martes, 18 de septiembre de 2012

Paisajes que duelen

      Ayer, tras volver de la manifestación del 15-S y con toda la energía allí recogida, tomamos fuerza para irnos de excursión al Moncayo, a ver sobre el terreno la parte quemada en el incendio de hace unas semanas. La verdad es que acongoja caminar entre las cenizas y ver seco y negro lo que antes era verde y exuberante. Wang me recordaba la frase que una chica inmigrante nos dijo un día para expresar lo mal que se sentía en un país extraño: "me duele hasta el paisaje". Pues este paisaje quemado también duele.


   Pino llorando tras el incendio  

Como también duelen otros paisajes que estamos viendo. Desempleados sin horizonte, familias desahuciadas, personas sobreviviendo en la basura... El incendio que la política neoliberal ha provocado está arrasando y quemando todo a su paso y mientras lo intentamos sofocar, van apareciendo cada vez más focos y nuevos frentes.

     Pero, como decía en la anterior entrada, no es momento para desánimos. Durante nuestro paseo  por el Moncayo pudimos comprobar como entre las cenizas del incendio estaban naciendo flores, llenas de color y de vida. La vida siempre se abre camino. 
     
     Porque este incendio neoliberal terminará algún día. Volverán las flores y las personas dejaremos de respirar este ambiente a humo espeso en el que nos ahogamos. La vida siempre se abre camino. Lo sentí en Madrid con la Marea Naranja y lo comprobé en el Moncayo.

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