viernes, 23 de marzo de 2018

¡Cómo hemos cambiado!

Cada vez oigo más conversaciones profesionales en las que se manifiesta una profunda insatisfacción con la situación actual de los Servicios Sociales, un Sistema que se ha convertido en algo extraño y confuso del que cada vez más se constata su ineficacia para lo que, al menos en teoría, debiera servir.

 
"Mi diagnóstico es sencillo: sé que no tengo remedio", decía Julio Cortázar en su famosa obra "Rayuela". También nosotros podríamos hacer esa reflexión y reconocer nuestro fracaso. Y aunque ya sé que no es muy popular hablar de fracasos, estoy convencido de que sólo siendo conscientes de ello podremos comenzar a construir algo diferente. Mientras sigamos persuadidos de esa falsa ilusión de que el sistema no está agotado (tanto en su definición como en su estructura) y nos dediquemos a seguir parcheando sus múltiples averías, no haremos más que alargar su agonía. 

Si se me permite la metáfora, ha llegado el momento de cambiar de vehículo. Ya sé que le tenemos cariño, que nos ha sido útil en muchos viajes... pero lleva muchos kilómetros ya, tiene averías que nunca hemos arreglado, hay partes a las que no les hemos prestado atención y con frecuencia no hemos sido demasiado cuidadosos con él. Y no da para más, el pobre. No nos empeñemos. 

Los principales fracasos a los que me refería son:

Fracaso en la definición de nuestro objeto. Conviven hoy en nuestro sistema múltiples definiciones del mismo, que se defienden con más o menos argumentos y que se concretan en diferentes desarrollos de las políticas sociales que inspiran el sistema y por tanto, de los servicios y prestaciones que se implementan. Son definiciones (todas legítimas, aclaro) que van desde las más pragmáticas y tradicionales (asistir a los pobres) hasta las más generales (conseguir el bienestar social de la población), pasando por toda una multitud de formulaciones (convivencia, cuidados, protección...) que parecieran dar identidad al sistema desde diferentes posiciones. 

El verdadero problema el que el sistema no ha sido capaz de construirse desde una de ellas, pretendiendo integrarlas a todas ellas en función de las diferentes y diversas posturas entre profesionales, entre políticos y entre la población en general. Y esta supuesta integración no ha conseguido más que una gran confusión en la identidad y cometidos del sistema, unas profundas desigualdades territoriales y unos desarrollos teóricos y objetivos cada vez más alejados y separados de las prácticas reales.

Fracaso en la estructura del sistema. El sistema pretendió construirse, en general, en dos niveles: el general, (comunitario o de atención primaria) por un lado y el especializado. Pero no se ha conseguido que esta estructura se desarrollase delimitando con claridad las competencias y funciones de cada una de las partes. La administración local en la que se asentaron esos servicios generales y la administración autonómica y central en la que se reservó la competencia de los especializados han tenido una proverbial tendencia a la descoordinación, configurándose una variedad tal de planteamientos indeterminados en los que las duplicidades e ineficiencias han rivalizado en dura pugna con las injerencias e ineficacias.

Por otra parte, la situación subordinada de la administración local respecto a las demás han generado una sobrecarga del sistema de atención primaria, insuficientemente dotado y desarrollado al mismo tiempo que excesivamente responsabilizado. 

Fracaso en la posición del sistema. Dentro de la política social, el Sistema de Servicios Sociales no ha tenido un lugar propio. El insuficiente desarrollo de otras políticas sociales (en especial las de Garantía de Ingresos, Vivienda y Empleo, pero no sólo éstas) han hecho que nuestro sistema mantenga una posición residual en la que se ocupa... de lo que no se ocupan las demás. Paradójicamente, además, esta postura ha favorecido que el resto de políticas sociales se desresponsabilizasen de muchas situaciones y problemáticas, en un juego ventajista en el que esa posición que ocupábamos (el "camión escoba" como muy bien define F. Fantova) les permitía mirar para otro lado.

La solución a todos estos fracasos (y alguno más que dejo para otra reflexión) pasa por varias cuestiones, sobre las que ya hemos escrito en otras ocasiones: la necesidad de una Ley General de Servicios Sociales y de un Sistema (real y universal) de Garantía de Ingresos y Vivienda.

Sólo de esa manera podremos abordar ese cambio de vehículo que, ahora que hemos salido de la crisis (ya hablaremos de ésto otro día...) nuestra sociedad necesita. Y cuanto más tiempo pasemos en parchear e intentar arreglar sus averías, menos útiles le resultaremos a la misma.


13 comentarios:

  1. Se puede decir más alto, pero no más claro. GRACIAS. Creo q ese cambio de coche costará no solo a profesionales sino a la propia estructura y a la ciudadanía. Es como salir de la "zona de confort". Ojalá veamos nuevos caminos y empecemos a transitarlos. GRACIAS

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    1. Gracias a tí, por leer y comentar. Sigo persuadido de que nos queda un largo desierto hasta encontrar esos nuevos caminos. Saludos.

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  2. Como siempre reflexiones muy acertadas.

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  3. Muy cierto. Hace poco estudie varias leyes de servicios sociales para ver si concretaban el objeto de los Servicios Sociales y nada de eso, vaya indefinicion.
    Me quedo con la idea de subordinación, sobrecarga, falta de medios y excesiba responsabilización de la atención primaria. El último ejemplo el bono eléctrico, recursos públicos al servicio de empresas con beneficios millonarios. No veo en este gobierno capacidad de solucionar esto de manera acertada con una Ley General de servicios sociales, aunque podría ser un inicio.

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    1. La ausencia de una Ley General ha permitido esa confusión e indefinición de la que hablas en las leyes autonómicas. En cuanto al papel de la atención primaria de la administración local, creo que no hemos evaluado suficientemente el impacto de haber asentado el sistema en ella bajo la premisa de ser la municipal la administración más cercana al ciudadano. Saludos.

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  4. Llego a tu blog casualmente. Soy psicólogo. Treinta y cinco años en ss.ss. veinte de ellos en primaria. Cien por cien de acuerdo. He leído varias de tus entradas y me alineo con tu posición que es la mía desde hace años. Muchas gracias por el tono, el fondo y la forma. Un abrazo.

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    1. Pues me alegro de esa casualidad y te agradezco el comentario, que valoro más viniendo de un profesional con tanta experiencia. Otro abrazo de vuelta.

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  5. Trabajadora social con más de 20 años en SS.SS.CC:
    Totalmente de acuerdo con tu planteamiento, podriamos añadir la tremenda burocratizacion de los servicios sociales, la actitud muchas veces cómplice o cuanto menos acrítica de los profesionales que trabajamos en ellos, el carácter residual que tienen los servicios sociales comunitarios en relación al resto de las políticas municipales y la ausencia de un relato para el futuro?

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    1. Gracias Angeles. Coincido contigo en tus añadidos. En cuando al último, el relato para el futuro... todavía no veo que vayamos a poder construirlo a corto plazo. Saludos.

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  6. Jolines. Suelo leerte de vez en cuando , dependiendo de mi estado de ánimo que a veces me baja la moral este blog. Siempre es una buena dosis de realidad y tan bien explicado que no hay mucho que rebatir porque estoy muy muy de acuerdo; lo que pasa que en mi día a día desde diferentes ámbitos: el ejercicio de la profesión y desde algunas de mis actividades en el tiempo libre, quiero pensar e incluso por qué no, soñar que esto no puede seguir así y que cambiaremos el coche de una maldita vez. Así llevo años y aquí no cambia en lo estructural nada. Pequeños avances a nivel micro y mucha compañera y compañero en apatía profesional. Creo que una Ley general daría sobre todo mayor igualdad, y un contexto; pero creo que además hay que empezar a cambiar la ropa que nos pondremos en el nuevo coche porque si no..... Va a ser más de lo mismo y lo peor será que no podremos culpar a nadie. Yo ya he bajado mis mínimos y me conformo con que profesionales del sistema de servicios sociales se posicionen ideològicamente en el ejercicio profesional aunque sea para defender otros modelos muy diferentes a los míos y éticamente decidir si quieren estar y si no, honestamente,abandonar y dejar a las personas que quieren cambiar de coche y estrenar ropa nueva porque si no, tendremos por fin esa definición que andamos buscando de cuál es el objeto de Servicios Sociales, esa nueva Ley y seguiremos ejerciendo desde esta inercia que nos tiene en arenas movedizas difícil de salir.

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    1. Hola Africa, gracias por tu comentario y también por la extensión con que relatas tu experiencia y reflexiones. Estoy de acuerdo contigo en que, en lo estructural, el sistema está muy lejos del cambio necesario. SEguiremos reflexionando sobre ello.
      En cuanto que mi blog te baja la moral, es algo que me dicen con frecuencia y siempre me golpea un poco. Por iniciativa propia (y por influencia de Wang) mantengo en el blog un tono que algunos califican de pesimista, otros de realista o demasiado crítico. Lo único que pretendo es señalar las profundas contradicciones de nuestro sistema en el convencimiento de que cuando los cuervos acechan no vale de nada mirar para otro lado creyendo que son palomas.
      Un abrazo.

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Gracias por comentar.