viernes, 25 de enero de 2019

El Presidente valiente

Erase una vez una Comarca del medio rural de Aragón donde tres trabajadoras de un Centro de Servicios Sociales son amenazadas de muerte. Así comienza un cuento, con tintes de pesadilla, que os paso a relatar.


En dicha Comarca, en las precarias y difíciles condiciones en la que se desarrollan los servicios sociales de atención primaria en todo el territorio, varias profesionales del Trabajo Social y la Educación Social reciben, en sus puestos de trabajo, las amenazas de muerte de un vecino de la localidad, al que el sistema de protección a la infancia le acababa de retirar la custodia de sus hijos para protegerlos.

Dichas profesionales, en su condición de víctimas de estas amenazas e intimidaciones, valoran que la denuncia de los hechos es el mejor camino para protegerse, así que solicitan a la Comarca, entidad responsable del Centro de Servicios Sociales, la asistencia jurídica necesaria para llevarla a cabo.

Hasta aquí, nada destacable. Una difícil situación, de las muchas que presenciamos y atravesamos en los servicios sociales de atención primaria, y unas profesionales que deciden protegerse.

Lo reseñable, lo que convierte el cuento en pesadilla, viene a continuación. Y es que el Presidente de la entidad "no ve conveniente que se proceda a denunciar y anuncia a los trabajadores que si deciden tomar ese camino, será a título individual y que la Comarca no se hará cargo de los gastos de la abogada".

Semejante e incomprensible postura ha conllevado una desprotección importante de las trabajadoras y el asunto ha llegado al Justicia de Aragón, pidiendo éste explicaciones al preboste, quien se reitera en su decisión alegando que "la denuncia me pareció precipitada, además de no acorde con el Protocolo, exagerada y carente de humanidad», y que «pensaba y sigo pensando que era la guardia civil quien debía vigilar los movimientos de dicho vecino, y solo en caso de persistir su actitud amenazante, acudir a la Justicia».

Os pongo un par de enlaces con la noticia para que podáis valorarlo directamente.  Enlace 1Enlace 2,

Creo que el asunto pone bien a las claras dos cosas: En primer lugar, el gravísimo problema de dirección política que padecemos en los servicios sociales de atención primaria (sí, ya sé que en el resto también, pero en estos entornos, donde lo político y lo técnico están tan cercanos, el problema se acrecienta). En segundo lugar, la cultura sobre la violencia que se encuentra culturalmente arraigada en la sociedad. Ambas han estado implicadas en el suceso.

Sobre lo primero, lo diré bien claro. Con este tipo de personajes dirigiendo asuntos tan importantes como los servicios sociales, el deterioro del sistema (algo de lo que venimos hablando hace años) es irreversible. Estas actitudes paternalistas, autoritarias, narcisistas, caritativas... con las que muchos prebostes como el que nos ocupa se ocupan de los asuntos públicos se oponen por definición a las medidas técnicas que serían necesarias para regenerar un sistema que pueda encontrar su lugar y su funcion social en el siglo XXI.

Resumido en una metáfora: tenemos monos (algunos vestidos de seda, otros ni eso) conduciendo camiones de doce toneladas. No puede salir nada bueno de ello.

Sobre lo segundo, la postura del Presidente es un manual del paradigma actual con el que la sociedad trata a las víctimas de cualquier tipo de violencia, en especial sobre la mujer y sobre la infancia.

No son creídas, o se cuestiona la gravedad del incidente. "No es para tanto"... "Sois unas exageradas y os habéis precipitado"... "Tenéis que aguantar más"... Son los mensajes explícitos e implícitos que lanza este Presidente. Mensajes parecidos, por ejemplo, a los que escuchan muchas mujeres maltratadas.

Se legitima al agresor y sus razones para cometer el acto violento, exonerándole de responsabilidad. "No sabía lo que hacía"... "Hay que comprenderlo, estaba nervioso, había sufrido x, estaba en una situación difícil"... vuelve a señalar nuestro amigo. En el fondo, ponerse de parte del agresor y no de la víctima. Validar los distintos niveles de negación del acto violento y de la responsabilidad exclusiva del agresor en el mismo.

Lo de acusar a los profesionales de poca humanidad por querer denunciar merece de una reflexión aparte, pues indica el mensaje implícito de descalificación profesional y de culpabilización de la víctima. Se llama revictimización, lo hemos visto en demasiadas situaciones de violencia y es absolutamente intolerable.

Ya hemos dicho en muchas ocasiones que la violencia tiene tres participantes: el agresor, la víctima y los consentidores. En el manual sobre las actitudes de los consentidores, éste Presidente debiera tener una mención especial, pues reúne todas y cada una de ellas. Forma parte del problema y no de la solución.

Claro que también es posible que este Presidente sea un adelantado a su tiempo y un pedagogo innovador, que haya negado la protección a sus trabajadores (consciente con su mente brillante de la labor que realizan)  para que éstos aprendan en sus carnes lo que atraviesan las víctimas que ellos tienen que atender en otras situaciones.

En cualquier caso, no lo creo.  El enfoque que ha hecho del asunto este Presidente, sin justificación técnica, política o económica ninguna (hubiera sido tan sencillo proporcionar esa asistencia jurídica reclamada...), sólo puede estar anclada en unas profundas deficiencias en cuanto a los valores que debe defender cualquier persona que se dedique a gestionar los servicios públicos. Sólo por ello debiera ser retirado de la esfera pública.

Ha llegado la hora de que dejemos de hablar de grandes planes y programas, de que se reconozcan a los funcionarios como autoridad pública,  de las medidas de protección que deben ponerse a disposición de las mujeres víctimas de violencia... para pasar también a hablar de lo concreto, exigir responsabilidades en lo cotidiano, no tolerar este tipo de actitudes y, como digo, apartar a quien las tiene de la gestión pública. Y el compromiso de los partidos políticos (en lo real, en lo concreto, en lo cotidiano, reitero) es imprescindible.

Porque los cuentos se convierten en pesadillas. Y es responsabilidad de todos evitar que las pesadillas se conviertan en dramas.

***

Un abrazo de Wang y otro mío para las compañeras afectadas, con todo nuestro apoyo.




7 comentarios:

  1. Querido Pedro, creo que de nuevo has dado en el clavo, en el contenido pero también en la forma.

    Son los relatos, que nos cuentan y nos contamos, los que configuran el subconsciente colectivo. Y son los valores que subyacen, los que construyen la imagen de tres brujas malvadas que de forma "poco humana" "no entienden" las amenazas de un padre violento cuyos hijos le han sido arrebatados.

    O bien todo lo contrario, tres trabajadoras que tienen claro su deber y priorizan la protección de unos menores frente a su comodidad bajo un mandato político "irresponsable" que juzga a las víctimas como doblemente culpables y toma decisiones en contra de los derechos fundamentales de sus trabajadores, quizá el ogro malvado del cuento.

    El debate está servido y no se por qué, creo que en esta ocasión perderán los más débiles, como suele pasar en la vida real pero no en los cuentos que modelan nuestro imaginario colectivo.

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  2. Pues sí, acertada reflexión Pedro. La incongruente y mantenida decisión de quien debe proteger y no lo hace, la revictimización de quien sufre la violencia, la petición de aguante y sumisión, la descalificación y por último la fatal vanalización de la acción del agresor. De libro.
    Coincido en la importancia de cambiar lo pequeño, lo cercano, lo cotidiano, debería ser más fácil. El ejemplo es claro en este pequeño mandatario cercano al ciudadano cotidianamente.

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    1. Gracias, Chelo. Creo que es un ejemplo paradigmàtico de como se construye la violencia. Saludos.

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  3. Gracias Pedro, soy yo sola o la respuesta de este insgne mandatario, ¿no seria violencia de genero, pura y dura?

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  4. Me parece muy interesante tu artículo en cuanto a la invisibilidad de las agresiones que se sufren en SS.SS de atención primaria. Me llama la atención la referencia sobre que "unas profesionales que deciden protegerse", porque realmente creo que se deberían implantar medidas de prevención de agresiones, protocolos de actuación, reconocer complementos de peligrosidad... y abandonar el paternalismo implantado en nuestra profesión. Comparto la visión de q frecuentemente se cae en la revictimizacion como si fuera en nuestras funciones el tener q aguantar de todo y cuestionarse nuestras intervenciones. Realmente existen protocolos implantados de actuación ante agresiones o medidas reales de prevención de riesgos por parte de las instituciones en las q trabajamos?

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Gracias por comentar.