jueves, 7 de diciembre de 2017

No se preocupe...

Vísperas de Navidad, y el ambiente se llena del aroma que desprenden las campañas de solidaridad que nos alientan a colaborar con los desfavorecidos. El ciclo se repite año tras año, una y otra vez, y el éxito de estas campañas es la prueba irrefutable del modelo de sociedad y de política social que tenemos asumido.


Como ya he hablado en este blog lo suficiente acerca de estas campañas y los que me seguís sabéis las razones por las que me opongo a ellas, no me reiteraré en la crítica a las mismas.

Si ya de por sí es bastante difícil hacerlo, pues la cultura dominante y el aval de la clase política actual las legitiman de modo rotundo (recordad la arenga de la Ministra de Servicios Sociales el año pasado), hacerlo en estas fechas tan "entrañables" que se acercan sólo puede hacerse si estás dispuesto a granjearte unos cuantos enemigos más..

Que probablemente merezca dado la falta de compasión y sensibilidad que demuestro al criticar iniciativas tan loables.

Por ejemplo, el año pasado ya hablé de este tipo de campañas en mi entrada Bancos de Alimentos y estaba firmemente decidido a no comentar nada sobre el tema este año. Uno va aprendiendo a asumir sus derrotas. 

En eso estaba cuando la compañera Belén en su blog Trabajo Social y Tal se pone a analizar el lamentable proyecto de Renta Básica (¿alguna vez llamaremos a las cosas por su nombre?) de su querida comunidad andaluza. Y en su artículo nos da cuenta de una nueva iniciativa solidaria, apoyada por la clase política, que con el nombre de chupete solidario pretende recaudar fondos para no sé muy bien qué fundaciones con fines sociales.

Las fotos con los políticos apoyando la iniciativa son, (...cómo decirlo sin meterme en problemas...), de vergüenza ajena... No sé si es peor el fondo o la forma. Si la ética o la estética que hay detrás de la campaña.

Mientras este tipo de iniciativas permanecen en el ámbito privado, me parecerán mejor o peor, de buen o mal gusto, pero no me meto a juzgarlas. Pero como es en este caso, cuando se trasciende este ámbito de lo privado y pasa a la esfera pública mediante el apoyo del gobierno de turno, es menester analizar la política social que representa.

Porque el irresponsable apoyo de nuestros prebostes conlleva un mensaje.

Que no es sino que el problema de la pobreza no es para tanto. No pasa nada. La normalización de la pobreza.

Si no tiene alimentos... ¡No se preocupe! La maravillosa solidaridad de nuestra sociedad se los proporciona a través de los bancos de alimentos.

Que no puede pagar la luz...  ¡No se preocupe! Las comprometidas empresa eléctricas le van a hacer un maravilloso descuento en su factura, factura que ya le pagará su ayuntamiento con los ilimitados fondos para ayudas de urgencia de los que dispone.

Que le han denegado la Renta de Inserción... ¡No se preocupe! Su ayuntamiento le proporcionará una de esas ayudas de urgencia para que pueda hacer frente a los gastos más básicos.

No se preocupe... ¿Dónde está el problema? ¿Para qué quiere una Renta Básica cuando todas sus necesidades están cubiertas con nuestra combinación beneficencia + ayuda de urgencia?

Wang me propone que si faltan fondos, él puede sacar otra campaña solidaria. El pañal solidario. Lleno de mierda, como la política social en este país.


4 comentarios:

  1. Creo que estas en lo cierto, sólo discrepo en la facilidad de conseguir bono de luz, agua u otro elemento que pueda ser de coste elevado y lo triste es ver que ciertas campañas de solidaridad el trabajo que existe y no se crea.

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    1. Estimado/a desconocido/a. No estoy diciendo que sea fácil o difícil conseguir nada. Estoy aludiendo y denunciando los mensajes que legitiman el actual sistema de atención a la pobreza. Saludos.

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  2. Buen día:
    Voy a hacer autocrítica.
    Teniendo en cuenta la realidad, el éxito (al menos mediático) de estás iniciativas en estas fechas "tan entrañables" quizá sería interesante dar un giro y añadir a la crítica (sin dejarla) un análisis de por qué funciona esto. Varios de mis familiares colaboran con las grandes recogidas. Mis hijos se sienten bien cuando colaboran en esto. Me choca que incluso dediquen toda su paga de una semana a ello y aunque no comparto la forma, me enorgullece ver esa generosidad en dos chavales (12 y 15 años). Cada uno tenemos nuestras contradicciones.
    ¿Qué emociones tocan para que triunfen esas iniciativas y la gente colabore/mos? (en mi servicio colaboramos con el banco de alimentos). Qué podemos copiar de esa estructura de funcionamiento, hacerla nuestra y orientarla para alcanzar objetivos más comprometidos con el cambio real.
    Tengo mi particular pelea con la economía sumergida y, aunque queda mucho por hacer, va calando el sentimiento de legalidad, de contratación, de reconocimiento de derechos, despacito pero va.
    Comprometerse con derechos subjetivos les da mucho miedo, pero cosas puntuales, "postureo" en contextos convenientes, para eso no hay problemas, no supone mucho esfuerzo y contenta a la mayoría del electorado, pocos lo cuestionamos y nuestra postura no se entiende. Parece que vamos en contra y es más a favor de crear derechos en detrimento de la caridad.
    Gracias Pedro.

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    1. Gracias a tí, por comentar. El problema de este modelo tan implantado es que si lo criticas, pareces un desalmado insensible ante el sufrimiento de los desfavorecidos. Hay muchos sentimientos en juego en torno a estas iniciativas y eso en ocasiones nubla la razón. Por mi parte, me abstengo de juzgar a ninguna persona (quién soy yo para eso) que colabore con las mismas. Sé que suelen ser personas nobles y bienintencionadas. Mi denuncia va más bien hacia los responsables políticos que asumen este modelo caritativo y asistencialista como la respuesta a las situaciones de necesidad, en lugar de, como bien dices, generar derechos y estructuras estables y no puntuales. Saludos.

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