miércoles, 23 de mayo de 2012

Maltratadores

     Wang me señaló una noticia del periódico de ayer que, si no es por él, me hubiera pasado desapercibida. En apenas 10 líneas y en una esquina,el periódico se hacía eco del Informe anual del Defensor del Menor en Andalucía, destacando lo que parecía la principal conclusión del mismo: durante la crisis económica ha surgido "un grupo nuevo de menores maltratadores, aquellos que no aceptan las limitaciones de bienes materiales impuestas por las familias".
    Interesado en el tema he consultado el documento y se trata de un Informe de 718 páginas (os lo adjunto en el siguiente enlace ) en las que viene a estudiar la situación actual de la protección al menor en esa comunidad autónoma. No lo he estudiado en profundidad, pero de una primera lectura me han surgido varias cuestiones que podrían haber sido destacadas (por ejemplo cómo la crisis ha incidido en los ya escasos de por sí presupuestos dedicados a la protección a la infancia), pero lo único que se destaca del informe es la supuesta aparición de ese grupo de menores maltratadores.
    Destacar de todo el estudio únicamente ese tema creo que responde a una dinámica social que he visto ya en más ocasiones: la culpabilización de los niños y la desresponsabilización de la sociedad en general y de las familias en particular.
   Así, la noticia muestra cómo unos verdugos (los menores maltratadores)  ejercen violencia contra unas pobres víctimas (sus familias), por la sola razón de que no aceptan las limitaciones de bienes materiales. Tiene miga ¿verdad?
     Pero también tiene su razón de ser: atribuir a unos niños semejante maldad hace que podamos no cuestionarnos cómo los estamos educando, cómo los estamos tratando, cómo respondemos a sus necesidades e inquietudes, qué futuro les estamos preparando. Y eso tanto en el plano más global como en el particular de cada familia. Probablemente ahí estén las raíces de esa violencia, que no es sino la contraparte o la reacción a formas a veces muy explícitas y a veces muy sutiles de maltrato a esos menores.


  Habitualmente recibimos muchas demandas de este tipo en nuestros sistemas de protección social. Familias con un menor o con un adolescente al que se le responsabiliza de todos los males de la familia: con frecuencia si se trata de un adolescente se le atribuye maldad y si se trata de un niño se le atribuye algún tipo de deficiencia psicológica interna.
    De cómo respondamos a estas demandas va a depender en gran manera la evolución de estos menores: si aceptamos sin más el encargo de la familia de intentar cambiar a ese menor, probablemente no le ayudaremos demasiado, aunque tal vez deje de tener síntomas por un tiempo. Tal vez sea más útil para el menor y para su familia el proponer a la familia cambios en los contextos significativos (el relacional especialmente) donde ese menor y su comportamiento se inscriben.
    De la habilidad de los profesionales para hacer estas propuestas y de la capacidad de la familia para aceptar esos cambios va a depender en gran parte que estas problemáticas dejen de causar tanto sufrimiento a sus protagonistas. Y en esto, noticias como la que venimos comentando no nos ayudan demasiado.


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