lunes, 19 de enero de 2015

Wang y la Yihad


Con motivo del revuelo causado por los atentados yihadistas en París, a nuestro Gobierno, encabezado por el pío Jorge Fernández Díaz, Ministro del Interior, se le ha ocurrido poner en marcha el Plan Nacional de Lucha contra la Radicalización Violenta Islamista, una especie de Plan de choque contra la Yihad…



Al parecer este Plan llevaba varios años elaborándose, pero como para este Gobierno la proactividad es un concepto desconocido, prefieren actuar reactivamente y, tras los atentados de París, deciden poner en marcha este Plan. Podéis consultar aquí o aquí la noticia. Es “la hora de la acción”, parece que ha manifestado el ministro. Eso necesitamos. Hombres de acción como él. 

La verdad que este tipo de planes no suelen llamar mucho mi atención. La mayoría de las ocasiones no son sino operaciones de maquillaje con las que los gobernantes pretenden dar la impresión que se ocupan con eficacia de un asunto del cual, en el fondo, o bien no tienen ningún interés en ocuparse, o bien no tienen ni idea de cómo hacerlo.

Pero en este caso, sí ha llamado mi atención. Lo ha hecho porque entre sus medidas plantean que los trabajadores sociales (junto a médicos y profesores) estén atentos a detectar los síntomas de radicalismo entre los musulmanes. 

Otros compañeros de la Blogotsfera, como Eladio, (enlace) también ha comentado esta noticia y de modo más general, Nacho (enlace)  hace unas sugerentes reflexiones sobre la relación entre el hecho religioso y el Trabajo Social. Os invito a consultar sus entradas, si no lo habéis hecho ya.

Por mi parte, no conozco en profundidad el Plan del ministro (como os digo, me dan una pereza este tipo de planes...), pero el oportunismo del momento elegido para su puesta en marcha (ya veremos...), me hace pensar en su ineficacia, pues creo que el diagnóstico del que parte está errado y las medidas que proponen no van a servir para nada.

Transcribo a continuación lo que la noticia dice sobre el objetivo del Plan y algunas de sus medidas:

        "El objetivo del plan es «establecer estructuras operativas y administrativas específicas» para «crear cauces fluidos de intercambio de información» entre las distintas administraciones y también con la sociedad civil para poder «intervenir (…) desde todos los ámbitos» cuando se detecten «manifestaciones de radicalidad o violencia extremista», reza el resumen. De la coordinación de todos estos actores se encargará Interior a través de una «estructura interministerial». Barrios o distritos con fuerte concentración de población musulmana son los «escenarios principales» en los que se luchará contra la radicalización. De ahí la necesidad de «diseñar un intercambio específico de información» entre los ayuntamientos e Interior.
       En cada distrito habrá un delegado, al que se le impartirá una formación ad hoc, según fuentes conocedoras del plan. Éste será el receptor y primer evaluador de las sospechas que le trasladen profesores de instituto que observen, por ejemplo, el cambio de atuendo de un alumno; las trabajadoras sociales a las que un joven ya no quiera dar la mano; los médicos cuya paciente rehúse de pronto desvestirse, etcétera."

            ¿Os imaginaís el escenario? Trabajadoras sociales mosqueadas porque ese joven al que hasta ahora se le daba la mano, de repente, se niega a recibir ese saludo. Y convirtiendo ese mosqueo en una denuncia ante esa especie de “comisarios políticos” (no encuentro mejor modo de denominar a esos delegados) que pretenden crear.

¿En serio plantean que eso pueda o vaya a hacerse? Y en su caso… ¿de verdad piensan que eso va a servir para algo? Francamente, me resulta hasta cómico que puedan pensar en este tipo de medidas. Si la función de control social es algo sobre lo que el Trabajo Social anda permanentemente debatiendo, este tipo de medidas pretenden institucionalizarla de un modo tan grosero e infantil que, ya os digo, es de risa. O de llanto.

Más allá del tipo de medidas que se destacan, reaccionarias y retrógradas como las que suele gustar a este PPgobierno (ver Ley Mordaza, por poner un ejemplo reciente), me gustaría llamar la atención sobre el modelo en que parece que se asienta el Plan.

“Establecer estructuras operativas y administrativas específicas”, se define como uno de los objetivos del Plan. Otro chiringuito, vamos. Medidas aisladas, chiringuitos “ad hoc” que igual que se crean morirán de inanición, mientras el sistema se deshace y se destruye.

Esta violencia ha de tratarse en su globalidad, y para ello el único camino es consolidar (y no recortar) los sistemas públicos de protección social.

El único camino es dotar al sistema de servicios sociales (y al sanitario y al educativo) de profesionales suficientes para desarrollar proyectos de educación, de prevención, sobre igualdad, sobre interculturalidad, sobre convivencia, sobre respeto, sobre violencia... y para que podamos atender a la población (a toda la población) de modo inclusivo. Ello implica reforzar las estructuras existentes, incrementar sus recursos, definir protocolos, funciones, crear cauces de coordinación y participación…

Pero mucho me temo que para ese tipo de políticas ya pasó su tiempo. Hoy, los gobernantes del Partido Popular han instaurado un nuevo régimen. No les ha costado mucho, el terreno estaba en cierto modo abonado. Es el régimen de la represión y la exclusión. Lo demuestran a cada momento. Están convencidos de que políticas exclusivas como la de retirar el derecho a la asistencia sanitaria a inmigrantes irregulares sirven para algo y que no tienen que ver nada en la aparición de otro tipo de problemas (como la radicalización o la violencia, por ejemplo...).

En vez de prevenir y educar prefieren castigar y reprimir. En vez de globalizar, fomentar procesos y potenciar estructuras prefieren fragmentar y aplicar remedios aislados. El mayor problema es que están convencidos de que funciona.

Wang, que como sabéis tiene un oscuro pasado como sanguinario guerrero de la tribu de los Tai-Ping, está muy enfadado. Cualquier día vuelve a coger las armas...
 

2 comentarios:

  1. El islamismo implosiona todos nuestros planteamientos como trabajadoras sociales...no tiene nada que ver con nuestros dilemas éticos y códigos deontológicos. Tenemos que hacer un Trabajo social comunitario cuya prioridad es la defensa de la comunidad y su existencia, para luego dotarla de mejores niveles de vida.

    El islamismo va contra el trabajo social, yo no dudaría en denunciarlo, a no se que a nuestra cobardía la camuflemos con un discurso profesional.

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    1. Apreciada Anónima: El islamismo va tan en contra del Trabajo Social como el catolicismo. Puestos a denunciar... yo creo que como trabajadores sociales no tenemos que denunciar nada que no sea un delito, igual que el resto de profesionales o el resto de ciudadanos. Convertirnos en "comisarios políticos" (o confidentes o chivatos) de tal o cual régimen no nos hace ni más valientes, ni mejores trabajadores sociales. Por cierto, si te identificas, podemos tener un mejor diálogo. Gracias por comentar.

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