domingo, 28 de enero de 2018

La delgada línea entre el bienestar y el malestar

Una de mis guías para mi vida personal y profesional es recordar que la delgada línea que separa una vida de cierto confort y bienestar de una vida llena de desgracias y penurias se encuentra mayoritariamente compuesta del azar y de condiciones externas.


Tener por ejemplo una vivienda segura, agua caliente y comida suficiente son privilegios que no todo el mundo tiene y para los que gozamos de ellos no hemos tenido más merito que nacer rodeados de unas circunstancias que nos han permitido acceder a los mismos.

Nacer en una familia que te quiera o que te maltrate, crecer rodeado de libros o de violencia, dormir caliente o a la intemperie... son por ejemplo las únicas cuestiones que marcan la diferencia entre unos seres humanos y otros.

Por eso me indigna la criminalización que se hace de las personas que se encuentran en situación de pobreza, o las políticas de rechazo a los refugiados o inmigrantes. ¿Desde qué superioridad moral se legisla y se diseñan esas políticas? ¿Con qué derecho nos arrogamos en exclusiva el bienestar de nuestra sociedad, reservándolo para unos cuantos mientras a otros no les arrojamos más que unas migajas del mismo?

Hoy la salud y la esperanza de vida se mide más por la geografía, por el barrio, municipio, región o país que por ninguna otra circunstancia. El lugar donde se nace, se crece y se vive determinará con total probabilidad tu nivel y calidad de vida. Los condicionantes sociales de tu entorno serán los más determinantes para ello.

Los que asumimos el reto de intentar ayudar a otros a superar situaciones de dificultad, haremos bien en tener esto muy presente a la hora de comprender y establecer las estrategias y los procesos de apoyo.

De otra manera diseñaremos procesos éticamente reprobables y técnicamente ineficientes. Y eso sí que es un lujo que no nos podemos permitir.

6 comentarios:

  1. Gracias Pedro. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Responsabilizar a las personas de su desgracia y felicitarnos de nuestros éxitos es una manera de justificar la desigualdad y eludir nuestra complicidad. El entorno, la estructura, no nos determina... pero casi. Un abrazo.

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    1. Creo que es un ejercicio de realidad y de humildad que deberíamos hacer todos. Nuestros supuestos méritos están condicionados por el entorno y por el contexto más que por ninguna otra cosa.Otro abrazo de vuelta.

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  2. Buen día:
    Sería interesante departir en una mesa redonda.
    Sin quitaros la razón y compartiendo análisis añado la pregunta: en similares circunstancias ¿por qué unas personas siguen un camnino, otras el contrario y otras diferentes? Influye el entorno y el contexto, pero hay algo más: estilo, carácter, personalidad, motivación, experiencia vital, claridad de ideas, motivación al cambio y desde luego ese punto de suerte, de casualidad ¿?, de "alineación planetaria".
    Salu2

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  3. Así es Pedro. No se puede decir mejor. Si todos suscribíesemos tus palabras, este mundo sería más justo.

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Gracias por comentar.