios políticos plantearon la tesis de que no importaba recortar, reducir o eliminar las prestaciones por desempleo, puesto que podían ser fácilmente sustituidas por las prestaciones de servicios sociales, “que para eso estaban”.

No abundaré más en los múltiples problemas que todo ello ha traído a los servicios sociales. Estigmatizaciones, presiones, acusaciones de ineficacia…

¿El tratamiento? Difícil, pues pasa por comprender que el derecho a la supervivencia no puede ser garantizado por un único sistema. Es competencia de todos los sistemas públicos de protección social el garantizarlo (sanidad, educación, vivienda, empleo…). Ni tan siquiera políticas sectoriales en cada uno de ellos podrían conseguirlo. Deben estar complementadas por amplias políticas universales de garantía de rentas e ingresos.

Si estamos condenados a ser el Sistema de los pobres es que la infección no tiene ya remedio. La inminente vuelta a la beneficencia certificará la defunción del Sistema de Servicios Sociales.

(continuara...)

miércoles, 8 de octubre de 2014

Los virus de Wang



El lamentable suceso de la auxiliar de enfermería contagiada por el virus del Ébola en España ha extendido el miedo a que se propague entre nuestra población. No es para menos. La inoperante, chapucera y prepotente gestión de nuestro Gobierno no puede generar sino una profunda intranquilidad. Algunas personas imaginan nuestro país  invadido por el virus y los más agoreros predicen miles de muertos, como en África.



Es curioso comprobar cómo hasta ahora este virus nos importaba más bien poco. Se encontraba en África, a miles de kilómetros de nosotros. Desde allí llegaban noticias de países con nombres difíciles de pronunciar, y asistíamos al sufrimiento que la situación estaba causando en ellos como quien mira una película. Pueblos y familias enteras arrasadas. Personas muriendo sin la mínima atención sanitaria. Niños y niñas abandonados a su suerte.

Y ante semejante tragedia (como en tantos otros lugares de nuestro globo), la comunidad internacional mirando hacia otro lado. Los Gobiernos del llamado primer mundo o mundo desarrollado, no han dedicado a la cooperación con estos países más que unas migajas. Coherentes con la ideología neoliberal que todo lo invade, los Estados no deben intervenir en los problemas sociales. Para eso ya están las ONGs. Dejemos que sea la propia sociedad la que se organice. Es el modelo que se ha impuesto, y sirve para la política nacional tanto como para la internacional.

Ese es el verdadero virus. Las situaciones de sufrimiento humano no deben ser objeto de atención de los gobiernos, de los estados o de las administraciones públicas. “La gente debe resolver sus propios problemas” Rajoy dixit.

Y así hemos visto cómo la población de aquellos países se enfrentaba al virus con unos medios absolutamente insuficientes, carentes de casi todo y con la única ayuda de algunas entidades sociales o religiosas, a las que desde el poder se las define como heroicas. Seguro que preferirían menos adulaciones y más medios y compromiso gubernamental.

Es incomprensible que los países desarrollados no se hayan puesto de acuerdo para dotar de todos los medios que hiciera falta para atender la pandemia en aquellos lugares. Los políticos están más preocupados por evitar que el virus nos afecte en nuestros propios países (“estamos preparados para hacerle frente”) que por acabar con el sufrimiento de los países a los que les ha afectado.

Pero podemos lanzar a estos políticos un mensaje tranquilizador. La causa de la extensión del virus en aquellos países no es otra sino la pobreza. La falta de infraestructuras higiénicas y sanitarias y la precariedad de las condiciones de vida es lo que determina que esos países no puedan hacer frente a la extensión del virus sino con muchísimas dificultades. El verdadero virus es su pobreza.

Un nivel de pobreza en nada comparable al que tenemos en los países desarrollados. Aunque al paso que vamos, tiempo al tiempo.

Mientras tanto, aprovecho para deciros que Wang está malito. Hace poco que ha regresado de su larga estancia veraniega en su país y estos días pasados comenzó a encontrarse mal. Malestar general y un poco de fiebre. ¡Los mismos síntomas que el virus del Ébola!

Asustado, decidió ir al médico apresuradamente. Con una sonrisa condescendiente ante la hipocondría de mi compañero, el médico le dio el diagnóstico. Resfriado común. Ni siquiera gripe. Un vulgar y tranquilizador catarro que va a curar con un poco de reposo.

Ojalá todos los virus se curasen con tanta facilidad.