lunes, 5 de febrero de 2018

Juegos de trileros

Suelo decir con frecuencia que los Servicios Sociales no deben ocuparse de garantizar las necesidades básicas de las personas. La supervivencia material de las mismas no debería ser objeto de nuestro sistema. 


Defender estas tesis me resulta cada vez más difícil, pues siempre que lo hago me encuentro con la incomprensión de mis interlocutores. Probablemente sea consecuencia de mi incapacidad para explicarlo, pero también de cómo la cultura dominante ha asignado a los servicios sociales esa función.

Las razones de ello las hemos analizado de forma recurrente en este blog. Razones ideológicas, políticas e históricas explican esta situación, tanto como el deficiente desarrollo técnico que hemos sido capaces de incorporar al sistema.

Del mismo modo hemos descrito las consecuencias de esta decisión social, la cual considero un enorme error estratégico de la deficiente política social de este país.

No reiteraré pues de nuevo las causas y consecuencias de este fenómeno. Pero sí tengo alguna propuesta.

Asumida por tanto esa convención social que nos asigna la función de satisfacer las necesidades básicas de las personas y familias, creo que tendríamos que hacer el esfuerzo de simplificar al máximo los procedimientos, y para ello considero necesario comenzar cambiando la terminología de muchas de las prestaciones del sistema.

Si nos pusiéramos a unificar estas denominaciones a lo largo de todo el Estado, ya sería perfecto. Pero vamos a ponernos a nombrar las cosas como son. 

Habitualmente nuestras prestaciones son un conjunto grandilocuente de términos vacuos que, a mi juicio, sólo pretenden generar la ilusión de que el contenido de las mismas responde a otra cosa que lo que verdaderamente son.

En el fondo es un juego de trileros, que intenta esconder el contenido asistencial (y asistencialista) de las prestaciones con denominaciones y formas que nos hagan sentirnos menos incómodos y tengamos la ilusión de que van dirigidas a la promoción, rehabilitación, inserción y no sé cuantas zarandajas más.


Por ejemplo: "Subsidio para Familias Pobres" igual suena peor que "Renta Mínima de Inserción para Personas en Situación de Exclusión o Vulnerabilidad Social", pero tal vez responda mejor a su contenido. 

Como sin duda  la "Prestación Económica para cuidados en el entorno familiar y apoyo a cuidadores no profesionales de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de Dependencia" (tomad aire) suena mejor que "Pensión por Dependencia", pero seguro que de esta segunda manera se identifica mejor su contenido. 

Algunos podréis aducir que lo que pretenden estas denominaciones es no estigmatizar a sus beneficiarios. Es un error. Lo que verdaderamente estigmatiza es el contenido de las mismas y, por supuesto, las situaciones que se atraviesan para percibirlas. Situaciones para las que todas estas prestaciones han demostrado su absoluta ineficacia.

7 comentarios:

  1. Qué razón tienes...pero Pedro en la segunda parte de la entrada se nota la edad, yo pienso que hubo un día que creíamos que esos nombres significaban algo y ahora nos hemos dado cuenta que sólo enmascaran la realidad. Pero es bueno decirlo a lo mejor un día cambia algo. Un abrazo.

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    1. Bueno no sé bien lo que pasó... A veces pienso que cambiamos las denominaciones de muchas de las cosas que hacíamos y dejamos igual los contenidos. Otro abrazo para ti.

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  2. Pedro, estas triste y has conseguido transmitirlo tanto y tan claramente que se me ha pegado...sin tomar aire.

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    1. Pues ya lo siento. Más que triste yo diría decepcionado. En cualquier caso no escribiría así si no tuviera esperanza de que algo cambie. Un abrazo lleno de aire.

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  3. Si fuera cristiano diría: "tienes más razón que un santo".
    Curiosa la deriva desde la duda de si debemos garantizar las necesidades de subsistencia hacía la denominación "engañosa" de ciertas prestaciones. Hay tema de sobra para dos entradas.
    El Gobierno Vasco paso la prestación económica al servicio de empleo. Si es una prestación para incorporación laboral ese es su lugar. Si se trata de garantizar ingresos para personas que no trabajan tiene más sentido la Seguridad Social con sus pensiones contributivas y no contributivas. No termino de entender porque las no contributivas las tenemos que gestionar desde Servicios Sociales. Tampoco tengo claro que el lugar de la dependencia esté en Serv. Soc. y no en salud.
    Y reivindico nuestro espacio como sistema, más allá de un nivel asistencialista donde se incluye todo lo que no asumen el resto: bonos sociales, bancos de alimentos, empleos sociales protegidos, alimentos de la UE, apoyo escolar a menores con dificultades en los colegios, alfabetización de personas inmigrantes,....
    Ánimo a ser perseverantes en nuestras reivindicaciones, ver las posibilidades de influencia social y política. En definitiva, tratar de cambiar el contexto a través de la modificación de las políticas sociales, lamentablemente no veo debate público en ese sentido.

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  4. Hola, claro que hay tema para dos entradas. Y más... Con respecto a la primera, el papel de los servicios sociales en la subsistencia, sólo he querido apuntarla, pues la he desarrollado ya mucho en el blog en entradas anteriores. Con respecto a las denominaciones, derivo hacia el tema ya que la utilización "fraudulenta" de las mismas es la estrategia para ocultar que estamos instalados en un asistencialismo con el que no estamos de acuerdo, consecuencia de haber asumido como propia esa función. A mi juicio es necesaria una profunda reforma de los servicios sociales en función del objeto al que, en el marco de las políticas sociales, se les asigne. A lo que no debemos jugar más es a parecer lo que no somos al tiempo que desarrollamos lo que no queremos hacer.
    Y coincido totalmente contigo. No hay debate político ni público al respecto.
    Saludos.

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