viernes, 24 de abril de 2015

Crisis sin medida

Wang me señala que ultimamente escribo poco. Tiene razón, ¡y no será por falta de temas!... Lo que ocurre es que unos cuantos asuntos personales y profesionales no me están dejando la suficiente pausa como para reflexionar con la tranquilidad y profundidad que esos temas merecen.



Tal vez sea una sensación equivocada, pero en todos mis años de ejercicio profesional no he presenciado una crisis tan importante como la que creo que estamos atravesando en los Servicios Sociales y en el Trabajo Social. 

Como Sistema Público de Protección Social, los Servicios Sociales están acabados. Por un momento creímos que sería posible convertirnos en tal sistema. Ya no. Son múltiples las razones para ello, desde la idiosincrasia de la sociedad española hasta el devenir histórico que nos ha traído hasta aquí. Lo cierto es que en nuestro país hemos considerado que los Servicios Sociales son algo absolutamente secundario, facilmente prescindible y naturalmente sustituible por una beneficencia que, al fin y al cabo, hace de una manera mucho más eficaz la única función que hemos acertado a definir y defender: dar dinero a los pobres.

Hace unos días leía un artículo en el periódico escrito por un expresidente del gobierno de nuestra comunidad autónoma. Se trataba de un panegírico en el que se dedicaba a glosar y alabar la obra social que realiza una de las principales parroquias de Zaragoza, de la que parece que el articulista es parroquiano. Entre las loas a la abnegada labor del párroco, los parroquianos y voluntarios de la misma, una frase destacaba en el artículo: "La medida de la caridad, decía un santo, es la caridad sin medida".

Más allá de reconocer o no la labor de esta parroquia, el artículo y la frase me parecen todo un símbolo del modelo de acción social por el que hemos optado. Que el artículo lo haya escrito quien tuvo una de las máximas responsabilidades en el gobierno durante los años 90 me parece paradigmático y deja bien claro lo que se pretendía potenciar: la caridad. Caridad sin medida.

Tras la lectura del artículo es fácil colegir que el sistema público de servicios sociales sobra, y que los Centros de Servicios Sociales son facilmente sustituibles por las parroquias.

Pero tampoco quiero hacer de esta reflexión un debate entre la acción social de la Iglesia y la del Sistema Público de Servicios Sociales. Además de que es un debate perdido de antemano, el asunto me parece que va un poco más allá. Tiene que ver con la definición que hemos hecho de nuestro sistema.

Hace también unos días aparecía en los medios la noticia de que una ONG iba a gestionar en Toledo un fondo de ayudas para necesidades básicas, proporcionado por el Ministerio de Servicios Sociales, destinado a trabajar con 35 familias, a las cuales sacar de la situación de riesgo o exclusión en la que se encuentran. Ver noticia aquí.

Lamentablemente, ya nos hemos acostumbrado a noticias como ésta, que en el fondo sólo suponen la privatización encubierta de la función social que en el Sistema Público debiéramos poder realizar. Aceptamos de esta manera la descapitalización de nuestro sistema, que queda reducido a su mínima expresión: la gestión de prestaciones económicas, función que parece que estamos dando por buena y suficiente.

¿Y el Trabajo Social? Creo que se encuentra ante un reto de proporciones épicas. ¿Seremos capaces de rescatar algo entre los escombros del sistema con lo que comenzar a construir una sociedad mejor? Tal vez, aunque de momento me parece que estamos en otras luchas...



1 comentario:

  1. La Iglesia y satélites tienen dinero público y la potestad de la graciabilidad de las ayudas en base a criterios fluctuantes que no tienen que que ser publicados en el Boletín Oficial correspondiente...¿qué quiero decir? Que pueden ayudas a los inmigrantes y priorizar las ayudas a ellos sin dar ningún tipo de explicación ("haz bien y no mires a quien")...mientras que los servicios públicos en ocasiones tenemos que rechazar ayudar a los inmigrantes. El capitalismo quiere tercermundizar Europa, y unos criterios ciéntificos a la hora de establer los planes sociales darían claramente con la idea de que tras el análisis de nuestro mercado de trabajo YA NO SON NECESARIOS LOS INMIGRANTES. Así que se prefiere la caridad a la ciencia....

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