lunes, 19 de diciembre de 2016

La autopista del hambre

La entrada que escribí hace unos días sobre los bancos de alimentos me ha proporcionado bastantes críticas (algunas merecidas, sin duda; otras, quizá no tanto...).  Preparando mi defensa contra esas críticas para que no se crea que soy totalmente insensible hacia el hambre y la miseria que padecen algunos de mis congéneres, me he encontrado con alguna curiosa coincidencia que comparto con vosotros.


Considero que la única manera de solucionar la situación sería instaurar una Renta Básica Universal, que garantizara unos mínimos de supervivencia a toda la población, pero como no creo que vayamos a poder desarrollarla ni a corto  ni a medio plazo, me he lanzado a diseñar (tal vez imaginar) una serie de medidas que, sin ser ideales, me parecen alternativas más dignas, eficaces y adecuadas que esos (mal llamados por otra parte) "bancos de alimentos".

Y pensando en esas alternativas, se me ocurría, entre otras cosas, que algo que tendría muchísimo impacto para solucionar el problema del hambre es garantizar la alimentación adecuada de todos los niños y niñas que se encuentran en familias bajo el umbral de la pobreza mediante la apertura de los comedores escolares todos los días del año y proporcionando al menos un desayuno y una comida diaria.

Dada mi (de)formación profesional, antes de concretar más una medida, realizo una estimación de los costes necesarios. Haciendo cifras gruesas, pongamos que en España hay algo menos de unos 8 millones de niños de niños y niñas menores de 16 años. Considerando que entre un 25 % y un 30 % de ellos se encuentren en situación de pobreza, podemos estimar en unos 2 millones de niños en esta situación.

Considerando un coste medio del menú en estos comedores de 5 € y el desayuno en 2,5 € tenemos que el coste diario para cada niño sería de 7,5 €, es decir, una cantidad de 225 € al mes.

Todo ello nos da que garantizar mediante los comedores escolares un desayuno y una comida adecuada a todos los niños en situación de pobreza supondría un coste de 5.400 millones de euros.

  • -¿Dónde he oído yo esta cifra?, le pregunté a Wang antes de ponerme a calcular otras cuestiones en torno a la medida, que reducirían este coste.
  •  -¿5.000 millones? me contestó. -Las autopistas.
  • -¡Las autopistas!, claro. El rescate del que tanto están hablando estos días...  

Es decir, que atender el hambre infantil costaría tanto como van a costarnos el rescate de la quiebra de las autopistas.
Cuando una viñeta vale más que mil palabras...

Y mientras el neoliberalismo que nos envuelve no tiene ningún pudor en financiar con dinero público esos negocios privados que han quebrado, prefiere que del hambre infantil se encarguen esos bancos de alimentos, con sus operaciones kilo, sus tómbolas benéficas y ese aroma de rancia conmiseración con el que se propugnan como la única alternativa.

Personalmente me niego. A mí se me ocurren unas cuantas medidas alternativas como la que os he expuesto. Y además de calcular los costes, me atrevo incluso con la financiación. Llamadme loco, pero creo que hay que financiarlas vía impuestos, tanto en renta como patrimonio, empresas y sociedades.

Claro que visto lo concienciada que está la ciudadanía con el problema (dado el éxito de esas campañas de alimentos) habría que complementar esos impuestos con algún tipo de asignación voluntaria en las declaraciones de renta, para que esa solidaridad ciudadana pudiera expresarse y que las personas que quisieran colaborar especialmente con el sistema pudiesen hacerlo.


Puestos a ello, analizando lo sensibilizadas que se se muestran las grandes empresas y cadenas de alimentación, habría que ponerles unos impuestos especiales (estos obligatorios), para que tengan la oportunidad de seguir siendo tan solidarios como hasta ahora.

Otro día os hablaré del modo de gestión que considero necesario para estas medidas, en el que considero que el papel de los servicios sociales y del trabajo social sería meramente tangencial. Porque, entre otras cosas, bastante trabajo tendríamos para luchar contra todas las voces que, estoy seguro, se levantarían contra el sistema y acusarían a quienes se beneficiasen de él de ser unos vagos y parásitos que se aprovechan del esfuerzo de todos.

Y os apuesto un tape de boli a que muchas de esas voces saldrían de entre los que ahora se encuentran encantados con los bancos de alimentos.

Y como no podría ser de otra manera, os dejo con AC/DC y su "Autopista al infierno". Que es a donde voy yo derechito, escribiendo estas cosas y metiéndome en estos charcos...





3 comentarios:

  1. Hola Paco. Me identifico tan plenamente con tu discurso, que necesito compartirlo contigo.
    Es absolutamente vergonzoso que la sociedad esté normalizando la mal llamada solidaridad, en lugar de reivindicar justicia. Deseo que la solidaridad se refleje en los impuestos y no en la recogida de alimentos.

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    1. Hola, "anónimo". Si pudieras identificarte, mejor. En cualquier caso, gracias por comentar y compartir el discurso. Por cierto, no soy Paco, soy Pedro. Saludos.

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  2. Imposible estar más de acuerdo contigo. Si hay críticas por esto, Pedro, bienvenidas sean, al menos es un inicio para hablar del tema, una oportunidad para meter la cabeza en el discurso mayoritario. En fin, seguimos... un abrazo!!

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Gracias por comentar.